El gato trotaba por el campamento. Hoy hacía un maravilloso día para estirar un poco las patas, y además ejercitar un poco los músculos, con lo cual no le parecía mala idea que su aprendiz Zarpa de Lagartija absorbiera algunos de sus conocimientos. La última sesión de entrenamiento sí que había sido agotadora y algo frustrante, especialmente para el joven, y estaba al tanto de que entrenar peleas también tenía lo suyo. Sin embargo, era crucial para él que como futuro guerrero Zarpa de Lagartija tuviese recursos de defensa y también ofensa lo más pronto posible, pues las cosas en el bosque podían tornarse de cabeza de repente. No era fanático de anticiparse a la tragedia, pero, resultaba necesaria la precaución.

Así fue como Blima anunció caminando hacia la guarida de los aprendices —Buenos días, Zarpa de Lagartija. Hoy hace un clima perfecto para continuar entrenando. ¡Vamos, que se nos va la mañana!

Dicho aquello, asomó su cabeza dentro del lugar, esperando verlo emerger, sus ojos brillaban, estaba lleno de ganas de volcar todos sus conocimientos nuevamente.

Sus ojos azules se entreabrieron acompañados de quejidos sonoros que provenían del aprendiz, su lecho estaba bastante cómodo y no quería dejarlo, especialmente después de su fracaso en el último entrenamiento que tuvo con Blima de Fuego. No es que fuese un mal mentor, al contrario, comparado con lo que otros aprendices rumoreaban entre sí, era de los más amables que podía tener aunque quizá fuese por ser un guerrero más joven que el resto de mentores.
Su cola se alzó lentamente, esponjada ante la frustración de levantarse mientras sus patas empezaban lentamente a desprenderse del musgo suave, soltó un bostezo largo al estirarse completamente caminando torpe y lento en dirección a su mentor anaranjado.
–¿Más? Pero si la tarde anterior no resultó en nada...– Maulló aún cansado de su repentino despertar, dispuesto a seguir a Blima de Fuego a pesar de su resignación por hacer algo, pensando en darle una segunda oportunidad a su pésima suerte de aprendiz ¿Quién era él para juzgar a un guerrero tan positivo como aquel que lo estaba alentando desde temprano?.

Lo siguió afuera de la guarida de los aprendices a un paso lento que apenas se ajustaba a movilizarse, sus ojos se cerraban cada cuanto tratando de despabilarse un poco más a cada pasito que daba, sabía que rápidamente recobraría la noción de estar alerta en cuanto salieran del campamento pero por ahora prefería disfrutar de su somnolencia antes que a los terrores que aguardaban en el bosque, ni siquiera tenía idea de qué planeaba “entrenar” exactamente Blima de Fuego, ¿Será que probarían suerte con la caza nuevamente? A lo mejor lo llevaría a reconocer el territorio una vez más, no había forma de que el pequeño pudiera memorizar todo en su primer recorrido, le faltaba experiencia y quizá prestar un poco más de atención a las palabras que le decían en vez de sobrepensar que alguien planeaba un ataque sorpresa sobre él cada que escuchaba un pequeño ruido entre la maleza y las ramitas que crujían en el suelo.
–¿A dónde vamos? ¿Haremos algo interesante?.– Finalmente más despierto, empezó a cuestionar a su mentor con curiosidad.

A Blima de Fuego le pareció graciosa la resistencia inicial del joven, era algo que tenía anticipado de cierta forma. Pero confiaba en sí mismo y en sus habilidades de aprovechar las horas de forma eficaz, a lo que le dió un poco de tiempo a despabilarse mientras hacía un mapa mental de algún lugar del territorio idóneo para lo que tenía pensado practicar con él.

Ante la pregunta del mismo, el gato anaranjado tuvo que contenerse de dar una respuesta demasiado larga, no quería que su entusiasmo le resultara pesado puesto que acababa de levantarse de su lecho a regañadientes.

“No todos están tan activos apenas sale el sol” reconoció sonriendo para sí mismo y finalmente ideó una respuesta suficiente.

