Zarpa de Menta estaba en la guarida de los curanderos, rodeada del suave aroma de las hierbas secas y del sonido del río que corría cerca del campamento. Sus movimientos eran metódicos mientras repasaba las reservas. A medida que avanzaba, su expresión se tornaba más seria; cada compartimento parecía más vacío que el anterior. Caléndula, seca. Hojas de roble, apenas un par de hojas. Celidonia… desaparecida. Su corazón dio un vuelco.

— Esto es un desastre — murmuró para sí misma, sus ojos celestes brillando con una mezcla de frustración y preocupación. Su mentora, Melodía de Brasas, llevaba días enferma y nadie había salido a reabastecer la reserva de hierbas. Esto significaba que la responsabilidad recaía en ella.

Se enderezó, cerrando los ojos por un momento mientras se obligaba a calmarse. El Clan Estelar no me pondría una carga que no pueda soportar.

Decidida, salió de la guarida y casi de inmediato se cruzó con Zarpa de Bosque, quien estaba cerca observando el campamento. Mintpaw no solía buscar la compañía de otros aprendices, pero sabía que, en este momento, necesitaría ayuda.

— Zarpa de Bosque — llamó, su tono tranquilo pero con un tinte de urgencia — ¿Podrías acompañarme? Necesito recolectar hierbas, y no puedo dejar que la situación empeore más. Es importante. — Sus ojos se fijaron en la otra aprendiz, su mirada firme y directa.

La ahora aprendiza se había tomado la mañana libre, fue como si Pantanoso no se hubiera tomado la molestia en lidiar con ella esa mañana, la gata anaranjada se había pasado la mañana recostada en el suelo cerca de la maternidad, extrañaba aquel lugar y soñaba con escabullirse al que había sido su lecho.

Ocasionalmente miraba a su alrededor y devolvía su vista al suelo, con sus orejas abajo, Zarpa de Bosque soltó un suspiro pesado.
Los nervios se le pusieron de punta cuando escucho a alguien llamándola, Zarpa de Menta, la nueva aprendiza de Curandero del Clan, la gata levanto las orejas de golpe y erizo el pelaje de su cuello cuando la vio acercarse.

Antes de que ella saliera de la maternidad, se pasaba algunos días observando la guarida de curandero por fuera, hasta que Zarpa de Menta llego y ahora mantenía distancia, no por que le disgustara, al contrario, creía que ella tenía un pelaje y ojos bastante bonitos, pero lo que la hacia mantener distancia era la presencia de dos gatos dentro de un espacio pequeño.

Las multitudes la ponían nerviosa.

La felina apenas logro sentarse cuando escucho la petición de Zarpa de Menta, la aprendiza anaranjada bajo las orejas y la mirada ¡Simplemente no podía! Si no la acompañaba podría ir a quejarse con Pantanoso, y ella no quería un regaño de Pantanoso.

Así que solamente asintió ante lo que la aprendiza de Curandero le estaba pidiendo.

Zarpa de Menta notó el ligero temblor en la postura de Zarpa de Bosque y el movimiento evasivo de sus orejas. A pesar de ello, la otra aprendiz asintió con aparente resignación, lo que fue suficiente para ella. No era alguien que forzara palabras innecesarias, así que simplemente inclinó la cabeza en un gesto agradecido.

— Bien,— dijo con voz tranquila, pero cargada de la misma urgencia que antes. — No tomará demasiado tiempo, pero necesitamos recolectar caléndula y celidonia. Además, hay algo más que debemos buscar: lavanda. Crece cerca del suelo arenoso junto al río. Será útil para aliviar la tos de Melodía de Brasas y también para otra tarea importante.— Zarpa de Menta hizo una breve pausa, sus ojos celestes brillando con un matiz más suave. — Quiero plantar lavanda cerca de la tumba de Fronda. Ayudará a disipar el olor y será un recordatorio tranquilo de su espíritu.

