Era la tarde y él asistia a una de sus patrullas rutinarias, desplegando una patrulla de cuatro integrantes para posteriormente dividirse en dos grupos. Él junto con Nube de Granizo se encaminaban hacia la frontera con el Clan del Trueno, hacia aquel rio donde tantas peleas se habian disputado y aquellas que siguen disputandose.
Ninguno de los dos grandes gatos hablaba, Pantanoso porque no veia la necesidad y Nube de Granizo quizas por simple respeto al silencio del gato, aunque ha aportado alguna que otra frase que solo obtuvo respuesta monotomas y simples.

Al llegar a la frontera con el Clan del Trueno ambos gatos se pusieron en marcha con las marcas olorosas, volviendo a marcarlas aunque no era realmente tan necesario, sus fronteras (tanto con el Trueno como con el Viento) se veian cruzadas por el gran rio que bordeaba el territorio del clan. Si alguno de los dos clanes queria atacarlos debian nadar por esas aguas heladas para cruzar. Pero nunca estaba de mas reforzar las advertencias.
Cuando ambos gatos habian terminado y se encontraban preparados para encontrarse con la otra parte de la patrulla, Pantanoso levanto la cabeza para mirar hacia el lado del Clan del Trueno.

— ¿Hueles eso, Nube de Granizo? —. Probo el olfato del guerrero a su lado, cuestionando su capacidad de olfato. No iba a negarlo, el olor al agua dulce del rio podria esconder olores. Claro, para una nariz no entrenada como la de ellos.

Eventualmente, cuando el olor se hizo mas y mas fuerte, el lugarteniente del Clan del Rio dio media vuelta con su cuerpo, encarando la frontera del Clan del Trueno. — Tiempo de no verte, Estrella Rota —. Levanto la voz el gato calico.

Era dificil saber si en su voz habia molestia, amistad, neutralidad, enemistad, nadie lo sabia ni lo deducia, su voz no parecia cambiar de tonada cuando hablaba con Nube de Granizo ni cuando le dirigio el "saludo" a Estrella Rota. Tampoco habia algo que ver en sus ojos, siempre serios e insensibles. Se aparto del guerrero anaranjado y blanco para caminar hacia la orilla del rio a paso pesado, su cola jamas levantandose siempre arrastrando las hojas del suelo de un lado al otro.
Esperaba paciente que el pelaje alargado y atigrado de Estrella Rota salga de los helechos, lo habia olido cuando aun este no daba la cara de salir.

Estrella Rota se había despertado relativamente tarde aquél día. Su largo pelaje era un inconveniente total durante la Estación de la Hoja Verde. Las primeras horas de la mañana eran las más insoportables, porque hasta que el sol tocara su punto más alto, el calor lo volvía loco; todo el mundo sabía que su paciencia se acortaba cuando se sentía acalorado, su sed era insaciable y sus patas ardían en el suelo forestal. En su guarida recibía una sombra fresca, pero todo el ambiente a su alrededor se sentía demasiado pasado.
El líder se levantó y se estiró hacia la salida de su guarida, abrumado por el ambiente de aquél día. Una vez afuera, echó un vistazo a la pila de presas. El amarronado bostezó y se aseguró de que Crepúsculo Nocturno ya hubiese desplegado las patrullas matutinas, y Estrella Rota pensó para sí que sería más útil intentar alcanzar alguna de ellas, y a lo mejor, el clima sería más fresco debajo de las sombras de los árboles.
El gran gato salió del campamento a paso veloz, estaba seguro de que la patrulla debería estar cerca del territorio del Clan del Río, probablemente en las Rocas Soleadas, aunque a ningún guerrero o aprendiz le gustaría tomar el sol con el calor que estaba haciendo aquél día.

El bosque se movía debajo de él, y sus músculos se tensaban con cada zancada que daba, acercándose cada vez más hacia las Rocas Soleadas. Sus orejas palpitaron con más fuerza cuando se percataron del sonido de la corriente de agua casi frente a él, además de un olor que no le agradaba del todo: gatos del Clan del Río.
Para su sorpresa, no era más que el mismísimo lugarteniente y uno de sus guerreros. Intentó devolver el saludo de la manera más cordial posible, pero al asentir su cabeza, no pudo evitar soltar un gruñido.
—Me gustaría decir que verte es un gusto, Pantanoso —musitó el líder—, pero estaría mintiendo.— El líder se acercó más a la orilla.
—Desde el incidente con uno de tus... guerreros, no es de lo más grato encontrarlos por aquí.