—Te enseñaré algunas técnicas de combate.— maulló adelantando el paso mientras volteaba en dirección al aprendiz, sin detenerse —y, también, defensa.

Esperó a poder leer la reacción del contrario, sabía que existía la posibilidad de que a Zarpa de Lagartija le diera un poco de miedo puesto que aún no desarrollaba del todo su coraje.

Zarpa de Lagartija se detuvo en seco ante la mención del combate, erizando su pelaje y retrocedió en su lugar, agachándose como si una espina en su ser hubiese sido perturbada de una forma violenta. Sus ojos reflejaban el terror en su rostro y sus zarpas se hundían en la tierra ante los numerosos pensamientos que le invadían. Le aterraba la idea de entrenar para combatir, le asustaba la idea de luchar en general, Blima de Fuego no sería violento con él ¿O sí? ¿Qué tan fuerte se supone que uno entrena? No tenía la menor idea pero si un guerrero podía quitarle la vida a otro tal como había presenciado de cachorro entonces no quería ni imaginarse el inicio a tal atrocidad. Miró a su mentor fijamente a los ojos, haciendo evidente su miedo y oposición ante la idea del entrenamiento, ¡Preferiría seguir fallando en la caza toda la tarde!
–¿Combate?.– Murmulló petrificado en su lugar, tan quieto como un árbol, se rehusaba a mover aunque fuese una de sus zarpas para seguir a Blima de Fuego a donde fuese que quería guiarlo.
Por un momento su mente se posó en el peor escenario de todos: ¿Y si el guerrero anaranjado quería llevarlo a un lugar secreto para matarlo? No sabrían de su crimen siendo Zarpa de Lagartija tan pequeño, fácilmente cualquier cosa podría ser disfrazada de un triste accidente que le podría haber ocurrido.
–Como… ¿Como pelear?– Logró chillar en voz cada vez más baja, los nervios lo dominaban a ese punto, incapaz de seguir adelante mientras todo su cuerpo le gritaba internamente que diera la media vuelta y se escabullera en donde pudiese, donde no lo encontrará un peligro letal como era luchar con otro gato. ¿En serio esperaban que combatiera con un gato mucho más grande y experimentado que él? ¡Estaban locos!

Para sorpresa del joven mentor, quien abrió sus ojos grandes del susto, el gato marrón parecía aterrado. Blima de Fuego nunca había visto algo así, a lo sumo un poco de pavor por parte de sus compañeros en un principio pero..

No supo muy bien qué hacer, claramente Zarpa de Lagartija se negaba rotundamente y parecía tener motivo suficiente para hacerlo. “No es falta de coraje únicamente, no” se dijo para sí, su rostro reflejaba una gran preocupación ahora que entendía la magnitud del asunto. Dudó con la cola ladeante si acercarse o no, así que simplemente se limitó a sentarse en frente del más pequeño.

—Oye, tranquilo. No voy a presionarte si te aterra de tal forma, tampoco es útil forzarse a hacer las cosas..— maulló comprensivo, pensando qué otra alternativa habría. No quería hacerlo sentir peor, pero tampoco se sentía seguro con la idea de un gato completamente indefenso. Procurando no sonar demasiado insistente, trató de mediar

—Mira, es costumbre entrenar con las garras envainadas, lo que significa que nadie podría hacerte daño grave. Tienes mi palabra — alzó su pata suavemente antes de continuar, para que el otro observara y corroborara que no estaba mintiendo. Añadió —como tu mentor, me pesaría la consciencia si no te enseño aunque sea una o dos cosas, cuanto mucho para que puedas defenderte — miró a un lado, conflictuado con la situación.

—¿Qué dices?

