Como era costumbre, para la salida del alba Pantanoso ya se encontraba levantado y listo en el centro del campamento, observando la salida del sol que anunciaba un nuevo dia en el campamento. Estuvo un buen rato sentado, mirando simplemente al sol, dejando que este caliente su frio pelaje negro y calico. Cerro los ojos y espero unos minutos antes de volverlos a abrir soltando un suspiro de cansancio, se levanto del suelo con lentitud como

Apenas empezaba el dia y los huesos de su cuerpo ya estaban gritandole por descanso.

Comenzo con sus tareas rutinarias de armar las patrulla tanto de frontera como de caza, opto por una patrulla de cuatro miembros para la frontera, mientras que desplego una pequeña patrulla de tres gatos para ir a pescar o cazar, eso lo decidian ellos. Repaso en su mente los nombres de los guerreros que asistirian a cada patrulla y con eso decidido se adentro de nuevo en la guarida de los guerreros para buscar a los susodichos afortunados (o desafortunados) que debian asistir a las patrullas del alba.

— Si vuelven y no estoy he salido a patrullar, pueden darle el comunicado de frontera a Estrella de Serpiente o esperarme —. Comento a la patrulla fronteriza mientras esperaban en la entrada del campamento para partir.

Ambas patrullas partieron y para ese momento el sol ya no se encontraba tan alto como en su alba. Con ambas patrullas hechas y sin tantos guerreros aun despiertos, Pantanoso se dirigio a paso pesado hacia la guarida de Estrella de Serpiente, irrumpiendo en esta no sin antes dar pequeños golpes en la entrada para avisar su llegada.
Y como era costumbre, se lo encontro aun todavia durmiendo en su lecho calentito, despatarrado sobre el mismo. El calico solto un suspiro y se adentro aun mas en la guarida del lider.

— Estrella de Serpiente —. Llamo, con su voz grave y gruesa, emergiendo de las sombras, su cuerpo siendo iluminado por el sol de la mañana que se colaba por la entrada de la guarida del lider. — Ya es pasado el alba, las patrullas han partido —. Le aviso a su primo cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que pueda olerlo y oirlo. Lo miraba desde arriba, serio e insensible, sin entender como era posible que su primo aun no entienda el concepto de levantarse semprano.

El macho volteó la cabeza hacia donde se encontraba el lugarteniente, sentado en la entrada de la guarida tan intimidante como era de costumbre, sin levantarse del todo todavía tratando de enfocar la mirada mientras la luz del exterior se acomodaba a la silueta de su primo.

–¿Tan pronto? Apenas sale una pizca del alba y pones al campamento a trabajar.–
Soltó un poco a regañadientes, tratando de desperezarse e incorporarse en sí, tomó asiento nuevamente en su lecho haciendo crujir levemente la decoración de piedras y conchas que decoraban el musgo cálido. Tomó una pausa repasando cómo aquel gato era capaz de levantarse a la par del alba, no creía que tal determinación fuera posible en cualquier guerrero. Finalmente repuso que no había caso en filosofar las costumbres que albergaban al lugarteniente, después de todo, sabía perfectamente a quién había elegido para el puesto.

–Y supongo que al menos comiste algo antes de empezar a dar órdenes, ¿no?.–
Expresó con algo de juicio en su voz calmada y suave, totalmente distinta a la del contrario. Dirigiéndose a la salida sin ningún tipo de prisa, cojeando levemente, realizó un pequeño movimiento con la cola invitando al menor fuera de su guarida de camino a la pila de presas.

Pantanoso observo al gato levantarse rechistando mientras levantaba una ceja, dando unos pasos hacia atras para darle espacio para levantarse y desperezarse. Observo la decoracion del lecho musguso del lider cuando esta chillo, seguramente mas de un caracol se habra roto con el paso de las lunas, un lindo lecho, no como el de él, seco, amargado y sin decoracion alguna.

