Zarpa de Trucha se despertó temprano, como era su costumbre. A pesar del peso en su corazón por la reciente pérdida de Cola Blanca, el deber llamaba y él respondía sin vacilar. El campamento del Clan del Viento se extendía en la llanura, una hondonada arenosa rodeada de matorrales de tojo y brezo. El aire fresco de la mañana llevaba consigo los aromas característicos del brezo.

Zarpa de Trucha se despertó con el primer destello del alba, el resplandor del sol apenas comenzando a filtrarse a través de las nubes dispersas sobre la llanura sin árboles que el Clan del Viento llamaba hogar. Aunque el dolor por la pérdida de Cola Blanca pesaba en su corazón como una sombra persistente, Zarpa de Trucha se obligó a sí mismo a levantarse con determinación. No podía permitirse rendirse ante la tristeza; tenía responsabilidades que cumplir y un clan que necesitaba su fuerza y compromiso.

Con movimientos ágiles y silenciosos, Zarpa de Trucha emergió de la guarida de los aprendices. El frescor del amanecer le acarició el pelaje, llevando consigo los aromas familiares del brezo y la tierra recién bañada por el rocío nocturno. Sus ojos amarillos, usualmente chispeantes de energía y travesura, reflejaban ahora una determinación tranquila mientras exploraban el campamento en busca de la figura esbelta y serena de Lágrima Albarina.

Entre los suaves murmullos del despertar del clan, divisó a su mentora organizando con gracia las patrullas del día, asegurando que cada gato cumpliría su deber con eficiencia y precisión. Admiraba su habilidad para mantener el orden y la disciplina, cualidades que anhelaba aprender y dominar algún día. Era un recordatorio constante de la responsabilidad que compartían todos los guerreros del Clan del Viento: protegerse mutuamente y defender su hogar contra cualquier amenaza que pudiera surgir de las llanuras abiertas que rodeaban su territorio.

Decidido a honrar la memoria de Cola Blanca y a fortalecerse bajo la guía de Lágrima Albarina, Zarpa de Trucha avanzó con paso firme hacia ella. Cada paso sobre la tierra arenosa resonaba con una determinación tranquila, reflejando su compromiso renovado con el clan y con los valores que Cola Blanca le había enseñado en vida.

— Buenos días, Lágrima Albarina —pronunció su nombre con reverencia mientras se acercaba. Sus ojos amarillos, usualmente chispeantes de energía y travesura, ahora estaban empañados por la sombra de la pérdida. Su voz apenas un susurro respetuoso que se mezclaba con el susurro del viento entre los matorrales de tojo y brezo—

Las cacerías iban con normalidad, para fortuna de ella y del resto, las presas lentamente comenzaban a reaparecer en el territorio, si bien no eran demasiadas, al menos eran lo suficiente para mantener existente la pila de presas y alimentar a parte del clan.

Pero no todo eran tan buenas noticias, el fallecimiento de una de los mejores guerreros del clan, fue velado y despedido tal cual el codigo del clan estelar lo indicaba, dando un ultimo adios y deseando los mejores deseos para aquel felino que ahora descansaba, cazando en el gran manto plateado.

La tutela fue pasada a ella, el joven aprendiz que habia conocido tan alegre y entusiasta, ahora no brillaba más allá de una determinación y tristeza. Pero no podia juzgarlo, habia perdido a su maestro y guía, era normal que el joven felino continuara con su duelo.

Sin emvargo, intentaría mantener esa alma a flote, enseñando y continuando con el aprendizaje que Cola Blanca no pudo terminar.

Actualmente yacía en medio del claro del clan, armando algunas patrullas del alba, tenian que aprovechar el día, las presas deambulaban al amanecer, asi que seria sencillo conseguir algunas cuantas, y de paso quizas sacar a Zarpa de Trucha a una pequeña cacería.

Y parecia que habia invocado mentalmente al mencionado, pues en menos de lo que espero el joven felino la llamo saludando con esa cortesia que lo caracterizaba.

Volteo a mirarlo dandole un pequeño asentimiento cordial en respuesta a su saludo.

—Buen día Zarpa de Trucha, listo para salir? — Pregunto con una tenue sonrisa, mientras lo abrazaba ligeramente con su cola, invitandolo a acercarse a ella, y unirse al pequeño grupo que formo, conformado por otros dos guerreros.

Zarpa de Trucha miró a Lágrima Ambarina con respeto y gratitud mientras ella lo saludaba con un ligero asentimiento y una sonrisa tenue. Apreciaba su amabilidad y la calidez con la que lo acogía, incluso en estos momentos difíciles. Cuando ella le preguntó si estaba listo para salir y lo invitó a unirse al pequeño grupo de cacería, sintió una chispa de emoción mezclada con su tristeza. Sabía que Cola Blanca habría querido que siguiera adelante y que aprovechara cada oportunidad para crecer y fortalecer sus habilidades.

— Estoy listo para la cacería.—respondió Zarpa de Trucha, su voz baja pero firme. Enderezó ligeramente las orejas, intentando mostrar una actitud positiva a pesar del dolor que aún sentía.

