El aprendiz trotaba de una forma veloz pero rítmica cerca de la frontera, su nariz repleta de aromas aunque ninguno pertenecía a algún gato en específico, con las orejas pegadas al cráneo y su cuerpo tenso a cada paso que daba. Sentía sus zarpas arder con apuro y sus latidos hacerse cada vez más notorios, odiaba patrullar sólo, no era algo que se supone que debería hacer; pero cuando su madre era una guerrera experimentada y tosca, su mentor Blima de Fuego no tuvo más opción que ceder a su petición de hacerlo recorrer la frontera por su cuenta. Tal vez en un intento de quitarle el miedo a los enfrentamientos, aunque si pasaba por uno ahora seguramente haría el efecto contrario. Pasaba agachado por los arbustos, quizá para otros sería visto como un intento de cacería pero para Zarpa de Lagartija él era la presa mientras más tiempo pasara cerca de la frontera, intentaba aprovechar su tamaño como una ventaja para pasar desapercibido como una rama de árbol o incluso un tipo de roca, o aún mejor: no ser visto para nada.

Ni siquiera estaba frente a la frontera, sólo a un par de colas de distancia, o al menos unos cuantos saltos de conejo, la verdad que no sabía cuánto faltaba para llegar ahí, sólo sabía que su cuerpo entero le urgía a dar media vuelta aún si después de llegar todavía le quedaba recorrer la zona. Su paso, que podría describirse hasta ansioso, urgente o incluso desesperado, no lo defraudaría pues estaba claro que estaría ahí en cualquier momento aunque sus deseos fuesen totalmente contradictorios. Respiraba pesado, símbolo de que había estado corriendo desde el campamento hasta ese punto, a pesar de que el Sendero Atronador ya no estaba lejos, no escuchaba ningún Monstruo cerca, el páramo estaba completamente en silencio y el silencio sólo lo aterraba más.

Luego de la conmoción en el campamento, la aprendiz había salido al trote tratando de evadir los millones de pensamientos que le surgían al respecto, tenía grandes cantidades de fastidio, vergüenza y nervios aún, lo que se hacía evidente por la rapidez con la que daba cada paso. Dejó que la maleza que le pasaba enfrente del rostro sirviera para alivianarla mientras más rápido iba. Necesitaba irse lejos, muy lejos de su Clan. Al menos por el momento. Nisiquiera se fijaba por dónde iba, a excepción de revisar que no viniera ningún mounstro que pudiera tomarla por sorpresa si cruzaba el Sendero Atronador.

"..Un segundo..¡el Sendero! ¿Dónde cagarrutas estoy?" Se dijo a ella misma, ahora percatándose realmente del gran tramo que acababa de recorrer. Miró hacia atrás unos segundos. Sí que se había alejado, ahora estaba del otro lado del gran Sendero que separaba a los Clanes. Olfateó un poco, para ubicarse en tiempo y espacio...

"¿Qué.." Se tensó al detectar el aroma a otro gato, cerca, muy cerca de la frontera de su Clan, el Clan de la Sombra. Usualmente no era fanática de los demás gatos en general, pero su necesidad de una distracción momentánea —y, quizás, su inmadurez — la llevaron en búsqueda de respuestas. Mientras más se acercaba, más extraño le resultaba. Un gato más joven, sin compañía, con el aroma del miedo a su alrededor. Agazapada, y gracias a su pelaje oscuro que le permitía pasar desapercibida un poco, logró divisar finalmente al gato del otro lado. Se hubiera conformado con simplemente observar e irse, pero se vió delatada por una pequeña rama que emitió un crujido al pisarla.

"Ay." Pensó cerrando los ojos y emitiendo un ruido de susto.

Finalmente había llegado cerca del Sendero Atronador, no tan cerca del suelo duro y gris que éste tenía, más bien a un par de bigotes de distancia atento a cualquier indicio de peligro. Había bajado el ritmo cansado por recorrer el territorio, después de todo hace poco había sido nombrado aprendiz, no tenía la resistencia necesaria para tal distancia pero fue su miedo lo que lo empujó más de lo necesario.
Seguía con sus orejas gachas, agazapado pasando por la hierba, el Sol le jugaba una mala pasada haciendo que su pelaje marrón brillase contra las plantas con las que esperaba camuflarse, si bien se parecía al mismo tono de los árboles: no había muchos en su lado del territorio.
Cuando escuchó una rama quebrarse desde el otro lado del Sendero Atronador saltó del susto, erizando su pelaje encarando el lugar de dónde provenía dicho sonido, desenvainó sus garras encajándolas en la tierra, mirada fija al otro lado del bosque tratando de descifrar quién estaba de ese lado. El viento no estaba a su favor y la maleza no revelaba ningún pelaje, al menos no uno brilloso o destacable, ¿Era una patrulla de otro Clan? El pensamiento de aquella posibilidad sólo lo hizo tensarse más, petrificado en su lugar.