— Hay que aprovechar la mañana, luego a la noche todos quieren irse a dormir —. Mascullo el gato calico mientras esperaba que Estrella de Serpiente termine de hacer toda su larga rutina de despertarse. No iba a negar que, de no asistir a ninguna patrulla, intentaria dormir algo hasta que las patrullas del alba regresen de sus tareas.

Volvio la vista cuando su primo pregunto acerca del desayuno, para cuando lo observo este ya se estaba levantando y dirigiendo fuera de la guarida. Sin remediar palabra, camino detras de él. La situacion del clan era para tomar con pinzas, las presas estaban alcanzando, por ahora, pero Pantanoso sabia reconocer cuando una temporada de hambruna acechaba, y esta apenas estaba comenzando.

— No, aun no he comido —. Admitio, negando con la cabeza, le inmutaba comer, no iba a morir de hambre. — Esperare a mas tarde a comer, presiento que se acerca una epoca de hambruna —. Comento, mirando sus alrededores, el cielo, los arboles, las plantas. Todo en el ambiente le estaba diciendo que la comida empezaria a faltar.

Cuando ambos gatos llegaron al monton de carne no habia nada fresco, todo eran restos de la patrulla de caza nocturna de ayer, y un par de presas que Pantanoso habia cazado en la madrugada que ya no se encontraban frescas. A pesar que revolvio el monton con su zarpa, no se vio con hambre de comer algo, prefirio que Estrella de Serpiente coma bajo su compañia, comeria despues de todos. Aun no habia noticias para darle, por lo que se sento semi recostado al lado de su primo carey.

Alzó las orejas al oír aquel presagio desatando una creciente incomodidad en el estómago del líder, perdiendo el apetito rápidamente, se notaba la preocupación en sus ojos al posar su mirada en Pantanoso, buscando alguna respuesta en su rostro calico oscuro.

–Una época de hambruna… .–
Repitió pensativo, volviendo su mirada a la pila de presas que, aunque no frescas, lo suficientemente numerosas hasta que regresara la patrulla de caza del alba. Una hambruna predecible era lo que menos necesitaba el Clan, era algo inaceptable en la estación de la hoja verde. Meditó un rato sobre aquellas palabras, clavando sus zarpas en la tierra, preocupado por el bien de sus compañeros especialmente de aquellos a quienes iban dirigidas las presas antes que a nadie, analizando una situación eficiente que podría servirles en un futuro no muy lejano.

En su época de guerrero, no muchas lunas atrás, solía ser un cazador hábil, capaz de dirigir y mantenerse a la cabeza de las patrullas de caza. Pisoteó el suelo firme pero débilmente con su pata izquierda en una frustración bien disfrazada de una simple incomodidad en la herida, no podía evitar pensar que su potencial le fue arrebatado antes de tiempo, donde en tiempos de crisis hubiera podido ser apto para encabezar la solución a sus problemas. En un momento más de silencio, bajó las orejas aceptando su presente, a pesar de lo que alguna vez fue, el día a día en el bosque sigue y no puede hacer nada para detener ese hecho por más que le gustaría hacer lo contrario. Decidió tomar un topillo de agua del monto de presas y tratar de comer un poco, era lo suficientemente lógico para saber que sus problemas solamente irían a empeorar si trataba de descuidarse cuando los tiempos aún no lo ameritaba a tal grado.

–Si estás seguro de eso entonces haremos lo posible para evitar tragedias innecesarias, pero por ahora deberías comer, la patrulla de caza ya no debe tardar en llegar con presas frescas si eso es a lo que estás esperando.–
Así como Estrella de Serpiente debía mantenerse en condiciones óptimas para afrontar malos presagios, debía contar en qué su segundo al mando hiciera lo mismo, al menos él lo veía como un punto vital para garantizar que ningún gato sufra malestares en temporadas que no lo indicaban.

