Dentro de la maternidad del Clan del Trueno había una mezcla nueva de calidez y un aroma lechoso que impregnaba el espacio. Nueva, al menos, para alguien como Llamado Glacial, cuya camada de cachorros había llegado al mundo hacía tan solo unos días. ''Finalmente'' pensó, haber tolerado que su barriga incrementara durante las últimas lunas cual ratón gordo no era algo que le agradara demasiado aunque era inevitable. No sólo por su numerosa camada, sino también por el gran apetito que había ganado en el transcurso de su embarazo. La estación de la Hoja Caída se había instaurado, por lo que debía procurar no permitirles pasar demasiado frío. Si alguno de ellos resultara enfermo, sería un gran dolor en su cola, no quería que todo fuese en vano. Con su lengua rasposa lamió las pequeñas bolas de pelo que amamantaba, una parte de ella no podía evitar preguntarse cómo cagarrutas es que su vida había llegado a tal punto.

¿En verdad sería el mismo tipo de madre que Pluma Acechante? Aquel pensamiento le causó repudio, si ésto era una competencia entonces ella saldría victoriosa. De todas maneras, sacudió su cabeza para apartarla de aquellos pensamientos. Seguramente, alguien vendría a visitarla para recibir a los nuevos y más puros integrantes del Clan.

El frio empezaba a ser mucho más notorio en el ambiente, Ceferina se había levantado temprano a cubrir con sus actividades diarias, la cacería matutina no venía nada mal y menos ahora con nuevas vidas que alimentar.
Curioso, los cachorros eran bastante adorables, aunque la idea de cuidarlos, criarlos y demás no le venían, la idea no le terminaba de entrar en la cabeza y mucho menos de tener una pareja, los gatos eran bastante amables y parecían quererse pelear por ella cada vez que aparecía en escena y aunque ya había dejado en claro que ella no buscaba nada serio por el momento, las propuestas de una relación estaban a la orden del día.
Luego de tomar un ratón, el más gordo que había en el montón de presas, la felina emprendió su camino a la maternidad, maúllo ligeramente para anunciar su entrada y mientras su suave pelaje anaranjado se deslizaba las ramitas y hojas que cubrían la maternidad, Ceferina diviso a Llamado Glacial junto a sus cachorros recién nacidos.

- Buenos días Llamado Glacial.- Le dijo a la nueva madre, para luego dejar el ratón cerca de ella y para así no acercarse demasiado a los cachorros.- Traje esto para ti ¿Cómo te sientes?

La gata bicolor lavaba su pelaje, estar echada tanto tiempo en el mismo lecho lo humedecía de una manera desagradable y más con este horrible clima, sin embargo para su sorpresa detectó un aroma acercándose. Pronto supo de quíen se trataba: Ceferina, con su pelaje naranjoso resplandeciente a pesar de la poca luz que se infiltraba en la maternidad. Ésta clase de visitas sí eran bienvenidas, pensó para sí, sus ojos amarillentos tratando de fijar la mirada en la contraria. Además, traía un ratón en sus fauces, uno muy gordo. ''Después de todo, los ratones no son tan malos.'' se relamió a la par que bostezaba, si era por sueño o para ocultar la sonrisa grande que se habría formado, sólo ella lo sabría. Mantener una imagen cuanto mucho de honorabilidad era importante ahora mismo, aunque no había nada que pudiera hacer para ocultar el brillo que su mirada, mientras respondía abriendo sus fauces para engullir al ratón.

---Gracias, Ceferina.- saboreó la presa ---Me siento bien, obviamente es cansado alimentar seis bocas a la vez, pero no es nada que alguien como yo no pueda manejar. Es mi deber, después de todo.---

Estrella Rota volvía de la patrulla del amanecer, y se sacudió el pelaje para quitarse el aroma forestal que traía consigo: el olor a madera y hojas secas no eran del todo de su agrado, pues eran recordatorios constantes de que la estación sin hojas se acercaba y no podían hacer nada para ocultarlo. Al bajar la pendiente entrando al campamento, pudo divisar un pelaje bien cuidado de color rojizo, colándose por la maternidad. La mirada del gato se ensombreció, preguntándose si estaría hablando con Cola Floral; un fuego en el pecho invadió su cuerpo, y se acercó a toda prisa hacia la guarida.
Al llegar, apenas si sus patas delanteras y su cabeza cabían por la entrada, y debido al espacio reducido de la maternidad, prefirió quedarse así, pues si entrara por completo terminaría por incomodar a los demás y a los nuevos cachorros. Su mirada buscó a Cola Floral, quien estaba en su propio lecho observando a los cachorros hasta que el líder hizo presencia, fue entonces cuando agachó la cabeza y miró hacia otro lado; sus ojos estaban llenos de pena y Estrella Rota no podía sentir más desprecio por ella: una gata perfectamente sana que debía de estar sirviendo a su clan, siendo alimentada por los demás cuando ella se dedicaba a dormir desde que sus cachorras habían crecido.
—Llamado Glacial, Ceferina —asintió con la cabeza a modo de saludo— . Es un lindo día fuera, el Clan Estelar nos ha bendecido con una patrulla tranquila, por suerte —comentó el gato— Por cierto, congratulaciones, Llamado Glacial. Debí de haberme pasado en cuanto supe la noticia, pero he estado... ocupado.— tragó saliva con fuerza, en un intento de ocultar sus salidas secretas a la frontera del Clan del Río.

