La gata negra se encontraba algo decaída mientras caminaba cabizbaja. Pensaba muchas cosas, ya había cumplido su séptima luna con lo cual eso significaba que hacía cuatro que se podría considerar un aprendiz del Clan del Río. Sin embargo, no sentía que lo fuera del todo aún..tenía mucho más trabajo por hacer. Caminando junto a ella cerca de la ribera se encontraba su líder, Estrella de Serpiente. Cada vez que tenían la oportunidad de pasar tiempo juntos, si bien se aliviaban sus dudas, también surgían nuevas.

"¿Estaré rindiendo lo mismo que otros aprendices? ¿Qué estará pensando de mí? No debe ser algo malo, no..no creo. ¿En qué estará pensando?" Estaba tan invadida por sus pensamientos que no notaba que cada vez se encorvaba más en dirección al suelo. Nisiquiera parecía inmutarse por los rayos de sol que se filtraban a través de las hojas, ocasionalmente posándose en su rostro mientras avanzaba. Zarpa de Ortiga estaba, nuevamente, ausente a la realidad

Última edición por Zarpa de Ortiga el Vie Jul 12, 2024 1:59 am, editado 1 vez

Cojeando a un ritmo lento a la par de la aprendiz, disfrutaba poder relajarse unos momentos al lado de Zarpa de Ortiga, hacía no más de un par de lunas optó por acogerla en el Clan y mientras la joven gata crecía se hacía notoria su decisión que si bien juzgada por otros guerreros y aprendices, prometía estar tomando un buen rumbo.
El sonido del agua de la ribera calmaba sus pensamientos, algunos más tediosos de lo normal, otros no pasaban de su usual rutina, pero siempre acogían su mente en una forma casi claustrofóbica. Haber aceptado a la pequeña aprendiz fue una de las pocas decisiones que hizo en contra de la opinión mayoritaria, podía escuchar los murmullos e indirectas mencionadas aquí y allá entre el campamento y, si bien no se arrepiente, más de una vez fue la ocasión donde se encontraba dividido entre su moral y las miradas heladas que soltaban ciertos gatos en forma de una oposición que no podía ser verbalizada tan fácilmente.
Posando su mirada en la gata de pelaje oscuro, sintió una gentil empatía al verle cabizbaja: quizá ella también tenía partes en dónde cuestionarlo y juzgar su decisión, no la culpaba por el modo en cómo la solían tratar dentro del Clan, después de todo; el Clan del Río es conocido por no ser de los más amigables, incluso pasando como arrogantes en ciertas partes. Entendía que eso llegaría a ser demasiado en algún punto, tratando de encontrar las palabras correctas en un intento de subirle los ánimos repuso en rodearla lentamente con su cola, que si bien era un gesto simple, no era tan directo para sacar a Zarpa de Ortiga de sus pensamientos de forma brusca.

La gata estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó lo que estaba ocurriendo hasta que sintió la cola del contrario posarse amistosamente cercana a ella. Alzando la cabeza finalmente volvió a la realidad y mirando hacia arriba pudo identificar que Estrella de Serpiente trataba de descifrar cómo consolarla. A veces olvidaba que los demás podían percibir sus estados de ánimo, pero a diferencia de lo que esperaba de otros, sabía que podía confiar en él. Decidió detenerse, ahora que su malestar se había hecho aparente.

— Estrella de Serpiente — comenzó, dudando de si debía preguntar lo que necesitaba. De si quería oír la respuesta. Con un nudo en su garganta, suspiró — Tú..¿te arrepientes de haberme permitido ser parte del Clan? —

''Quizá fui muy directa'' se dijo a sí misma un segundo después de que aquello saliera de su boca. Pero tampoco podía endulzar las palabras cuando se trataba de algo que le dolía de tal forma. Mirando hacia un lado esquivando la vulnerabilidad a la que se había expuesto, esperó nerviosa la respuesta.

Abrió los ojos de la sorpresa, como si hubiera visto una presa a tan sólo unas colas de distancia, aquella pregunta no se la había hecho él mismo y ciertamente no esperaba que la aprendiz la lanzara al aire.

–Hmm… ¿Lo dices por los guerreros tercos? Algunos solamente sienten envidia, no todos aprenden a nadar antes de tiempo.–
Comenzó Estrella de Serpiente, aún rodeando tranquilamente a la joven con su cola.
–Siendo sincero, ni siquiera he pensado en esa pregunta. ¿Te acepté en contra de la mayoría? Sí, pero ¡Por el Clan Estelar, ayúdame! En serio pensaban en dejar a una cachorra como tú a su suerte en el bosque, ¿Qué cerebro de ratón hace eso? No podría haberte dejado a tu suerte sabiendo que no suponía peligro alguno aceptarte como una de los nuestros.–
Le costaba poner sus pensamientos en orden, había demasiadas cosas que quería decir pero no todas servían esencialmente a la pregunta de Zarpa de Ortiga. Obviamente no quería que la joven dudara de porqué la aceptaron, le aterraba la idea de decir algo erróneo que eventualmente desate un pobre desempeño en la aprendiz, sabiendo lo mucho que se esfuerza día a día que incluso alcanzaba a ser el doble que otros aprendices más experimentados que ella.