En silencio, sus ojos se dirigian a cada movimiento del lider cojo frente a él, sin pasar de largo el como su pata herida se movia. Para él, Estrella de Serpiente era un libro abierto, ya sea por el tiempo que pasan juntos, por su relacion de sangre o sus posiciones, pero la realidad era que Pantanoso lo leia tan facilmente como un aguila observando el movimiento de un raton. El olor acre a frustracion lleno sus fosas nasales, teniendo que arrugar levemente la nariz para deshacerse del olor de la emocion.

Nego con la cabeza, no iba a probar bocado, o al menos todavia no, habia cazado algo a la noche, un pequeño pez, parecido a una sardina y con eso le bastaba hasta el mediodia. — He comido algo a la noche, una pequeña sardina —. Maullo, levantando la zarpa y haciendo incapie en el tamaño del pequeño pez con sus garras.

Estrella de Serpiente por fin acepto comer, y con eso Pantanoso comenzo con su tarea rutinaria de notificar las tareas del dia y los entrenamientos.— Dentro de poco volveran ambas patrullas del alba, voy a ir a dormir algo y me levantare antes que lleguen. Luego Jiguero y Nadador de Corrientes deben salir con sus aprendices —. Comunico, calmado, era una tarea diaria que hacia con total naturalidad, aunque por dentro ahora comenzara a tener sueño.

— Deben llevar las presas del alba a la maternidad para alimentar a la reina y sus cachorros —. Podria haber sonado como una orden para Estrella de Serpiente, pero en realidad era un recordatorio que debia hacerse demasiadas veces para su gusto sobre quienes debian comer primero. Los guerreros y los aprendices se estaban acostumbrando a comer primero que las reinas, curanderos y veteranos, y algunas veces necesitaban recordar su lugar en la cadena alimentaria.

Tomó bocados rápidos de la presa que tenía entre sus zarpas, tratando de engullir lo más pronto posible para acabar con su comida. Repuso que no había remedio en seguir insistiendo al contrario en tomar por lo menos algo medianamente más grande que una sardina, era un gato tosco y firme ante las decisiones que se proponía después de todo y Estrella de Serpiente sabía eso a la perfección, más que cualquier otro gato.
Cuando le recordó a quiénes iban dirigidas las primeras presas de la patrulla de caza no pudo evitar mover sus orejas rápidamente como si se tratase de una rama atorada en dicha zona de su pelaje, suponiendo que no había problema en devorar una de las presas de la patrulla nocturna acabó rápidamente con el topillo de agua, no era uno grande tampoco, prefería dejar las presas de mejor tamaño para aquellos del Clan que lo necesitaran más aunque usualmente acabaran siendo el desayuno entre las garras de algún guerrero o aprendiz que solían ignorar su deber en el código.

–Hmm, descansar es importante, tómate la mañana libre o siquiera después de que llegue la patrulla.–
Repuso en tono de órden antes de que el calico pudiera rechistar, eso sí no lo podía pasar por alto entre las necesidades de los demás.
–Pero antes de eso, ¿crees que debería recurrir a castigos más tediosos? Corregir a los guerreros que toman presas antes que todos es un dolor mayor que los aprendices, ¡Son más tercos que un tejón!.–
Agregó consultando tranquilamente al menor, con una suave pizca de curiosidad en su respuesta que si bien generalmente estricta, adornaba en ella cierta sabiduría que admiraba más que el mandato duro al que ya acostumbraba en la actitud del macho.

La pregunta de Estrella de Serpiente le hizo mover una de las orejas, y sin pensar mucho en su respuesta él simplemente dio la primer idea que se ocurrio por su cabeza:

— Yo los haria comerse un pajaro entero, con huesos, ojos, pico y todo. Asi aprenderan a no comer antes de los demas —. Maullo.