Mientras hablaba, su mirada se desvió hacia el cielo despejado. Aunque su tono era controlado, había una ligera tensión en sus movimientos, un reflejo de la presión que sentía por la responsabilidad de mantener al clan saludable.

— Vamos, conozco un lugar cerca del río donde deberíamos encontrar lo que necesitamos. Si encontramos otras hierbas medicinales en el camino, mejor aún. Debemos estar atentas.

Zarpa de Menta giró hacia la salida del campamento, caminando con pasos fluidos y seguros, asegurándose de no alejarse demasiado rápido, consciente del nerviosismo que Zarpa de Bosque podría sentir al salir en un momento tan inesperado.

Mientras avanzaban juntas por el sendero, el murmullo del río se hacía más fuerte. Zarpa de Menta habló de nuevo, esta vez con un tono más suave. — Sé que Pantanoso puede ser estricto… pero también sé que no te obligaría a hacer algo que no puedas manejar. Estás bien acompañándome, ¿verdad? — Sus ojos celestes se entrecerraron ligeramente, estudiando la reacción de la otra aprendiz mientras se acercaban al terreno arenoso que bordeaba el río.

La aprendiza aún con las orejas bajas escucho lo que la aprendiza de curandero le intentaba explicar, iban a necesitar un montón de hierbas, así que intento poner más atención de la que ella solía poner, luego se levanto mientras Zarpa de Menta seguía hablando de las cosas que quería hacer.

Iban a necesitar Lavanda para la tumba de Fronda, y ahí fue donde Zarpa de Bosque se desconectó, oh, como extrañaba a Fronda, tenía algunos recuerdos de la bonita gata anaranjada visitando la maternidad e interactuando con ella cuando aún era mucho más pequeña.
Zarpa de Bosque había desarrollado un vinculo afectivo con Fronda y de un día para otro ella ya no estaba.

Cuando estuvieron afuera del campamento la gata anaranjada sacudió sus patas en incomodidad por la humedad de la tierra, no le gustaba para nada, pero no era como si ella pudiera drenar el agua del lugar.

Aún seguía pensando en Fronda y como se había ido, sentía que había sido algo muy repentino y la extrañaba, de verdad que lo hacía, incluso con el ruido del río golpeándole en las orejas, su mente estaba en otro lado mientras mantenía la cabeza y las orejas bajas.
De pronto sintió que Zarpa de Menta le hablaba de manera más directa, la aprendiza de tonos anaranjados freno en seco ante la mención de Pantanoso, ella bajo las orejas y no pudo sostenerle la mirada a Zarpa de Menta.

La estaban obligando a dar una respuesta más amplia que solo asentir ¿Por qué tenían que obligarla a hablar? A ella no le gustaba hablar y ahora tenía que hacerlo.

— … .- La aprendiza se tomo un momento para pensar bien en sus palabras.- Estoy… Bien.- Maulló finalmente.

Zarpa de Menta observó a Zarpa de Bosque con atención cuando la otra aprendiza se detuvo, notando cómo sus orejas caían y su mirada evitaba la suya. Ella entendió, por supuesto, que no todo lo que implicaba la tarea de recolección de hierbas sería fácil, pero la respuesta breve y la incomodidad de Zarpa de Bosque no pasaron desapercibidos.

— Está bien, — respondió la aprendiz de curandero con tono suave, sin presionar. — No tienes que hablar si no quieres. A veces el silencio es más útil que las palabras.

Zarpa de Menta observó cómo la gata anaranjada sacudía sus patas, incomodada por la humedad de la tierra, y un destello de comprensión pasó por sus ojos. A ella tampoco le agradaba la sensación de la humedad, pero había aprendido a ignorar las incomodidades físicas cuando la urgencia era más importante. Sin embargo, en este caso, se permitió hacer una pequeña pausa, para que ambas pudieran reponerse del impacto emocional de la mención de Fronda.

