El canto de los grillos se oía entre la maleza boscosa por donde pasaba Llamado Glacial, quien luego de un día de pleito exhaustivo con sus compañeros en patrulla fronteriza, decidió vagar hacia otros clanes, quizá para calmar su aburrimiento, o algo así. No soportaba quedarse demasiado tiempo pensando, prefería actuar, sea lo que sea que fuera a hacer era mucho mejor que estar quieta como ave sin alas.

Su idea era revisar algún área limítrofe diferente, mientras más lejos, mejor. El Clan del Trueno actualmente parecía prevalecer por encima de los otros, no se oponía a la idea de explorar a ver qué guerreros escuálidos hallaba en las fronteras. El Clan del Viento no era una opción. Enfermizos y demasiado escuálidos. Puaj. El Clan de la Sombra, ni pensarlo. Pero por otro lado, el Clan del Río..

“Perfecto” se dijo cruzando entre los árboles hasta que pudo oír la corriente. Olfateó alrededor, procurando mantenerse oculta un momento para observar, la luna brillaba en el cielo oscuro.

Atenta, la gata miraba filosamente hacia el río, esperando algún encuentro, aunque suponía que la mayoría de gatos estarían durmiendo a estas horas de la noche. Por un momento, sólo se oyeron los grillos, y Llamado Glacial sentía la brisa de la Hoja Verde en su pelaje. De repente, en vez de correr tranquilamente, el curso del agua pareció ser interrumpido por un chapoteo ligero. La guerrera volvió a prestar atención, y olfateando el aroma presente en el aire lo reconoció pegándose a su paladar: una gata del Clan del Río.

Perfecto para saciar su aburrimiento en una noche tan tranquila, pero debía tener tacto, por más que prefería dejarse llevar si hacía demás ruido todo mundo se enteraría de su diversión fronteriza. Despacio se abrió paso entre los arbustos que conformaban el límite del bosque cercanos al río, dejando en evidencia el revoltijo de las hojas. Su silueta de gran tamaño aún se hallaba parcialmente oculta entre la maleza, la guerrera estaba atenta al hecho de que su pelaje podía resultar llamativo contrastado con la luz de la luna. Si bien amaba ser el centro de la atención y causar una impresión —buena o mala— se recordó que no era el momento para estupideces, aunque eso no le quitaría su deseo de autosatisfacción.

La gata del Clan del Trueno pensó por un momento cuál debía ser su próxima acción. Atacarla probablemente fuera una mala idea, después de todo seguía siendo de noche y no descartaba la idea de abstenerse aunque sea un poco. Además, quien fuera que sea, el aroma al Clan del Río era cuanto mucho más pasable que el de los otros Clanes.

Resolvió que lo mejor era mostrarse completamente. Su pelaje bicolor brillaba como ella anticipó, y simplemente maulló —Cálmate.—
Se sentó en su lado de la frontera, indicando que no tenía deseos de hacerle daño, y se limitó a dar una explicación simple —Sólo disfruto de..el silencio nocturno, en esta época del año.— Llamado Glacial supuso que esa era una excusa algo creíble, poco le importaba cuánto mientras añadía —Y entonces oí un chapoteo. Como usualmente suelo ser la única despierta aquí a estas horas de la noche, me llamó la atención. —

Su tono no reflejaba agresividad, pero tampoco calidez. Lamía su pata pasándola por detrás de una de sus orejas, en un esfuerzo de parecer relajada, esperando que pronto pasara algo interesante, o al menos su tipo de interesante.

La felina bicolor no le dirigió la mirada, continuaba lamiendo su pelaje mientras intentaba aún mantener su actitud de calma forzosa, supuso que contarle la verdad —o al menos media verdad — no haría demasiado daño. Ni que quisiera cuidar su reputación de tal forma.

—Pues, es la primera vez que me aparezco aquí, en la frontera del Clan del Río a esta hora. A veces, simplemente me aburro, y una gata como yo no está hecha para quedarse durmiendo cuando hay tantos trabajos por realizar. Supongo que me entenderás.— maulló con un tono algo vacío, aunque con una pizca de orgullo al final. Sólo ella sabía qué tanto de eso era verídico, y le parecía perfecto así, no le debía tantas explicaciones a nadie.

