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Bienvenido,
Ambientación
Estación de la Hoja Caída ⸺ 19°C a 10°C
Los colores del paisaje comienzan a volverse anaranjados y marrones, y las hojas de los árboles comienzan a desprenderse de las ramas, cayendo sobre los territorios del bosque. Los guerreros se ponen más malhumorados de lo normal cuando sienten las frías brisas recorrer sus espinas, con la premisa de una estación más dura que la anterior. Incluso los Cuatro Árboles, que usualmente imponen respeto, ahora lentamente dejan caer sus hojas ante la mirada del Clan Estelar, quien está seguro que esta estación será dura para sus clanes, pero nada fuera de lo normal.Se abren las inscripciones a los Altos Cargos
El Otoño ha llegado
¡Apertura! Sean bienvenidos
No hay nada nuevo por aquí
Zarpa de Trucha
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La tenue luz del amanecer comenzó a filtrarse a través de la entrada de la guarida de los aprendices, tiñendo de un suave dorado las paredes de brezo. Zarpa de Trucha se removió en su lecho de musgo, su mente aún atrapada entre el mundo de los sueños y la realidad. Pero cuando sus ojos amarillos finalmente se abrieron, la fría mordida del aire matutino lo despertó por completo, haciéndole estremecer las orejas. Permaneció inmóvil por un momento, escuchando los suaves sonidos del campamento que empezaba a cobrar vida: el murmullo de los guerreros saliendo de sus guaridas, el lejano canto de un ave solitaria. Era un nuevo día, pero la sombra del fracaso de ayer todavía pesaba sobre él.
Con un suspiro pesado, Zarpa de Trucha se incorporó lentamente, estirando sus patas y arqueando su espalda hasta que sus músculos se soltaron. Por un instante, el recuerdo del examen fallido regresó como un golpe, y sus orejas se bajaron ligeramente. La liebre que escapó, el conejo perdido, el ruido de aquella maldita ramita… todo parecía aún tan vívido en su mente. Pero luego, recordó las palabras de Lágrima Ambarina, su mentora: “Tendrás otra oportunidad”. Se sacudió el polvo del pelaje con una sacudida vigorosa, dejando atrás los últimos rastros de sueño y duda. “Hoy será diferente”, pensó, decidido. Este día era una nueva oportunidad, una nueva prueba. Y esta vez, no dejaría que la presión lo venciera. Hoy demostraría su valía, no solo a su mentora, sino también a sí mismo y a las estrellas.
Al salir de la guarida, el campamento comenzaba a llenarse de vida. Guerreros cruzaban el claro con propósitos en sus pasos, preparando patrullas o revisando los alrededores. Los aprendices que aún no habían despertado permanecían acurrucados en sus camas, mientras que algunos veteranos ya estaban compartiendo presas cerca del montón. Zarpa de Trucha, sin embargo, tenía una única misión en mente. Sus ojos recorrieron rápidamente el campamento, buscando la figura familiar de Lágrima Ambarina. No tuvo que buscar mucho. Allí estaba ella, de pie cerca del peñasco de granito oscuro, la Roca Alta, su mirada fija en la distancia mientras sus pensamientos parecían viajar más allá del campamento. Su porte era imponente, pero había una calma en su postura que siempre le inspiraba confianza. Zarpa de Trucha notó cómo su mentora movía ligeramente la cola, probablemente organizando mentalmente las actividades del día.
Sin dudarlo, se acercó a ella con pasos decididos. A medida que lo hacía, sentía que su nerviosismo se transformaba en una mezcla de determinación y emoción. Esta era su oportunidad para empezar de nuevo, para mostrarle a Lágrima Ambarina que el fracaso no lo definiría.
—Lágrima Ambarina —llamó, su voz firme pero cargada con una nota de arrepentimiento, suficiente para transmitir lo mucho que el día anterior todavía pesaba en su corazón—. Estoy listo para entrenar.
Con un suspiro pesado, Zarpa de Trucha se incorporó lentamente, estirando sus patas y arqueando su espalda hasta que sus músculos se soltaron. Por un instante, el recuerdo del examen fallido regresó como un golpe, y sus orejas se bajaron ligeramente. La liebre que escapó, el conejo perdido, el ruido de aquella maldita ramita… todo parecía aún tan vívido en su mente. Pero luego, recordó las palabras de Lágrima Ambarina, su mentora: “Tendrás otra oportunidad”. Se sacudió el polvo del pelaje con una sacudida vigorosa, dejando atrás los últimos rastros de sueño y duda. “Hoy será diferente”, pensó, decidido. Este día era una nueva oportunidad, una nueva prueba. Y esta vez, no dejaría que la presión lo venciera. Hoy demostraría su valía, no solo a su mentora, sino también a sí mismo y a las estrellas.