— Lo sé, — Continuó con suavidad, su tono reconociendo el dolor de su compañera. — Es difícil, pero el Clan Estelar está con ella, en todas partes, incluso en cada hierba que crece.—

Zarpa de Menta se mantuvo un poco más atrás, como si ofreciera un pequeño espacio para que la otra aprendiz procesara sus pensamientos, y luego continuó caminando hacia el río, guiando el camino. La ligera brisa que pasaba sobre sus pelajes parecía, al menos un momento, aliviar la tensión entre ellas.

— Vamos a encontrar la lavanda,— dijo al fin, más para sí misma que para Zarpa de Bosque, — y la plantaremos en su memoria. El Clan Estelar la cuida, y también nosotros, a nuestra manera.

Zarpa de Menta se adelantó, con pasos más rápidos ahora que se acercaban al terreno arenoso cerca del río.

Última edición por Zarpa de Menta el Mar Nov 12, 2024 5:39 am, editado 1 vez

Por el momento siguieron caminando, la felina anaranjada siguió caminando al lado de la bonita gata de pelaje blanco y de tonos grises. Y no es que ella no quisiera hablar, es que ella no tenía muchas cosas que decir, Zarpa de Bosque siempre terminaba por escuchar mucho y hablar poco.

Sus orejas se levantaron mientras escuchaba a Zarpa de Menta sobre como el Clan Estelar cuidaría de Fronda, Zarpa de Bosque se detuvo y levanto la mirada al cielo, en el Clan Estelar también estaba su mamá, no la recordaba, tampoco podía extrañar algo que nunca había tenido, pero deseaba tenerla para al menos extrañarla.

Luego regreso su mirada a donde Zarpa de Menta y con esto una idea le llego a la cabeza.

— Tu… ¿Hablas con el Clan Estelar?.- Maulló mientras veía a la contraria.- ¿Verdad?

¿No se supone que los aprendices de curandero y los curanderos podían ver al Clan Estelar? La aprendiza agito las orejas, desvió la mirada y con una pata revolvió la tierra que tenía debajo de la misma.

— ¿Podrías… Decirle a Fronda y ahm… A mi mamá que… Las extraño?.- Zarpa de Bosque bajo la mirada, avergonzada por la petición, inmediatamente se arrepintió de lo que había dicho.- No yo… Lo siento, solo… Vamos por la lavanda.

Zarpa de Menta se detuvo a mitad de un paso, sus ojos celestes parpadearon con sorpresa y algo más suave, una chispa de comprensión. Giró su mirada hacia Zarpa de Bosque, observando cómo la otra aprendiza revolvía la tierra bajo su pata, incómoda y vulnerable.

— No te disculpes, — maulló en voz baja, dando un paso hacia ella, su cola moviéndose ligeramente para que su presencia no resultara demasiado invasiva. — Es natural querer hablar con ellos. No es una petición tonta.

Se sentó, dejando que el suave sonido del río llenara el silencio por un momento. Su expresión cambió a una más seria, como si estuviera calculando cada palabra antes de hablar.

— A veces los sueños con el Clan Estelar no llegan cuando los quieres, sino cuando ellos lo deciden,— explicó con calma. — Pero puedo intentarlo, Zarpa de Bosque. Si me dan la oportunidad de verlas, les transmitiré tu mensaje. Te lo prometo.

La aprendiza de curandero bajó ligeramente la cabeza, mostrando respeto por la emoción de su compañera. — Fronda fue una gran guerrera, y estoy segura de que tu madre también lo fue. Ambas estarían orgullosas de ti.

— Vamos a buscar la lavanda. Mientras más rápido la recojamos, más pronto podremos hacer algo especial por ellas.— Le sonrió.

Sus ojos celestes, mientras, seguían escaneando el terreno a su alrededor. De pronto, algo llamó su atención al otro lado del agua: un pequeño campo de flores púrpura, moviéndose suavemente con la brisa.

— ¡Mira, allá está la lavanda! — exclamó, su voz emocionada pero manteniendo su tono sereno. Se detuvo junto a la orilla del río, observando el agua que fluía suavemente. — El río está tranquilo hoy, no debería ser difícil cruzarlo.