—Debería preguntarte a tí lo mismo. ¿Qué haces tú, a estas horas?— entrecerró los ojos, haciéndose la interesante —Pero lo que a mí más me intriga y, además, me concierne, es: ¿Cómo estás tan segura de cómo somos los gatos del Clan del Trueno? — al preguntar esto último, su tono reflejó curiosidad.

Oyó las explicaciones en silencio, mientras detenía su “baño” y en su lugar la observaba nuevamente. Entendió a raíz de su tono que a pesar de su tamaño, la gata parecía tener bastante carácter. Le era refrescante, a decir verdad. Parece que esa noche no se aburriría como pensó.

Si bien no había asistido a la última asamblea, recordaba vagamente hace muchas lunas atrás lo quejumbrosa de una joven del Clan del Río, supuso que era ella. Sin embargo, su excusa no le convencía mucho puesto que entonces Llamado Glacial podría hacer las mismas suposiciones del Clan de la contraria, con esa lógica —y de todos modos, lo hacía, por mera costumbre a la rivalidad. — No indagó más a fondo porque había puesto su atención en la respuesta siguiente.

—Un baño. Ya veo. Creía que los gatos del Clan del Río se bañaban constantemente. Digo, porque está en su naturaleza, o cosas así — maulló un poco con desdén y otro poco con cizaña. Ante el dato curioso, esbozó una sonrisa algo dientuda —Lo sabía.—

La actitud de la gata le resultaba entretenida. —Sería muy cerebro de ratón para delatarme a mí misma— maulló, consciente de que si lo reportaba revelaría su ofensa de cruzar las fronteras. Seguía sonriendo, sus ojos amarillos ahora más abiertos.

Su mirada reflejaba intriga, y oyendo las palabras de la contraria, supuso que tenía razón, pero nuevamente sólo le cuadraba la mitad de su narrativa. No tardó en darse cuenta que, efectivamente, la felina del Clan del Río era bastante lengua suelta..se preguntaba si eso le había traído consecuencias, observando a su vez sus tácticas de pesca, asumiendo que sabía de lo que hablaba. No es que le fuera muy útil saber, los gatos de su Clan no tenían preferencia por los peces, por lo que escuchaba a medias, sin poder quitarse la sensación de que aquella gata escondía más de lo que dejaba ver.

En cualquier caso, al escuchar la burla hacia ella, Llamado Glacial sintió una mezcla extraña de querer seguir sus impulsos a los que recurría usualmente cuando era insultada, y de querer reír, la tricolor apenas le llegaba al homóplato. —Tienes agallas. Supongo que por eso estoy mirándote tanto, es que tienes cara de pez— soltó, satisfecha de su respuesta y con algo de humor. Luego, como si no hubiera dicho nada del estilo, respondió seriamente —No. Los gatos del Clan del Trueno no sabemos nadar. ¿Por qué lo preguntas?—

Mientras maullaba, trató de enfocar la vista en lo que parecía que estaba limpiando la gata en su pelaje, aunque no alcanzó a divisarlo lo suficiente.

El miembro 'Zarpa Soleada' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' :

Al notar el fastidio de la gata por algo que para ella había sido una simple broma —cosa que tampoco hacía regularmente— se sorprendió. ¿En verdad era tan malo ese insulto ridículo? Podría jurar que a ella le habían dicho cosas peores. Al pensar en eso, se le vino a la mente su madre, Pluma Acechante, quien regularmente le decía insultos denigrantes, al menos antes de que discutieran por última vez, días antes de su muerte. Parecía mirar un punto fijo, hasta que se obligó a salir del trance.

—Ojos de Rata me parece un nombre temerario. Perfecto para mí— maulló de vuelta burlonamente, prestándole atención, ya que al parecer tenía una oportunidad de cazar. Utilizó ese momento para corroborar que en efecto, la felina no mentía sobre sus habilidades para la caza acuática. Al dirigir su mirada tan sólo un poco más arriba, pudo notar lo que anteriormente estaba resguardando tras su lavado intensivo: cicatrices. Aquello fue lo que despertó de una vez por todas su interés, y con aparentes ánimos, maulló, esta vez con un dejo de provocación —Te dije, no tienes ni idea de cómo somos los gatos del Clan del Trueno. Sólo te queda conocernos mejor, entonces, por eso no me voy. Te estoy haciendo ese favor.— “Especialmente si cree que soy tranquila.” Se dijo lo último para sí, alimentando su ego. Llamado Glacial estaba tratando de ocultar sus ansias competitivas detrás de su mirada, que no dejaba de alojar un cierto brillo.