Pantanoso dijo aquello con una sutileza o una inmutacion tan grande que Estrella de Serpiente tuvo que mirarlo dos veces. Levanto la ceja sin entender que estaba cuestionando el lider sobre su solucion al problema. Aunque pareciera chiste, no habia ni una sola pisca de chiste o gracia en su voz.
Giro su cabeza en cuanto el movimiento en el campamento se volvio mas dinamico, guerreros, algunos veteranos y hasta aprendices se encontraban levantados, disfrutando del sol o dirigiendose hacia ellos para tomar su desayuno.

Se levanto de su lugar, sentandose enderezado con la cola cubriendo sus zarpas mientras esperaba, o mas bien le ordenaba con los ojos, a Estrella de Serpiente que termine rapido con su presa. Suspiro, el campamento parecia comenzar a volverse mas y mas sonoro, lo que le termino por quitar las ganas de dormir. Resignado, termino por tomar un pequeño pez de la noche pasada para engullirlo, planeaba ir a entrenar a alguna hondonara como era costumbre.

— Voy a comer este sábalo antes que se eche a perder —. La mencion del pez le hizo acordarse a su mentor, dirigiendo, inconcientemente, la mirada hacia la guarida de los veteranos, donde no parecia hacer acto de aparicion. Mejor, penso, antes de comenzar a comer el pescado pasado. — Creo que ire a entrenar, pero las patrullas del alba deben estar por regresar —. Anuncio, viendo como a su alrededor los gatos iban en busqueda de su desayuno.

El líder sintió una punzada de terror mezclada con confusión al ver la seriedad con la que Pantanoso trataba lo que para él era inimaginable de realizar, los pájaros de por sí tenían en ellos un sabor seco comparado a las demás presas, comer uno sería suficiente disgusto. Analizando un poco más sus palabras, esforzándose por tomar en cuenta aquello que decía, pudo encontrar una solución intermedia.

–Podría mandarlos a cazar un pájaro, el más pequeño que encuentren, y hacerlos comérselo.–
Anunció aún pensante de cómo eso sería buena solución, contando más con la impopularidad de la presa y la tediosa labor que conlleva siquiera conseguir atrapar un pájaro, recaía más en que el disgusto propio fuera suficiente remedio.
–Y si tratan de mentir para llevarse una comida gratis, entonces será con plumas y todo.–
Decretó contento de su propia respuesta, con la esperanza de que el lugarteniente aceptara ablandar su idea con un toque de compasión que tanto trataba Estrella de Serpiente en mantener, no sería buena idea ganarse el temor de los guerreros.

Cuando el campamento ya empezaba a sonorizar lo que pronto sería un bullicio de gente, no pudo evitar sonreír con satisfacción, tenía la costumbre de observar las interacciones de cada gato por lo menos un par de segundos, sentía cierta paz en ver la escena que, si bien ruidosa, cargaba consigo una armonía imposible de ignorar. Satisfecho de poder ver a su primo finalmente agarrar algo de la pila de presas, soltó una pequeña risa casi después de mencionar que cambiaría sus planes de tomar un descanso por un entrenamiento que, conociéndolo, duraría una buena porción del día.

–Hm, si eso es lo que prefieres hacer.–
Empezó con serenidad, siendo interrumpido segundos después por la entrada de las patrullas del alba al campamento, un poco extrañado al verlos regresar al mismo tiempo supuso solamente se dió la ocasión, alzó sus orejas al ver la patrulla de caza pasar en dirección a ellos, con éxito entre sus fauces. Levantándose de su asiento, se dirigió rápidamente al macho:
–Iré a escuchar el reporte de las patrullas, espero que las fronteras no hayan causado problema alguno tan temprano, y si lo hacen, serás el primero a quien haré saber, ¡Suerte en tu entrenamiento!.–
Masculló encaminado a la entrada donde se encontraban los guerreros asignados a la patrulla fronteriza dando un trote calmo donde no requería cojear frecuentemente y la cola en alto, saludando con ánimos a los terceros.