El macho tricolor despertó de golpe después del sueño un tanto confuso que acababa de tener, desperezándose en su lecho, que hacía ruido a cada movimiento con las múltiples conchas y piedras del río que lo decoraban, se sentó todavía somnoliento tratando de poner sus pensamientos en órden. Las presas eran raramente escasas en plena Estación de la Hoja Verde, y cada día que pasaba sólo iba empeorando como un enemigo inalcanzable que siempre estaba acechando en el territorio. ¿Cómo era posible? ¿Qué le depara al Clan del Río si en la estación que se supone es la más abundante tienen problemas con las presas? Cuestionó su liderazgo unos minutos, repasando lo que podría hacer para ayudar al Clan en este tiempo de necesidad próxima para evitar lo más pronto posible lo que él consideraba una tragedia irremediable.

Finalmente, su mente volvió al sueño, convencido de que fue alguna señal del Clan Estelar respecto a su creciente problema, intentó pensar en su significado. ¿Salmones nadando corriente abajo justo enfrente de la cascada? ¿Lo guiarían a una corriente más calma? Quizá así era, después de todo dejó de ser el gran nadador que alguna vez fue hace ya varias lunas, tanto que incluso algunos guerreros jóvenes y aprendices comenzaban a desconocer el origen de su herida.
Escuchando en las afueras de su guarida cómo el campamento empezaba a despertar junto con él, se dirigió al claro para observar qué guerreros o aprendices podría llevar a una patrulla de caza, todos lucían grandes candidatos – O será que él veía hasta las cualidades más ocultas – que era imposible elegir, le daba gusto contar con guerreros capaces, repasando quiénes se destacaban más en la caza o cuáles congeniarían mejor para la tarea.
Una vez que tuvo una idea clara de lo que haría, primero se acercó a Nube de Granizo para darle una órden que no era más que una formalidad.
–Informa a Pantanoso que estaré fuera en una patrulla de caza, y si tiene noticias asegúrate de que no haga nada sin decirme a mí.– Pronunció con seriedad, haciéndole una señal con la cola al guerrero para que siguiese su camino mientras él iba por el suyo.

Divisó entre la multitud a cierta guerrera y no muy lejos de ahí a su aprendiz favorita, ambas a no más de un par de saltos de conejo de distancia, le daba gusto saludarlas en el día a día atraído por la curiosidad que le causaría su reciente decisión, podía jurar que eran un par bastante bueno si se les daba el tiempo necesario. Caminó hacia ellas con un cojeo rítmico, casi natural para él, con la cola en alto para darles un saludo cordial.
–¡Zarpa de Ortiga! ¡Rabo de Salmón! .– Maulló con gusto agachando ligeramente la cabeza. –Necesito que me acompañen en una patrulla de caza, y estoy seguro que un poco de entrenamiento no vendría mal.–
Esperaba no sonar apurado, como si el sueño que tuvo fuese a desaparecer en el momento en que el trío llegara al río o si las presas que pudieran encontrar en el camino de pronto se esfumaran de la realidad.

Al oír su nombre, Zarpa de Ortiga se estiró fuera de la guarida con un bostezo. Reconoció que se trataba de Estrella de Serpiente, y no parecía estar de mal humor ni nada, así que supuso que era algo positivo. Al oír también el nombre de su nueva mentora, Rabo de Salmón, entendió de qué se trataba.

“Entrenamiento de caza” suspiró mientras caminaba hacia el claro saludando a su líder con la cola. Observó si podía divisar a la guerrera que los acompañaría, aún no había logrado juzgar su carácter pero parecía tener esperanzas en ella y eso era suficiente. Además, ¿Qué mejor que ser entrenada por alguien con experiencia esta vez? Esperaba que nada saliera mal, aunque decidió apostar por la confianza que tenía en Estrella de Serpiente, dirigiéndole una mirada algo alegre aunque no acostumbraba a demostrar su afecto públicamente.

Pensó en aquella vez que lo vio gritarle tan enojado a Zarpa Soleada tras su altercado en la frontera, y por un momento sintió incomodidad. A veces, olvidaba que ella conocía una faceta de su líder diferente a las otras que tenía que tener por la demanda de su puesto. Ser líder no era nada fácil, seguramente. Ser guerrera tampoco lo sería.