Llamado Glacial observó el pez que se deslizaba hacia ella con curiosidad. Muchas cosas durante este encuentro habían despertado esa sensación en ella, una que no se mantenía por demasiado tiempo, pero que cuando lo hacía, le resultaba lo más cercano al entretenimiento que no incluyera violencia de por medio. Se preguntó si comérselo, pero no quería arriesgarse a que ni siquiera un mínimo aroma quedara impregnado a ella, por seguridad. Rechazó la caza deslizándoselo de vuelta, maullando —No es buena idea. No quiero que nadie se entere de nada.— Sus ojos, aunque no de rata, sí parecían algo espeluznantes cada tanto, como los de aquellos roedores tan fastidiosos.

Mirando hacia un lado,de reojo, contestó —Pues tienes razón. La vida en los Clanes es así. Pero, ni tú ni yo nos amoldamos del todo a ese estilo de vida. Si no, no estaríamos aquí paradas, conversando.— señaló —A menos que creas que soy una típica gata del Clan del Trueno. — “Y quizás, lo soy. Pero ¿qué diablos importa?” pensó. —Algo me dice que tú tampoco eres una típica gata del Río.— Observó fijamente sus cicatrices, señal de que ya las había notado. —O, no lo eras, según recuerdo vagamente. ¿Cómo te llamas, entonces? Ya que decidimos que nada importa, ¿Porqué no arriesgarnos?—

Esta vez,su maullido era genuino y ocultaba tras un fino velo su ferocidad.

Llamado Glacial estaba cada vez más confundida, extrañamente. Al ver la forma de comer de la contraria no pudo evitar esbozar una mueca. Le era difícil siquiera imaginar que algo así era posible o deseable para cualquier gato. Mirándola de arriba a abajo, casi con la sutileza de un tejón, le pareció graciosa su respuesta.

—¿No quieres? ¿O no puedes?— entrecerró los ojos, como acostumbraba cuando desafiaba levemente, aunque sólo por unos segundos y luego se desvaneció aquel impulso. Parecía simplemente inevitable para ella controlarse, aunque fuera mínimamente.

—De cualquier forma, yo tampoco me amoldo al Clan del Trueno. No es un secreto. Todos lo saben.— maulló con algo de orgullo, orgullo de que había podido retomar esa maldita exclusión que había sufrido y volverla una utilidad. —Mi nombre es Llamado Glacial.— Sentía que su ego aumentaba a niveles exponenciales, aunque sigilosamente, con firmeza.

—¿Zarpa Soleada?— levantó una ceja confundida. La gata le parecía pequeña, sí, pero no le daba tan pocas lunas de edad, especialmente porque ya la había visto en las asambleas hacía mucho, y más joven aún.

Llamado Glacial se tomó la libertad de seguir observando las cicatrices de la gata, todavía con mayor curiosidad, más aún cuando oyó mencionar el motivo de las mismas: su propio líder, Estrella Rota. Sintió una pizca de orgullo, confirmando cuál ególatra la fuerza de su propio Clan. Sin embargo, se limitó a responder

—No, para el Clan del Trueno no es noticia que se sepa.. nadie lo mencionó. Nisiquiera el mismo Estrella Rota.— Miró hacia un lado, tratando de mantener sus impulsos a raya. Obtener información como espionaje no era de su interés, pero se sentía aludida, simplemente para seguir alimentando su ego. A veces, para los demás, eso era lo único que hacía, propio de su forma de ser conflictiva.

Al oír la pregunta de la gata tricolor, dirigió su mirada a ella otra vez. —Pues verás. Mi madre nunca aprobó mi corpulento físico, con el que nací. No puedo evitarlo, ya sabes.— contestó, alzando las garras hacia su rostro contemplativamente, mientras lamía el interior de su pata. Su tono daba a entender que no estaba mintiendo, pero que tampoco parecía particularmente afligida. —Cosas de padres.— “De imbéciles .” —Y pues, para el resto de mi Clan, llamo tanto la atención..— añadió, alzando su cabeza y entonando de modo burlón.