A pesar de sus palabras, su cola colgaba un poco baja y sus ojos reflejaban la tristeza que aún llevaba dentro. Sin embargo, aceptó el abrazo de su mentora con la cola, inclinándose ligeramente hacia ella, agradecido por el gesto reconfortante.


— Quiénes vendrán con nosotros? —preguntó con curiosidad, siempre era una buena experiencia cazar con otros guerreros del clan, podía aprender de sus habilidades analizando sus métodos de cacería para usarlas él mismo en el futuro.

El guerrero se encontraba escuchando las órdenes de Lágrima Ambarina antes de salir a patrullar, escuchaba atentamente con su rostro reflejando el buen humor que siempre cargaba consigo, no había tenido ningún indicio de resfriado en lo que iba del día y eso sólo lo animaba aún más.
Cuando vió a Zarpa de Trucha acercarse, sus orejas se pusieron en alto, haciendo un pequeño movimiento con la cola del gusto. Observando cómo compartía unas cuantas palabras con la lugarteniente, sintió una enorme empatía al joven aprendiz, no es algo por lo que pasen todos los gatos y seguramente no es algo fácil de manejar tampoco, si bien sabe lo que es la pérdida y salir adelante, no se imagina por lo que estaría pasando el menor.
Al escucharlo preguntar quiénes los acompañarían en la patrulla del alba, volvió a mostrar una sonrisa delicada dispuesto a responder con un tono motivacional para tratar de subirle los ánimos.
–Esos seríamos Amapola Azul y yo, Zarpa de Trucha.– Maulló de una forma calma. –Es un gusto que quieras unírtenos, tus habilidades son más que apreciadas.– Indicó el guerrero en una señal de admiración por el aprendiz.
Dirigiendo su mirada a la guerrera que acababa de mencionar, Amapola Azul, esperando que concordara con sus palabras de ánimo pues pensaba que ella compartiría la empatía que sentía, después de todo, la guerrera también tuvo que entrenar a Ala de Halcón bajo circunstancias difíciles no muy diferentes en experiencia de lo que ahora estaba pasando Zarpa de Trucha.

Movio sus bigotes con aprobación ante las palabras de animo dadas por parte de sus compañeros hacia el joven aprendiz.
Durante esta etapa agradecia la más minima muestra de afecto o de apoyo hacia el más joven, después de todo, con lo ocurrido desde la muerte de su mentor, el más pequeño habia tenido que afrontar temprano las consecuencias e injusticias de la vida en lo salvaje.

— Nos acompañaran Ala de Hálcon, y como menciono él, Amapola Azul también nos hara compañía durante el trayecto.


Réplico con una tenue sonrisa cordial, dando un leve asentimiento ante la respuesta de la gata grisacea.

— Ahora basta de presentaciones, tenemos que ponernos zarpas a la obra, antes que caiga el atardecer debemos de llegar con minimo una presa en las patas.

Indicó, su voz demostraba positivismo y determinación, a pesar de la notoria incertidumbre y temor, busco mantener la confianza en los suyos, dando asi inicio al patrullaje.

Pasaron por los altos pastizales del territorio, ella liderando el camino através de la hierba, procurando mantener el limite con las fronteras, observando y estando alerta ante cualquier sonido que pudiese captar su atención, despues de todo, no podian permitir el lujo de dejar escapar una presa valiosa.

Zarpa de Trucha asintió con gratitud mientras escuchaba las palabras de ánimo de Ala de Halcón y Amapola Azul. La empatía y el apoyo de sus compañeros guerreros le daban un pequeño impulso de confianza. Aunque su corazón aún estaba pesado por la pérdida de Cola Blanca, sabía que debía seguir adelante y demostrar que era digno del entrenamiento que había recibido.

—Gracias, Ala de Halcón, Amapola Azul —maulló, tratando de mostrar una sonrisa. Sus ojos se iluminaron un poco más con la admiración que Ala de Halcón le había expresado—. Haré lo mejor que pueda hoy.

Dirigió una mirada respetuosa a Lágrima Ambarina mientras ella daba las últimas instrucciones, sintiendo una mezcla de nervios y determinación. Su nuevo mentora confiaba en él, y eso era suficiente para que quisiera esforzarse aún más.

—Sí, Lágrima Ambarina —respondió con un tono más seguro, enderezando las orejas y levantando la cola—. Estoy listo. Vamos a cazar y a traer buenas presas para el clan.

Con una última mirada a los guerreros que lo acompañarían, Zarpa de Trucha se dispuso a seguir a Lágrima Ambarina a través del túnel de brezo y hacia los altos pastizales. Mientras avanzaban por el territorio, se concentró en el sonido de la hierba susurrando a su alrededor, intentando captar cualquier movimiento que pudiera indicar la presencia de una presa. Sentía el sol de la mañana calentando su pelaje, y con cada paso, la tristeza que lo había acompañado comenzaba a desvanecerse ligeramente, reemplazada por un renovado sentido de propósito y camaradería.