El aprendiz escuchaba atentamente a las palabras de su mentor, aún petrificado en su lugar y sin apartarle la vista de encima, alzando lentamente sus orejas y calmando el pelo de a poco conforme le iba explicando, tenía más sentido que no fuesen golpes reales y las garras jamás estuvieran desenvainadas tal y como se haría en una pelea real, pero algo le seguía inquietando de tan sólo pensar en entrenar para combatir, algo que simplemente no podía quitarse de la mente. Por otra parte, tampoco quería parecer débil ante Blima de Fuego, quien parecía dispuesto a explicarle paso a paso cualquier base sin necesidad de una confrontación como las que se imaginaba.
–¿Desenvainadas? .– Repitió Zarpa de Lagartija tratando de calmar su respiración agitada. –Eso suena un poco mejor...– Agregó, aún con su cuerpo tenso aunque menos erizado que antes, dió unos cuantos pasos lentos en dirección hacia el guerrero de pelaje rojizo.
Cuando su mentor alzó la pata para que viera que no había ningún peligro, se acercó un poco más, estirando su cuello, para confirmar que no iban a usar las garras. Después escuchó la siguiente parte de su racionamiento con la insistencia de ir a entrenar algunos movimientos, tampoco lo había visto de ese modo: cualquier cosa que le enseñara no sólo sería para atacar, sino, también para defenderse. La idea no parecía tan complicada, pero le seguía aterrando la idea de tener un gato mucho más grande que él abalanzándose en su dirección como si fuese un ratón apunto de ser cazado, si aceptaba ir a ese entrenamiento todavía le quedaba tener la fuerza de voluntad para siquiera seguir los pasos, si bien dudaba en hacerlo supuso que no quedaba de otra más que intentar cuanto menos algunos movimientos ante la mención de la preocupación de Blima de Fuego sobre no enseñarle algo mínimo; pensó que a su madre, Arbusto Gélido, tampoco le gustaría la idea de que no aprendiera nada y si algo le asustaba más que un gato de su propio Clan tumbandolo al suelo era ver la decepción mezclada con angustia de su familiar que tanto se había esforzado por ser reconocida como la mejor en ese aspecto, si no era por él mismo al menos lo haría para darle un poco más de tranquilidad al rostro de la gata a quien tanto quería y la cual se esforzó por criarlo hasta tal punto. Relajando más el pelo, con mechones visiblemente alterados aquí y allá, se acercó a Blima de Fuego con la cabeza gacha, sentándose justo enfrente de él cabizbajo.
–Tendré que hacerlo.– Maulló con la voz baja lo suficiente para que sólo el mayor pudiera escucharlo.

—Vamos— concluyó el guerrero, feliz de haber ayudado a su aprendiz, aunque aún preocupado, por lo que se aseguró de caminar junto a él. Cada tanto lo observaba, estando al tanto de su estado emocional, mientras lo guiaba a la zona de entrenamiento. Andando por las zonas algo pantanosas del territorio, señaló puntos importantes en el camino, usando el momento como uno de exploración brevemente antes de llegar.

El cielo estaba brillante y el aire fresco, Blima de Fuego tomó una respiración tratando de enfocarse en la tarea presente. Se dió la vuelta, mirando a su aprendiz con determinación

—Lo primero que debes saber es que son muy importantes los reflejos, nunca quites los ojos de tu rival. Empecemos por algo sencillo, trata de seguir cómo me muevo, ve si puedes acercarte— maulló el anaranjado y posteriormente dió saltos de un lado a otro. Procuró que no fuera demasiado rápido para que no se tornara confuso: lo último que quería era desanimarlo a intentar aunque sea.

El camino hacia la zona donde Blima de Fuego tenía planeado entrenar parecía eterno a los ojos de Zarpa de Lagartija, si bien también había tenido esperanzas de poder reconocer mejor el terreno jamás pudo haber tenido en mente un recorrido así de largo, pasaron por varias zonas que tuvo que anotarse mentalmente, parando cada tanto para memorizar la escena que veía cuando su mentor indicaba que era un lugar bueno para ciertas cosas o simplemente uno que era mejor tener en mente; cuando sus patas apenas le estaban empezando a advertir del dolor de la caminata, ya con el peso desgastando sus almohadillas, Blima de Fuego paró en seco indicándole que habían llegado a su destino, acto seguido no parecía perder tiempo con lo que venía a enseñar, si bien todavía optimista y con un entusiasmo que hasta cierto punto le parecía contagioso, se sentó a observar cómo el macho saltaba de un lado a otro dándole la instrucción de acercarse a él mientras seguía en movimiento.
Para ese punto, la caminata le había quitado la mayoría de los nervios que lo habían horrorizado hace unos momentos atrás, si bien seguían presentes, el ánimo de su mentor sugería hacer unos cuantos intentos haciendo valioso el tiempo que tomó llegar hasta ahí.
Se agazapó, en posición para abalanzarse, sus garras envainadas como había indicado el mayor –además de fijarse que éste igualmente las tuviera guardadas– con las orejas pegadas al cráneo mientras observaba más atentamente el tiempo que le tomaba saltar de un lado a otro, una vez que creyó había captado la forma en la que se movía, saltó decidido a chocar contra el guerrero anaranjado en movimiento con la esperanza de que si salía bien podrían terminar pronto…

