La pequeña patrulla fronteriza que Pantanoso habia organizado esta mañana se encontraba separada, siendo él quien preferia patrullar las Rocas Soleadas por su cuenta, sabia lo agresivos e impulsivos que podian ser sus guerreros acerca de esa zona, una zona que por lunas e historia fue ciclo de incontables peleas entre ambos clanes. Él estaba de acuerdo que eran partenencia de ellos, pero lo mismo debian pesar los gatos del Clan del Trueno, de cualquier forma, actualmente no les pertenecian, pero ya llegaria su momento de volver a reclamarlas como tal.

Era complicado marcar sus olores en la frontera del rio, pues no habia nada a que aferrarse, era debido a eso que Pantanoso dejaba su olor en todo tipo de objetos forestales que encontrase, sean rocas, tocones, arbustos, alguna saliente de la orilla del rio. Todo, y es por eso que tambien su olor era lo bastante fuerte en ese lugar especifico de la frontera. Un recordatorio de que el Clan del Rio estaba expectante en ese lugar de la frontera.

Una amenaza silenciosa, podriamos decir.

Un sonido en la lejania le hizo levantar la cabeza, la patrulla del Clan del Trueno estaba cerca, podia sentirlo, y a pesar de querer moverse para que no lo vieran, no lo hizo, mostrandose firme y en su lugar a cualquier gato del clan enemigo que podria parecer por sus frondoso territorio.

Estrella Rota acompañaba a Zarpa de Jazmín, teniendo una charla sobre lo orgulloso que estaba de su mentor por la nueva camada de cachorros que habían tenido y cómo beneficiaría aquello al Clan del Trueno, además de recordarle de la luz que había invadido al Clan el día de su nacimiento, evitando tocar el tema de las numerosas camadas perdidas de Cola Floral y sobre su hermano. Ni siquiera podía pensar en aquél cachorro.
En lo que sí podía pensar, era en cómo ganaba autoridad sobre su Clan al ser lugarteniente durante aquellas estaciones; oh, ojalá su propio lugarteniente fuese tan apasionado como él cuando era más joven, Estrella Rota se encontraba en extremo descontento con su lugarteniente, pues éste olvidaba las patrullas y parecía distraído constantemente.

Llegando a las Rocas Soleadas, el líder se detuvo en seco y el pelo de su cuello se erizó cuando el viento trajo consigo un aroma familiar: Pantanoso. Podía reconocer el olor del macho a largas colas de distancia, después de estar junto a él durante numerosas asambleas. Estrella Rota asintió a Zarpa de Jazmín, quien tenía las garras desenvainadas: parecía ya haber detectado al gato también y estaba lista para una confrontación contra el clan rival. Tras la señal del líder, la aprendiz se marchó al campamento, no sin antes recibir un lametón en la frente por parte de su padre; la aprendiz desapareció entre los matorrales y vegetación del bosque.
El líder se quedó atento, mirando del otro lado del hermoso río que se levantaba bajo él, alisando el pelo de su cuello; estaba algo tenso por la última interacción que había tenido con el lugarteniente del Clan del Río, y admitía por sus adentros que el rechazo del cumplido que le había dado, lo había dejado algo molesto. No dijo ninguna palabra para captar su atención, sus ojos se fijaban simplemente más allá del río.

— Aunque te escondas, tu olor te delata —.

La frase era corta y clara, el lider del Clan del Trueno fallo en esconderse del lugarteniente que no ocultaba su olor, no ocultaba su presencia. Era como una pequeña amenaza, silenciosa, calculadora y extremadamente paciente. Su cola barria el suelo con tranquilidad antes de caminar unas pequeñas colas de zorro hasta la orilla del rio, donde metio sus zarpas al agua, a su ambiente aun en su territorio.

Sabia por experiencia que los gatos de los demas clanes eran inutiles en el agua, por mas que sepan moverse o flotar sobre el agua no eran ni una simple amenaza para los amfibios gatos del Clan del Rio, y ni el gran Estrella Rota podria ganar en el agua. Cuando pudo ver al gran macho amarronado al otro lado de la frontera, Pantanoso observo que no se encontraba el otro gato que olio con él.