Al salir de la guarida, el campamento comenzaba a llenarse de vida. Guerreros cruzaban el claro con propósitos en sus pasos, preparando patrullas o revisando los alrededores. Los aprendices que aún no habían despertado permanecían acurrucados en sus camas, mientras que algunos veteranos ya estaban compartiendo presas cerca del montón. Zarpa de Trucha, sin embargo, tenía una única misión en mente. Sus ojos recorrieron rápidamente el campamento, buscando la figura familiar de Lágrima Ambarina. No tuvo que buscar mucho. Allí estaba ella, de pie cerca del peñasco de granito oscuro, la Roca Alta, su mirada fija en la distancia mientras sus pensamientos parecían viajar más allá del campamento. Su porte era imponente, pero había una calma en su postura que siempre le inspiraba confianza. Zarpa de Trucha notó cómo su mentora movía ligeramente la cola, probablemente organizando mentalmente las actividades del día.
Sin dudarlo, se acercó a ella con pasos decididos. A medida que lo hacía, sentía que su nerviosismo se transformaba en una mezcla de determinación y emoción. Esta era su oportunidad para empezar de nuevo, para mostrarle a Lágrima Ambarina que el fracaso no lo definiría.
—Lágrima Ambarina —llamó, su voz firme pero cargada con una nota de arrepentimiento, suficiente para transmitir lo mucho que el día anterior todavía pesaba en su corazón—. Estoy listo para entrenar.
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Lágrima Ambarina
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Su mente divagaba en diversos pendientes que tenía por hacer, la organización de las patrullas del alba, registro de las cacerías y supervisión.
Pero también estaba nerviosa, y su cola era la delatante de ello. Realmente estaba bastante preocupada, el día anterior su aprendiz había fallado la prueba de manera tan decepcionante y humillante que el día que tenía que ser especial se volvió totalmente desastroso.
Estaba seriamente nerviosa en esta nueva prueba, necesitaba que Zarpa de Trucha mostrará ser lo suficientemente fuerte para que, al menos pudiera obtener su nombre de guerrero, y al menos no terminar arruinando aún más su poca fé en si mismo
Alzó las orejas una vez que sus oídos captaron la voz inconfundible de su joven compañero menor, a lo que como de costumbre, saludo con un asentimiento afirmativo
—Me alegro de escuchar eso, Zarpa de Trucha—
Replicó con un movimiento ligero de bigotes, girandose para quedar frente a frente al grisáceo, observando cada detalle del gato, deteniéndose en los ojos ambarinos del más joven, como si estuviera mirando el alma joven a través de esos orbes, buscando descartar cualquier signo de culpa o de pena que el menor tuviera.
Sin decir nada más, con una agitacion de rabo que resultó en una invitación silenciosa, inicio camino fuera del campamento con paso calmado pero firme.
La caminata resultó tardía y agobiante, la tensión perdurando tan densa y fina que era capaz de romperse con un simple soplido del viento.
Después de tanto, se detuvo, volteando a observar a Zarpa de Trucha y fijando sus ojos lima sobre los del aprendiz, a su vez alzando su postura autoritaria y firme.
—Bien Zarpa de Trucha, hemos llegado. Aquí realizarás la prueba definitiva que dará confirmación sobre tu pase como guerrero.— Comenzó, agitando la cola cuál serpiente de manera inquieta.—No será sencillo, pues para acompletar la prueba tendrás que luchar contra mí. Será una simulación de batalla, para poder evaluar tu habilidad a la hora de luchar—
Explico con sencillez y firmeza sin tambalear en ninguna de sus palabras, esperando que fuera entendible su explicación, retrocediendo un par de pasos para marcar una distancia considerable del grisáceo.
—Da tus mejores golpes y utiliza todas las técnicas que creas necesarias. Te daré la ventaja y oportunidad de comenzar.— Se preparó, poniéndose en postura de defensa mientras sus zarpas se hunden bajo la hierba. —Adelante, la prueba inicia ¡ahora! —
Pero también estaba nerviosa, y su cola era la delatante de ello. Realmente estaba bastante preocupada, el día anterior su aprendiz había fallado la prueba de manera tan decepcionante y humillante que el día que tenía que ser especial se volvió totalmente desastroso.