El miembro 'Zarpa de Lagartija' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' :

Antes de que pudiera reaccionar, Blima de Fuego notó en una fracción de segundo a mitad de sus movimientos como el cuerpo marrón de su aprendiz se abalanzaba en dirección al suyo con decisión. El peso del joven, aunque no era mucho, resultaba un tanto aturdidor al inicio, mientras el guerrero caía de costado.

Con una emoción rebosante, no pudo evitar celebrar: —¡Qué buenos reflejos, Zarpa de Lagartija! —maulló—La rapidez es importante al caer, puesto que te deja en desventaja. Puede parecer obvio, pero resulta muy útil: unos segundos hacen la diferencia. —remarcó, listo para continuar su lección.

—Ya que pasaste la prueba de reflejos, te instruiré un poco más, aprovechando que estoy tirado en el suelo, sobre lo que no debes hacer estando vulnerable— su maullido se oía serio pero algo risueño por la posición en la que estaba. Volteándose de forma que su estómago quedase expuesto, explicó —El estómago es la parte más sensible del cuerpo, y es la que más debes proteger, además del cuello. La defensa ideal para evitar posibles heridas graves es, primeramente, patear lo más rápido y fuerte que puedas a tu contrincante. —

Hizo una pequeña demostración suave, ya que incluso sin garras la técnica resultaba dolorosa para el rival. Tensando las patas traseras, amagó con golpear el estómago bajo de quién supuestamente tendría encima, añadiendo —Si lo haces con fuerza, podrías lanzar a tu enemigo lejos, dándote tiempo a recobrar el equilibrio. — maulló levantándose.

—Ahora yo trataré de atacarte, ¡Piensa rápido! — exclamó dando un brinco corto hacia Zarpa de Lagartija…

Última edición por Blima de Fuego el Miér Jul 24, 2024 5:06 am, editado 1 vez

El miembro 'Blima de Fuego' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' :

La ovación de Blima de Fuego motivó al aprendiz, tener buenos reflejos le resultaba lo mejor que podía tener, si no dejaba que lo atacaran entonces no le pasaría nada malo, no tenía por qué aprender más movimientos y lo mejor de todo ¡Podría mejorar su cacería! Alzó la cola en una señal de evidente felicidad y orgullo por lo que había logrado, cosa que rara vez hacía pero el momento y el entusiasmo fueron los correctos para sacar ese pequeño lado del gato marrón. Sabía que la sesión todavía no estaba por finalizar, pues el contrario no había mencionado nada de eso, en su lugar le remarcó los lugares que no debía dejar que ningún gato tocara para no perder si llegase el momento de una batalla, mientras describía los lugares sensibles, Zarpa de Lagartija se agazapó nuevamente pegando su barriga al suelo y ante la mención del cuello se contrajo encogido de hombros, afectado por lo que decía el guerrero anaranjado. Después de su explicación, trató de despabilarse un poco, relajando su postura pero al ver a su mentor ahora intentando acercarse a él en una demostración de otra lección, el miedo movilizó su cuerpo haciendo un movimiento escurridizo para esquivar el “ataque” de Blima de Fuego, volviendo en redondo después de safarze el sentir un miedo peor.
–¿Lo hice bien? .– Preguntó, curioso de saber si siquiera se suponía que debía esquivar dicha lección, cuestionándose a sí mismo pensando que capaz era mejor dejarse atrapar, cosa que no haría, obviamente, el miedo en sus zarpas no lo permitiría.

