Durante el patrullaje por el territorio las palabras de Estrella Helada habían perdurado en su mente durante horas y horas.

Ir más allá de los límites del territorio y de la seguridad que las fronteras que brindaban.

Una idea que involucraba riesgo y demasiada precaución que tenía que tomarse con las garras.

Esa decisión podría traer consecuencias no deseadas, eso de alguna forma podría concluir con mal entendidos, ataques o invasiones por parte de otros clanes, que fácil podrían interpretar sus drásticas decisiones como una señal de irrespeto a las reglas fomentadas desde que tomaban su título como aprendices.

Pero no juzgaba a su líder, entendía perfectamente sus razones, estaba angustiada, y como no estarlo cuando el clan dependía de ellas.

Suspiro pesadamente mientras se nueva cuenta había regresado con las zarpas más allá de un simple ratón joven que consiguió capturar.

Por el resto fue lo mismo, más escasez de alimentos y la próxima hambruna que los atacaría.

Fue en dirección a la roca donde yacian las pocas presas que aún quedaban para intentar satisfacer el hambre de apenas algunos cuantos.

Fue cuando a lo lejos pudo distinguir el característico pelaje rojizo del Curandero, entonces recordó la charla sobre también la disminución de los suministros de hierbas. Se preguntaba internamente si algún guerrero ya se habría ofrecido a acompañarle.

Vaciló un largo momento antes de ir en su dirección con un trote tenso y nervioso.

— Enebro, ¿Conseguiste alguna patrulla o guerrero que te acompañará?— Preguntó sin dudar, directa y firme, esperando con cierta ansias que hubiera habido suerte mínimamente con la recolección de hierbas.

Enebro se hallaba inspeccionando nerviosamente cerca de la salida del campamento, mirando a los alrededores con nerviosismo. Parece que todos los guerreros y sus aprendices habían salido momentáneamente..''¿Qué voy a hacer ahora? ¡Piensa Enebro!'' Las palabras de Estrella Helada daban muchas vueltas en su cabeza: si sus compañeros se exponían a tales retos, necesitarían a alguien que pudiese efectuar primeros auxilios con eficacia, pero con la escasez de hierbas que se presentaba, ¿cómo lograría cumplir su tarea? Aquello lo aterraba. Comenzaba a sentirse otra vez como un joven aprendiz..o un curandero recién nombrado..o..
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó cuando su lugarteniente Lágrima Ambarina comenzó a acercársele.

Al oír la voz de la gata, Enebro se sobresaltó por unos momentos antes de dirigirle una mirada solemne, tratando de tranquilizarse.

— Lágrima Ambarina, disculpa, no te había visto.

Pensando en lo mucho que odiaba ser portador de malas noticias, suspiró con frustración ante la pregunta de la gata, decepcionado.

— No he tenido suerte. Todos los demás se han ocupado con otros asuntos, y no los culpo, esta situación es grave.

Un ronroneo risueño salió de sus fauces al ver el sobresaltamiento del gato rojizo, moviendo sus bigotes con gracia ante su actitud sorprensiva por su presencia repentina.

— No te preocupes; perdona por asustarte, no creía que te asustaría.— Se disculpó amablemente

Sin embargo, su sonrisa se desvaveció casi en un abrir y cerrar de ojos al solo escuchar las palabras del curandero, la sonrisa se volvió una mueca totalmente incomoda y inquietante.

"¿Cómo podía ser posible que nadie se dignará a acompañar a Enebro a buscar algo tan importante como las hierbas?"

Simplemente no le cabía como era eso capaz de dejarlo como algo insignificante, pero no tenía voluntad para juzgar, después de todo tampoco es como sí ella hubiera hecho un mejor trabajo cumpliendo su deber.

— Oh.. entiendo.—Hizo una pequeña pausa antes de agregar.— Descuida, vamos, yo te acompaño.— Dijo, más allá de una sugerencia, su voz pudo notarse como si quiera dar una orden, aunque la dulzura de su voz podía darse a ver la sincera busca de brindar ayuda.

— Vamos, quizas podamos conseguir un poco de suerte y encontremos algo. — Maulló, en busqueda de dar algo de positivismo a la situación tan complicada que estaban pasando aquellos días. Enseguida inicio camino rumbo a la salida del campamento, yendo a paso lento para no dejar atrás a su compañero de clan.

El curandero notó la mueca de decepción de Lágrima Ambarina, y si bien concordaba con su reacción ya que para él todos los roles en el Clan eran necesarios, también por esa misma razón se limitó a no decir nada. Quizá en otras circunstancias sí hubiera puesto en voz lo importante de su cargo, no por bien propio, si no colectivo; reconocía que a veces la diferencia de tareas entre los miembros llegaba a dejar necesidades sin cubrir. Sin embargo, en esta situación, no se trataba de una falta de cooperación, si no de una alta demanda. Destacó el ímpetu de su lugarteniente agradeciéndole con una sonrisa.

''Quizá para esto se presentan nuestras dificultades, si no es que para nada más.''

Se dijo a sí mismo, ya de mejor humor. Le reconfortaba la idea de que en medio del caos es en donde más se dejaba ver el deseo de ayudar, la bondad de cada gato. ''Empiezo a sonar como un veterano.'' se dijo para sí risueño mientras aceptaba la propuesta de la gata y la guiaba con respeto hacia algunas zonas de recolección que conocía.

De esa forma inicio el trayecto largo y pesado en búsqueda de aquellas hierbas tan indispensables para la sanación de heridas o enfermedades para su clan.

Seguía a paso calmado al felino rojizo, dejando y permitiendo ser guiada por el camino donde se suponía debería haber más abundancia de suministros.