¿Incidente?

La mencion de un incidente con unos de sus guerreros lo hizo levantar las orejas, tensando su cuerpo se acerco aun mas a la orilla del rio. Incidente, habia dicho incidente. Pero ¿Que clase de incidente? ¿Y que guerrero suyo? Las pregutas pasaron por su mente, repasando nombres y buscando algun tipo de indicio de dicho incidente.

— ¿Que tipo de incidente? —. Pregunto, ladeando la cabeza. De hecho no confiaba plenamente en lo que decia Estrella Rota. — ¿Y cual es mis guerreros? —. Agrego por ultimo, esperaba uno, o varios, nombres.

Pero Estrella Rota podria estar mintiendo, no era una novedad, menos para un gato como él, darse cuenta de las cantidades de veces que habia escuchado una mentira salir de las fauces del lider del Clan del Trueno. La mayoria en menor medida, pero esta quizas podria ser su primera gran mentira.

¿Pero para que mentir con esto?

No lo sabia, pero podia ser importante. Era mejor tomar su palabra como un... consejo antes que como una verdad. Porque si decia la verdad, significaba que uno de sus guerreros estaba por obetener un castigo que, sino fuera por Estrella de Serpiente, terminaria con una amputacion de lengua.

— Nube de Granizo, vuelve con la patrulla y no digas nada —. Ordeno, girando su cabeza hacia atras, una orden directa y estricta que era mejor no desobedecer.
Miro como el gato anaranjado y blanco se perdia en la vista, y al no sentir mas su olor volvio su atencion al lider del Clan del Trueno, los ojos duros, expectantes por una explicacion.

—Creí que jugar a hacer el tonto era cosa de Estrella de Serpiente, no tuya, Pantanoso —murmulló el gato, rodando los ojos—. Una de tus guerreras, con pelaje de los colores del atardecer. No tengo nombres— Estrella Rota frunció el ceño, pero un brillo de intriga y curiosidad pasaron fugazmente por sus ojos— ¿O es que no se te ha informado? Que una de tus guerreras vino aquí por su cuenta, y provocó al Clan del Trueno. Se enfrentó directamente a mí, y he de admitir que su valentía fue sobrepasada por su estupidez.— su voz era firme y autoritaria.

Al mencionar la pelea, el pelo de su cuello comenzó a erizarse más de la cuenta, dando la impresión de que era tan grande como Pantanoso. Había algo que debía decirle, que por el carácter del lugarteniente sabía que no se lo tomaría a bien. Estrella Rota cerró sus ojos en un momento, recordando ya haber sido guerrero y encontrándose con Pantanoso como aprendiz en las asambleas, siempre fue un gato muy reservado y estoico, incluso portando cicatrices que impresionaban al mismísimo líder.
—Aquí entre nos, sé que serás un gran líder algún día, Pantanoso. Eres tú quién debería estar liderando el Clan del Río ahora —su tono intentó sonar indiferente, para que el gato del Clan rival no percibiera cómo se sentía sobre él—. Es por eso que debes mantener a tus guerreros bajo control. Durante esta estación, los demás clanes intentamos sobrevivir, no tenemos tiempo para veros jugar como cachorros—añadió ahora con un tono más seco. Sus garras estaban desenvainadas por la tensión, y sentía el peso del caluroso ambiente sobre él, azotándolo aún más fuerte.

El líder aclaró su garganta, expectante a la respuesta del lugarteniente.
¿Sería aquél aprendiz que conoció hace muchas estaciones, ahora lugarteniente, marginado en su propio Clan? ¿De verdad los gatos del Clan del Río mantenían secretos entre sí? ¿Acaso la desconfianza y mentiras abundaban tanto en el campamento, como para que el mismísimo lugarteniente no fuese informado de semejante evento desafortunado? Estrella Rota tenía sus orejas en alto, listo para obtener todas las respuestas... o quizá no. Dentro de sí mismo, sabía que el gato se reservaría toda la información posible, para no parecer débil ante un enemigo tan fuerte como el mismísimo líder del Clan del Trueno. Quizá aquél día, fuese el inicio de una poderosa guerra o una gran alianza... o quizá solo fuese un día como cualquier otro.