—Aunque sea tu primera camada, sé que el Clan Estelar está observándonos y agradeciéndote por brindar estos cachorros al Clan del Trueno —el gato observó los cachorros desde la distancia, pues sabía que las reinas podían ser extremadamente protectoras con sus hijos, especialmente en los primeros días, que era cuando estaban más vulnerables— ¿Ya se ha pasado Chaparrón a verlos hoy? Tengo que decirle que Crepúsculo Nocturno lo ha asignado a la patrulla del atardecer —el líder se encontraba exhausto, y esperaba que la interacción fuese corta para ir a descansar.

La felina anaranjada asintió con una breve sonrisa en el rostro.
Debe ser realmente difícil, no puedo terminar de imaginarme el hecho de alimentar tantos cachorros.- Maulló mientras observaba a las diminutas bolitas de pelo.- Debes sentirte muy orgullosa de ellos, felicidades.
El ambiente de la maternidad era tranquilo, cálido a pesar del frio que hace fuera de la misma, sin embargo aquel cálido ambiente empezó a desaparecer de a poco cuando escucho unos pasos pesados acercándose detrás de ella.
Ceferina miro por encima de sus omoplato cuando vio a Estrella Rota entrando en la maternidad.
Buenas Estrella Rota.- Le devolvió el saludo a su líder.- El Clan Estelar a sido amable con nosotros esta mañana, nos hemos cruzado con una cantidad deseable de presas.- Concluyo ante su líder.
La felina movió una de sus orejas mientras veía al líder acercarse más a la nueva madre y a las crías, Ceferina se sentó y empezó a lamerse una de sus patas delanteras mientras el iniciaba una conversación con Llamado Glacial.

Llamado Glacial ronroneó ronca pero algo discretamente ante el cumplido de su compañera guerrera. Tras acabar la presa que Ceferina le había brindado con tanta amabilidad, divisó por el rabillo de su ojo una silueta medio oscura de gran tamaño. Alzó la cabeza, su olfato no le mentía: Se trataba de Estrella Rota, cuyo enorme cuerpo no cabía del todo dentro de la maternidad, y a su vez parecía querer guardar distancia.

Llamado Glacial saludó secamente —Buenos días, Estrella Rota. —

Por esta vez podía darse el lujo de ser un poco grosera, a nadie le iba a parecer extraño el malhumor de una madre primeriza, aunque ella sabía que en realidad no era por su situación actual. Claro, tener que tolerar el gasto de energía que implicaba alimentar tantas bocas era fastidioso, pero más fastidioso era saber que Zarpa Quebrada tenía el mismo lugar en el Clan que sus perfectas crías. “Debería agradecerme a mí el Clan Estelar.” Pensó con desdén “Estoy salvando el pellejo del Clan del Trueno”

Ante la pregunta de su líder, Llamado Glacial contestó nuevamente mientras lamía a cada uno de sus cachorros, que se alimentaban con energía —Chaparrón no ha pasado por aquí aún. Acordamos que elegiríamos los nombres entre ambos. En todo caso, no lo he visto.— concluyó. Sinceramente, lo que ella más necesitaba era una gran charla con alguien como Ceferina. Ella hacía menos preguntas.

La conversación entre Llamado Glacial y Estrella Rota, hizo despertar a uno de los pequeños cachorros bicolor, oyendo atentamente la charla que éstos dos tienen, el cachorro no logra reconocer al gato que se aproxima a su madre. Éste nuevo gato es grande y la luz en su espalda no logra deslumbrar bien su rostro, volviéndolo una figura oscura que tiene una voz sería y algo exhausta, tornándose para el pequeño, mucho mas grave que la de su madre, infligiéndole un sentimiento de terror. El pequeño bicolor se alza sobre sus cuatro patas mientras comienza a sollozar del miedo y se aproxima rápidamente a su madre pisando sin querer en el camino a todos sus hermanos, pasando sobre todos ellos. Pega con sus minúsculas fuerzas el cuerpo contra el pecho de la reina, al hacerlo, comienza a ronronear suavemente buscando cobijo y protección para volver a dormir mientras  esconde su cara en su frondoso y cálido pelaje. El palpitar de su pecho vuelve a tranquilizarlo y logra enroscarse para descansar tranquilo bajo su cuidado.

El líder observó al pequeño temblar de miedo ante su presencia, y cómo con leve inquietud se ovillaba en el pelaje de su madre para buscar un refugio. El gran atigrado advirtió que temblaba demasiado para no estar en la estación sin hojas, quizá debería de avisarle a Pluma de Miel que revisara a los cachorros una vez más.
De su boca salió un gran bostezo mientras escuchaba a la gata hablar: —Vale, iré en su búsqueda —maulló— . Y le diré a un aprendiz que te traiga algo de comer, necesitas todas las fuerzas posibles luego de dar a luz a tantos cachorros. Especialmente ahora, el frío comienza a sentirse— al decir eso, su aliento casi se sintió helado. Se apartó de la entrada de la guarida pero observó por un rato más a los cachorros y a sus pelajes, pues estaba seguro que los que habían heredado el pelaje de Chaparrón, serían excelentes cazadores nocturnos.

El gato le hizo una señal con la cola a Ceferina despidiéndose, pues él debía volver a sus labores antes de descansar un poco, cuidar de los cachorros era tarea de las reinas. Seguido a esto, ordenó a Cardeña que le llevara una presa a la gata antes de dirigirse hacia la guarida de los veteranos, donde habló con ellos para pedir consejos por las temporadas venideras, además de terminar siendo regañado por los ancianos y enviado a buscar aprendices que les buscasen garrapatas en el lomo.
¡Oh Clan Estelar! Éste gato no podía dejar de pensar en una sola cosa: dormir de una vez. Tras hablar con su curandera y el resto de sus guerreros, salió disparado hacia su guarida, donde su lecho nunca pareció más cómodo. Se ovilló en el musgo y resopló sonoramente, cerrando los ojos para dormir.