–¿Qué fue eso? ¿Quién anda ahí?.– Exigió saber con la voz temblorosa del susto, agachándose nuevamente en un intento en vano para ocultarse, claramente sus tácticas y movimientos eran torpes pues no había tenido el entrenamiento necesario aún para esta clase de desafíos, ¿En qué estaba pensando su madre? La presión que sentía Zarpa de Lagartija era inmensa, tanto así que sentía sus orejas todavía arder del pánico.

Zarpa de Ortiga concluyó que a ese punto era mejor mostrarse. Si huía, no tendría mucho sentido ya que ya la habían detectado, de cualquier forma. O más bien, la había detectado un único gato, de su misma edad.

Además no se sentía lista como para volver al campamento. Con un poco de miedo aún así, pues se trataba de un desconocido, erizó su pelaje a modo de advertencia, ya que no quería problemas.

—¿Y tú quién eres? Em..¿qué hacés aquí?

Preguntó consciente de que ella también estaba bastante cerca del área límite. Su acto de intimidación no estaba dando resultado, a decir verdad. Ni siquiera era muy convincente, según ella..¿o sí? Al menos para los demás gatos de su Clan, ella era bastante reclusa y tímida. Quizá al no conocerla este gato le compraría esa farsa.

La gata negra esperó una respuesta, mientras que le pasaba la mirada más de cerca, ahora que podía. Qué color extraño.

Su pelaje marrón se erizó de miedo ¡Era otra aprendiz! Oh Clan Estelar, ayúdalo, no lo habían entrenado para lidiar con enfrentamientos… O, más bien, no lo habían entrenado en general. Con los ojos bien abiertos dió unos pasos más posándose justo a la orilla del Sendero Atronador, lo suficiente para mostrarse pero aún así poder regresar a su territorio de un salto. La contraria se camuflaba mucho mejor en la sombra que él, agachó sus orejas escuchando la amenaza de la gata, si hablaba en serio entonces Zarpa de Lagartija estaría en graves problemas, tomó un respiro hondo para responder, cosa que le tomó todo su coraje:
–¡NO TE ACERQUES! .– Gritó aterrorizado en un intento de advertencia. –Yo, ehm, ¡Esta es la frontera con el Clan de la Sombra! Acércate y tendrás muy muy… eh- ¡MUY FEOS PROBLEMAS! Sí, eso.– Urgió el aprendiz, su voz no convencía para nada lo que estaba diciendo pero esperaba que su postura agachada fuese una mejor intimidación de lo que daba su clara inexperiencia.
Pero obviamente ese no era el caso, su postura estaba terriblemente mal: su cola se alzaba por arriba de su cuerpo y sus orejas pegadas al cráneo indicaban más temor que cualquier otra cosa, ¡Las patas de Zarpa de Lagartija ni siquiera estaban juntas! estaban demasiado separadas para una posición de ataque, como si tratara de escalar el suelo y su pecho esponjado delataba su respiración agitada. La aprendiz del otro lado del Sendero Atronador tenía una obvia ventaja no sólo en qué podía camuflarse más rápido que él, sino que se notaba tenía más experiencia en sus movimientos elegantes a comparación de la torpeza con la que él cargaba. Alzó su hocico color crema, tratando de identificar su olor.
–No eres una gata del Trueno, ¿O sí?.– Cuestionó, aún sin ser capaz de distinguir su procedencia.

Al observar el miedo que el contrario sentía, la aprendiz supuso que no le causaría ningún daño.. ¿siquiera estaba entrena-

Abrió los ojos grandes de la sorpresa erizándose el doble tras oír el grito del gato marrón, mientras se tambaleaba un poco hasta caer de espaldas. Ups. Parece que estaba más tensa de lo que pensaba..no es que las amenazas hubieran surtido algún efecto, sólo que no esperaba que levantase tanto la voz..

“¡Qué vergüenza!” pensó volviéndose a poner de pie. Le ardía el pelaje de incomodidad, mientras se apuraba a quitarse la tierra que había quedado en su pelaje.

—Shh! — gruñó en voz baja —Con esos gritos alertarás a todo mundo y me meterás en problemas, cerebro de..—

Se mordió la lengua, antes de terminar la frase. No quería ser ofensiva, en caso de que empezara una guerra o algo así, cosas de Clanes. Suspiró, y contestó finalmente su pregunta

—No, no soy una gata del Clan del Trueno. ¿No puedes oler de dónde vengo? — preguntó ella esta vez, genuinamente perpleja. —Soy del Clan del Río.