Blima de Fuego cayó con un golpe seco al suelo. No había utilizado mucha fuerza, pero aún así no se esperaba que el joven esquivara con tanta rapidez su ataque, a lo cual reaccionó con emoción por segunda vez:

—Vaya, ¡Pues sí te mueves como una verdadera lagartija! — sonrió risueño. Aunque su idea original era que el contrario practicara la técnica de patadas que le había enseñado, no le venía nada mal un imprevisto, según él hacía las cosas más divertidas. —No era exactamente lo que tenía en mente, pero fue entretenido. Ahora ya sabes que lo importante es el tiempo de reacción, jamás le muestres tu espalda o dejes expuesto tu estómago en presencia del enemigo. A decir verdad, tienes buen potencial, deberemos practicar más métodos de defensa.

Dicho esto último, advirtió —Así como el Clan de la Sombra tiene el sigilo, los gatos del Clan del Trueno poseen por lo general fuertes patas traseras. Cuida de no quedar bajo sus garras. Añadió —Esta estrategia te será útil, si llegas a estar agachado y quieres huir rápidamente.

Realizó una demostración: agazapado, se volteó hacia un lado para en cuestión de segundos lograr volver a ponerse de pie. —Es una excelente estrategia de esquive, ¡Inténtala! — exclamó lanzándose hacia él nuevamente.

Al oír la motivación de su mentor nuevamente, soltó una sonrisa que rara vez aparecía en su asustadizo rostro, le daba una buena porción de orgullo saber que de alguna forma le estaba haciendo honor a su nombre al ser bastante escurridizo a la hora de esquivar ataques, quizá eso le sirva en algún momento crucial… Aún si ahora nada de eso debía preocuparlo no podía evitar pensar en eso.
–¡Gracias! .– Maulló con alegría ante el cumplido previo de Blima de Fuego, si iba a destacar en algo claramente preferiría que fuese en su velocidad, ser difícil de atrapar significaba menos probabilidad de que alguien lo atacara. Pero ahora necesitaba concentrarse en la última parte del entrenamiento que se estaba llevando a cabo, ahora el guerrero le estaría enseñando un movimiento para ponerse en pie rápidamente y escapar si alguna vez se encontraba expuesto en las partes más blandas de su cuerpo.

En cuanto el mayor se abalanzó a él, no dudó ni un segundo en imitar el movimiento, agazapándose para evadir al otro, inmediatamente rodando en el suelo haciéndose a un lado y poniéndose de pie lo antes posible… Sus patas estaban en una posición bastante extraña en cuanto lo hizo y su cabeza estaba dándole vueltas, se había mareado de la rapidez con la que tuvo que efectuar dicho movimiento, quedándose parado sin hacer mucho por un momento tratando de recobrar la visión y la sensibilidad de sus zarpas, agitando la cabeza de un lado a otro para ver si eso le ayudaba.
–¿Así?.– Dijo balanceando su peso de un lado a otro mientras sus patas todavía se encontraban en un ligero problema para mantenerse en equilibrio, al cabo de un par de pasos cayó al suelo suavemente, sus patas se habían rendido de cargar su peso ante el mareo que sentía, necesitaba estar en la tierra por un momento soltando unos cuantos gruñidos de protesta a la vez que cerraba sus ojos. Demasiado entrenamiento para un gatito de su reciente edad, sin mencionar que era un entrenamiento al que temía enfrentarse, había quedado exhausto física y mentalmente de su arduo labor.
Poniéndose de pie al pasar unos momentos, se acercó cabizbajo a su mentor poniendo su cabeza en su hombro –O hasta donde llegara al costado de su pata, por diferencia de altura– aún haciendo pequeños gruñidos de molestia.
–¿Podemos volver?.– Preguntó cansado, al parecer no era el mejor fanático de sufrir un mareo y sus garras ya le empezaban a recordar la gran caminata que tenían que hacer de regreso para volver al campamento, para su suerte Blima de Fuego no parecía oponerse a la idea.