Sin embargo, durante todo el trayecto fue algo extraño. No pudo visualizar demasiadas hierbas cerca o a la distancia. Era raro, estaban en campo abierto en plena época de Hoja Nueva, no podía ser posible que las hierbas también fueran tan escasas.

Su mirada se tornaba cargada de seriedad e incertidumbre por lo sucedido. Aquello no era normal en esas circunstancias.

Observó a su compañero con detenimiento, intentando decifrar su comportamiento, en búsqueda de respuestas a aquella desfortuna y mal augurio.

— Tal vez no estoy buscando correctamente, o estoy viendo erróneo. Pero hasta ahora no puedo mirar ni una hierba o algo similar que se parezca a las plantas de la curandería. — Exclamó, mostrando su desconcierto.

—Enebro... ¿tu crees... queel clan estelar está castigandonos..?— Preguntó, buscando respuesta o una explicación ante la situación.

Enebro lideraba la patrulla con ojos alertas, y la nariz atenta. Aún así, no parecía encontrar nada útil para su causa y comenzaba a sentir la presión acumulándose en sus hombros. Las palabras de Estrella Helada hacían eco otra vez.. incluso juraba recordar la voz de Pelaje de Salvia dándole algún consejo.. pero no parecía servir para ayudarlo a detener el nudo en su pecho. Suspirando, se detuvo al oír las palabras de Lágrima Ambarina, que honestamente se sintieron como una punzada. No quería creer que eso fuera posible. Procuraba mantener la esperanza, si él la perdía, se habría perdido un pilar importante para su Clan en consecuencia.

—A veces, el Clan Estelar es un gran enigma, Lágrima Ambarina — respondió con honestidad mientras se volteaba a mirarla sentado. —De eso estoy seguro.
Trató de respirar hondo. Sabía que era mejor ser honesto a dar falsas esperanzas, por más que doliera.

—Pero, si te sirve de algo, no creo que nos estén castigando. Aunque sí creo que debe haber un motivo por el cual está sucediendo esto, quizá no podamos ver el porqué ahora mismo..y sí es estresante. Pero Estrella Helada tiene razón. El Clan del Viento ha superado cosas mucho peores. —  Tornó su mirada al suelo, olfateando el aire una vez más para verificar que no estuvieran perdiéndose de recolectar algo. Nada.

—¿Cómo te ha tratado a tí todo este asunto? Si Estrella Helada pareciera necesitar urgentemente una caminata, no me imagino cómo es ser su segundo al mando.— bromeó levemente.

—Oh... supongo...que tienes razón. — Respondió con un poco de notoria inquietud en su rostro. El silencio se formó por un par de segundos antes de que el curandero hablará.

Miro al felino con atención, mientras hacia una pequeña mueca de incomodidad, agitando su cola con aun la inquietud notoria en su rostro y sus musculos tensados por el estrés.

—Creo que tienes razón, pero.. realmente me comienza a preocupar la situación, no es para nada normal ni común que el comienzo de una época que debía ser tan...— Hizo una pequeña pausa mientras intentaba pensar la palabra correcta. — Prospera..

Replicó, dejando escapar un pesado suspiro de su fauces, relajando un poco su rostro al escuchar la broma del felino, sacando un ronroneo suave de su parte mientras negaba con un poco de gracia.

—Esta situación tiene como loca a Estrella Helada, quizás pueda intentar pasar un rato con ella para relajar un poco su ansiedad. Aunque no niego que yo también necesito un descanso de todo esto.

Replicó con tranquilidad mientras dejaba soltar un pequeño suspiro, continuando avanzando su caminata, alzando su cabeza y mirando a todos lados en busca de poder tener un poco de suerte y encontrar al menos un poco de hierbas..

El gato decidió estirarse, absorbiendo un poco del calor del sol que otorgaba calidez a los páramos del territorio. Mirando al cielo, tomó aire, tenía la sensación de que pronto todo mejoraría, sólo debían conservar la fé. Se paró decidiendo que ya no tenían nada que hacer allí, no quería tener ocupada a su lugarteniente más tiempo, si bien ella misma se había ofrecido a ayudarlo sabía que pronto la necesitarían en el campamento. Además no le parecía mala idea lo de acompañar a Estrella Helada.

—Ella tendrá ocho vidas más que el resto de nosotros, pero aún así no es una tarea fácil mantener a un Clan en soledad, me imagino.— Mientras maullaba, emprendía el camino de vuelta al Clan del Viento. Si bien no había tenido suerte, no pensaba rendirse, se repetía a sí mismo aquello una y otra vez. Quizá el Clan Estelar oiría sus plegarias finalmente.

La felina asintió con tranquilidad, aunque sus ojos no dejaban reflejar sus miedos y terrores.
Siguió a su compañero de clan en dirección de regreso al campamente, el resto del camino permaneciendo en un silencio extrañamente calmado, pero a su vez tan inquietante e incomodo.

Detuvo su andar por un momento, alzando su cabeza hacia el cielo azul que no tardaba en comenzar a tornarse en tonos anaranjados y rojizos, anunciado la llegada del alba al horizonte.

Miraba al gran manto sobre sus cabezas, como si buscara alguna señal, alguna muestra de la presencia de sus ancestros, una seña que le hiciera saber que no estaban pérdidos. Pero nada pasó, solo el silencio y brizna que los acompañaba eran lo unico que podian presentarse. Un suspiro pesado salió de sus fauces con gran cansancio, retomando el camino detrás de su compañero curandero.

Nadie más que las estrellas sabrian lo que los depara el futuro, esperaba que ellas tuvieran la respuesta.Por ahora no podian hacer más que esperar y rezar que les fuera mejor o no sobrevivirian para el final de la hoja nueva..