— Tiempo sin verte por la frontera —. Advirtio, ladeando su cabeza.

Recordo las palabras de admiracion, si se podrian decir, de Estrella Rota hacia él, y por mas que sienta algun sentimiento de narcisismo al escucharlas, era su obligacion como lugarteniente cuidar el nombre de su lider, de su primo, de las malas lenguas, aun cuando él sabia, en lo mas profundo, que era mejor que su familiar.

Estrella Rota permaneció silente por un par de latidos, ¿Qué querría ahora Pantanoso? ¿Compartirían presas y se acicalarían el pelaje? ¡Bah!
El lugarteniente era todo un misterio para él, siempre tan lúgubre y tan corto de frases siempre, como si cada palabra que saliera de su boca le hiriera físicamente. Si bien era un enigma, había algo que no podía ocultar de nadie: Pantanoso estaba solo, siempre distante de sus compañeros, pareciese como si ni siquiera tuviera nada qué conversar con ellos, ¿Qué clase de líder es aquél que no puede ni siquiera abrirse a su Clan?
Incluso Estrella Rota había dejado que el Clan lo viese lamentar la pérdida de su hijo, y participaron activamente del cuidado de sus hijas, ¿Pero Pantanoso? ¿Qué tenía él en su clan, como para rechazarle? ¿Un amor secreto quizá?

El enorme atigrado se limitó a salir de entre los arbustos, y saludó con la cabeza al gato, evitando el contacto visual; sentía sus orejas latir de lo avergonzado que se sentía de su último encuentro y de las palabras que Pantanoso le había dirigido directamente, resultando en una interacción incómoda.
Abrió la boca, como si fuese a decir algo, pero nada logró salir de su garganta, ¿Qué debía decirle al gato por el que sintió respeto y admiración, y ahora sólo le hacía sentir insultado tras sus frías palabras?

Por un segundo deseó no haber enviado a su acompañante de vuelta al campamento, ya que al menos tendría una excusa perfecta para escapar de su situación, pero ahora... ¿Qué?

El silencio reino en la frontera, solo siendo cortado por la cola del lugarteniente que cortaba el viento de la estacion de la hoja caida. Serpenteante e inquieta, mostraba el grado de impaciencia que mostraba el lugarteniente del Clan del Rio. Estaba ahi, podia olerlo como su estuviera a una cola de su cuerpo, pero se escondia como un cobarde, una musaraña escondida de los depredadores en su madriguera.
Dio un ultimo resolplido antes que Estrella Rota salga de su escondite, apareciendo frente a él, incapaz de mirarlo a los ojos.

Sabia de sus cicatrices faciales y corporales, pero no se considereaba un gato feo para que le aparten la vista de esa forma. De hecho, se consideraba hermoso, confiado de si mismo. El lider del Clan del Trueno no estaba desviando su mirada por eso, debia ser otra cosa, quizas: ¿Algo habia ocurrido en el clan? La informacion era preciada, pero se podia aguantar hasta la proxima Asamblea.
Su silencio y sumision le daban sentimientos controversiales. Por un lado le desagradaba lo sumiso que un lider podia verse, la mala impresion de este; por el otro, le encantaba ver como bajaban su cabeza ante él, si era de un rango mayor era aun mas regocijante.

Camino rodeando la orilla, de un lado al otro, quizas en una forma de mostrar su poderio corporal; o silenciosamente reclamar su poder sobre el gato frente a él. Cuando se canso de dar vueltas en silencio por fin enfrento el silencio de Estrella Rota, en un gruñido. ¿Que tanto estaba pensando el lider del Clan del Trueno? ¿Por qué indagaba tanto en sus pensamientos? ¿Por qué le importaba?

— ¿Que pasa? ¿Los ratones de tu territorio te comieron la lengua? —. Maullo, en una burla cinica. — La proxima deberias estrellar a la rata contra el arbol —. Sugirio, en peor comentario.