Estaba seriamente nerviosa en esta nueva prueba, necesitaba que Zarpa de Trucha mostrará ser lo suficientemente fuerte para que, al menos pudiera obtener su nombre de guerrero, y al menos no terminar arruinando aún más su poca fé en si mismo
Alzó las orejas una vez que sus oídos captaron la voz inconfundible de su joven compañero menor, a lo que como de costumbre, saludo con un asentimiento afirmativo
—Me alegro de escuchar eso, Zarpa de Trucha—
Replicó con un movimiento ligero de bigotes, girandose para quedar frente a frente al grisáceo, observando cada detalle del gato, deteniéndose en los ojos ambarinos del más joven, como si estuviera mirando el alma joven a través de esos orbes, buscando descartar cualquier signo de culpa o de pena que el menor tuviera.
Sin decir nada más, con una agitacion de rabo que resultó en una invitación silenciosa, inicio camino fuera del campamento con paso calmado pero firme.
La caminata resultó tardía y agobiante, la tensión perdurando tan densa y fina que era capaz de romperse con un simple soplido del viento.
Después de tanto, se detuvo, volteando a observar a Zarpa de Trucha y fijando sus ojos lima sobre los del aprendiz, a su vez alzando su postura autoritaria y firme.
—Bien Zarpa de Trucha, hemos llegado. Aquí realizarás la prueba definitiva que dará confirmación sobre tu pase como guerrero.— Comenzó, agitando la cola cuál serpiente de manera inquieta.—No será sencillo, pues para acompletar la prueba tendrás que luchar contra mí. Será una simulación de batalla, para poder evaluar tu habilidad a la hora de luchar—
Explico con sencillez y firmeza sin tambalear en ninguna de sus palabras, esperando que fuera entendible su explicación, retrocediendo un par de pasos para marcar una distancia considerable del grisáceo.
—Da tus mejores golpes y utiliza todas las técnicas que creas necesarias. Te daré la ventaja y oportunidad de comenzar.— Se preparó, poniéndose en postura de defensa mientras sus zarpas se hunden bajo la hierba. —Adelante, la prueba inicia ¡ahora! —
— Can I? Can I?; I do I do; I can, I can; Do I? Do I?
Can take my mind, I can take my mind.
Zarpa de Trucha
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Género : Macho
Rango : Aprendiz
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Zarpa de Trucha asintió con un movimiento firme, sus ojos amarillos brillando con una mezcla de determinación y expectación. A pesar del eco de sus fallos, el aprendiz sentía que algo nuevo hervía en su pecho: una voluntad ardiente, un deseo de demostrar su valía no solo a Lágrima Ambarina, sino a todo el clan. Su mentora era conocida por ser implacable, pero también justa, y él estaba decidido a no defraudarla esta vez.
Tomó una profunda bocanada de aire, llenando sus pulmones con el fresco aroma de la mañana. Su mente trabajaba rápido, calculando posibles estrategias. Sin perder más tiempo, flexionó sus patas traseras y se lanzó hacia adelante con la velocidad que solo un aprendiz del Clan del Viento podía ofrecer. Su cuerpo se movió con gracia entre la hierba, casi como si estuviera volando. Pero este primer ataque no era lo que parecía.
Simuló un ataque frontal, un movimiento directo y aparentemente impulsivo. Sabía que Lágrima Ambarina estaría lista para bloquearlo con facilidad, así que justo antes de impactar, cambió su peso abruptamente, empujándose hacia la derecha en un giro rápido. Sus patas traseras rozaron el suelo con un sonido suave, y su cola se balanceó detrás de él para mantener el equilibrio mientras buscaba flanquearla.
Tomó una profunda bocanada de aire, llenando sus pulmones con el fresco aroma de la mañana. Su mente trabajaba rápido, calculando posibles estrategias. Sin perder más tiempo, flexionó sus patas traseras y se lanzó hacia adelante con la velocidad que solo un aprendiz del Clan del Viento podía ofrecer. Su cuerpo se movió con gracia entre la hierba, casi como si estuviera volando. Pero este primer ataque no era lo que parecía.
Simuló un ataque frontal, un movimiento directo y aparentemente impulsivo. Sabía que Lágrima Ambarina estaría lista para bloquearlo con facilidad, así que justo antes de impactar, cambió su peso abruptamente, empujándose hacia la derecha en un giro rápido. Sus patas traseras rozaron el suelo con un sonido suave, y su cola se balanceó detrás de él para mantener el equilibrio mientras buscaba flanquearla.
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