Necesitaba subirle los ánimos mediante su respuesta, después de todo, no tenía motivos para pensar algo negativo de ella y no serviría que la joven malinterpretara sus palabras. Sus ojos se posaron en la gata negra, tratando de encontrarse con sus ojos que percibía aún estaban pensativos inmersos en sus palabras.
–¿Hay alguna razón por la que preguntas? No me arrepiento para nada, sólo quiero saber de dónde viene tu duda.–
Maulló tranquilamente, pendiente por la respuesta de Zarpa de Ortiga, sabía que tendía a esforzarse de más aunque la situación no lo requería y mentiría si dijera que no le preocupaba lo que podría decir la aprendiz.

Ella sintió un poco de consuelo al ver su expresión sorprendida. Significaba que, entonces, no había dudado de su decisión, a pesar de que no hubiera sido la mayoritaria. Esto se confirmó aún más por el tono incrédulo en sus palabras mientras explicaba que no se hubiera permitido a sí mismo rechazarla. Esbozó una sonrisa ante ello, pero rápidamente se desvaneció al razonar que si bien era ciero que había guerreros tercos, las razones de sus actitudes no se debían únicamente a la terquedad.

—Es que, tú más que nadie sabe que las reglas son las reglas y.. sí, yo era sólo una cría, pero..también sabes que eso no detendría a otros Clanes de aborrecerme. Al fin y al cabo..

Se detuvo en esto último que quería decir, cabizbaja nuevamente. Sabía que técnicamente era cierto. Sus orígenes eran algo difusos cuanto poco, desagradables cuanto mucho, y nunca cambiarían. Al escuchar la pregunta de su líder, suspiró.

—Tú me crees una gran miembro de tu Clan ¿verdad?.. y yo, sí quiero serlo. Es un honor. — lo miró —¿Pero voy a tener que llevar a cuestas las miradas de los demás toda mi vida si lo soy?

El líder bajó las orejas desanimado ante la pregunta de la aprendiz, podía sentir la tristeza que se abalanzaba sobre ella y la cubría como una tormenta. Sabía perfectamente que aceptarla en el Clan vendría con un costo, uno demasiado amargo para lo que en verdad era, en su opinión, un asunto de compasión. Le sorprendía que varios de los guerreros consideraran su decisión como algo de lealtad, su visión siempre fue guiada por el respeto y la compasión, jamás entendió el por qué la mayoría balanceaba sus decisiones como si de ellas se tratara la vida y la muerte, era una perspectiva exagerada que le causaba cierta inquietud.

–Zarpa de Ortiga...–
Empezó, tomando un pequeño bocado de aire para encontrar las palabras adecuadas.
–Yo sé que eres una gran miembro para el Clan del Río, y sé con certeza que si algún otro gato de cualquier clan te mirara con desdén: sería el primero en darles un buen zarpazo en las fauces.–
Animó con seguridad en su voz, era su deber como líder proteger a los suyos, pero también sentía la necesidad de hacerle saber a la joven gata que ella formaba parte de ese grupo, que él lucharía por ella como miembro legítimo de su territorio.

Alzó las orejas lentamente, queriendo mostrarle una cara de compasión a Zarpa de Ortiga tocando su frente con la nariz de forma gentil como símbolo de su orgullo hacia ella. Hacía rato que habían bajado el ritmo de su paseo cercano al río, aún sin detenerse por completo aunque ciertamente no faltaba mucho para que pronto se detuvieran por completo.
Cuando la aprendiz cuestionó lo último, sentía que su corazón se detenía unos segundos para luego arder en los posteriores. Había una pena que lo rodeaba en la suposición de la pregunta, ¿Podrá él vivir lo suficiente para ver a sus compañeros de Clan aceptarla? o peor aún, ¿Lo haría lo suficiente para defenderla como uno de los suyos? Las posibilidades lo inquietaban, sabía que había varios gatos en el bosque que podrían hacer cosas inigualables, que a medida que Zarpa de Ortiga crecía, ellos también lo hacían.
Tomó su tiempo para reflexionar esa pregunta y más aún en su respuesta, pausando un momento para soltar un suspiro pesado, casi tan pesado como sus preocupaciones.

–Siempre habrá quién te odie, pero confía en mí y en mis palabras: tú no estabas presente en tu pasado, ni siquiera lo recuerdas del todo, ¿Por qué debería definirte?.–
Observó a la menor con comprensión, respirando hondo mientras seguía:
–En unas lunas, cuando el tiempo sea el indicado, te convertirás en una gran guerrera y tus orígenes dejarán de importar porque tu presente brillará sobre lo que alguna vez te perturbó.–