La respuesta no le gusto para nada al lugarteniente, más cuando desafiaban su inteligencia, haciéndolo ver tonto o lento. No fue difícil identificar al gato, o mejor dicha gata, luego de las indicaciones que Estrella Rota le estaba dando al lugarteniente. El nombre le vino fácil y rápido a la cabeza: Hoja Soleada. Más se guardó el nombre para sus adentros, no era necesario que el líder sepa el nombre de ella.

Ya se encargaría él de ella por su cuenta.

— Lo que suceda dentro del Clan del Río no es de tu incumbencia, Estrella Rota —. Advirtió el lugarteniente. Mirada seca pero centrada sobre el cuerpo del otro. — Me encargaré de eso yo mismo —.

Estaba por dar la vuelta y volver por donde vino, no necesitaba saber nada más, ni tenía las ganas de hacerlo, no creia que Estrella Rota tenga algo que agregar más que insultos o quizás advertencias, palabras típicas entre superiores cuando los inferiores cruzaban los límites.

Pero incluso para él, lo que expreso el líder del Clan del Trueno le provoco volverse en su lugar, totalmente sacado de su zona de confort, tomado de sorpresa. Quizás sus facciones se mantenían duras como siempre, pero estaba claro, en su lenguaje corporal, que lo expresado lo tomo de sorpresa.

¿Cómo le explicaba? No eran las primeras palabras de expectativa que caían sobre su lomo, y no iban a ser las últimas. Era como si muchos gatos lo vieran como un salvador para el clan, alguien que iba a llegar a poner orden en el circo. Pero la verdad era ¿Llegaría a ser líder? Nunca en su vida pensó en llegar a vivir 100 lunas, tampoco tenía contemplado llegar a ser líder... era como vivir con una espina que amenazaba, que avisaba, todos los días de lo poco que podía quedarle.

Tener familia, ser veterano, volverse abuelo, liderar un clan. No eran cosas que él pensaba que iban a pasar en su vida, pero de alguna forma todos lo pensaban y tiraban sus expectativas sobre él sin conocerlo realmente. — Lo sé, Estrella Rota. Como he dicho: manejaré esta situación yo mismo —. Volvió a repetir, haciendo énfasis en sus palabras, esperando que queden claras.

Aun así, debió hacer respetar el nombre de su primo, aquel gato que lo saco del pozo de oscuridad donde vivía, aquel que confió en él y lo tomo bajo su ala. Fue por eso, y por más, que agrego con un tono de advertencia:— Espero no volver a escucharte cuestionar el liderazgo de Estrella de Serpiente —. Mucho menos con todo lo que su primo tuvo que pasar, el intento de asesinato y la lesión de por vida que lo dejaba incapacitado para nadar, correr, trepar, cazar.

Estrella Rota escuchó atentamente a las palabras que Pantanoso le dijo, y supo que había tenido razón desde un principio. Pantanoso era demasiado terco y orgulloso como para admitir que algo andaba mal, pero un escalofrío recorrió la espina dorsal del líder. Pantanoso era un guerrero difícil de leer, pero estaba claro que algo le incomodaba. Luego de la advertencia, Estrella Rota decidió que mejor sería no hablar. Asintió con la cabeza ante el gato como muestra de respeto, pero sus garras seguían desenvainadas y su cola se agitaba con rapidez, señal de tensión.

Se despidió con un gesto con la cola y procedió a retirarse. Su cabeza, sin embargo, estaba intranquila. Estrella Rota tomó un segundo para repasar toda la situación en su cabeza, y se dio cuenta que más que un aliado, quizá Pantanoso fuese a ser un futuro rival, por lo que decidió mejor dejar estar el asunto. Aún le intrigaba la situación que sucedía en el Clan del Río, y quizá obtendría más información de aquello en la próxima Asamblea... o quizá no. ¿Por qué todo con ese gato tenía que ser tan intrigante?