Se agazapó pegándose aún más al suelo escuchando la respuesta de la contraria, aunque la aprendiz se había caído de espaldas no pensó en bajar la guardia, no sabía si estaba sóla y muchísimo menos quería averiguarlo. Intentó analizar las palabras que le acababa de decir la gata, ¿Escuchó bien? Agitó sus orejas de la incomodidad que le causaba esa respuesta mientras su miedo seguía creciendo al ver que el pelaje de la aprendiz oscura seguía sin relajarse cuando se incorporó nuevamente, tomó un par de respiros agitados buscando las palabras correctas a esta situación.
–¡NO ES MI CULPA QUE EL VIENTO ESTÉ EN MI CONTRA!.– Siguió gritando el aprendiz, inseguro de si estaba usando un volumen de voz adecuado, claro quería mantener silencio pero no sabía qué tanto debía alzar sus maullidos para que fuese escuchado por la aprendiz del otro lado. –¡Además, estás mintiendo, el Clan de la Sombra no tiene frontera con el Río!.– En un intento fallido de bajar la voz, aún temeroso de que no fuera a escucharlo, gritó menos escandalizado que su chirrido anterior.
Si aquella gata estaba diciendo la verdad y en serio era del Clan del Río, ¿Cómo llegó hasta el Sendero Atronador? Zarpa de Lagartija no recordaba que su mentor ni ningún otro guerrero le haya advertido de una frontera con los gatos amantes del agua, aunque sólo le habían mostrado los límites un par de veces, algo de todo este asunto le sabía agrio y detestaba meterse en problemas que no eran suyos, o tenerlos en general. Movió su cola de un lado a otro en señal de molestia, aunque era nada más que un enojo imaginario para cubrir su torpeza repleta de pánico y pavor ante este inusual confrontamiento.

La gata apretó los dientes y sus orejas se echaron hacia atrás, cerrando los ojos al oír semejante grito por parte del contrario, otra vez. La cola le ladeaba de inquietud y fastidio, su pelaje continuaba erizado. —¡Tienes un panal de abejas en lugar de cerebro o qué!— soltó casi sin poder evitarlo, ¿Cómo es que siquiera seguía vivo, rondando así sin rumbo y para colmo sin conocimiento alguno de sigilo? Era el gato del Clan de la Sombra menos.. sombrío que había conocido, de eso estaba segura.

—No estoy mintiendo — maulló asertivamente, o al menos lo intentó —que no tenga frontera no significa que no pueda venir hasta aquí caminando, ¿O es que crees que el mundo empieza y termina entre áreas limítrofes?—

Su tono, si bien seguía reflejando fastidio, también daba a entender que tenía dudas genuinas sobre aquel gato marrón que tenía enfrente. Normalmente, había pensado que los gatos del Clan de la Sombra serían más callados, o algo así. Ante ese pensamiento, se hizo reír a sí misma internamente, esperando una respuesta que no sabía si el contrario le podía dar siquiera..

El aprendiz amarronado no podía creer el enojo que cargaba la contraria, cada palabra en cada grito que hacían el uno al otro empezaba a dolerle en la cabeza y a su vez simplemente se asustaba más y más, llegado a un punto que ahora estaba dispuesto a ser quién calmase la situación.
–No, pero creí que el Clan del Río jamás salía del agua, tu pelaje está todo sucio incluso ¡Puaj!.– Exclamó, su tono llevaba consigo una duda genuina aunque las palabras con las que la decía eran en su mayoría incorrectas, no sólo eso, sino que tampoco había resuelto su incógnita. –Y es que me parece raro… ¿Qué haces tan lejos de tu territorio? ¿Sabes que si algún gato del Trueno te encuentra te mataría? Eso dicen muchos gatos de la Sombra, son muy agresivos.– Se encogió de hombros en su lugar recontando las advertencias que le habían hecho numerosas veces aprendices y guerreros por igual, aunque quizá sea todo una simple farsa para distraer a los más jóvenes de meterse en problemas no quería arriesgarse a tal cosa, los conflictos eran peligrosos y mortales y eso era lo único que tenía que saber Zarpa de Lagartija para abstenerse de cualquier desagrado. Su voz quedó más callads mencionando la mortalidad que tenía meterse en problemas, dejando en evidencia lo mucho que le aterraba ser visto teniendo un argumento con la aprendiz que tanto proclamaba ser del Clan del Río, algo en ella simplemente le parecía mal al gato marrón, debía ser muy valiente para llegar hasta ese punto y más aún gritarle maldiciones a él desde el otro lado del Sendero Atronador. Él sabía que él gritaba por miedo, pero le parecía que ella lo hacía por coraje y podría decirse que hasta por alguna clase de venganza de los gritos del macho. Se quedó hecho bola, todavía erizado y con las orejas gachas moviendo su cola de un lado a otro, su postura dejaba a la vista un miedo a lo que podría seguir a continuación y la frustración de no poder simplemente escapar de la escena.

Zarpa de Ortiga gruñó con un poco de indignación ante el comentario del otro joven, respondiendo de manera chillona —¡Mi pelaje no está sucio! Paso mucho rato nadando. Solo que, no ahora..— miró abajo observando su pelaje ahora con más atención. Sí que estaba un poco lleno de tierra, después de todo había venido desde bastante lejos..

No le molestaba admitir sus fallas, de hecho, lo hacía con demasiada frecuencia y en situaciones donde no correspondía, a pesar del estereotipo de orgullo con el que asociaban su Clan. “Si esto fuera una demostración de estereotipos, ninguno ganaría el primer premio” pensó con curiosidad.

Al oír la pregunta respecto al Clan del Trueno, maulló —¡Claro que lo sé! Esos sí que son unos tiranos. Pero.. supongo que no lo pensé — maulló mirando por detrás de su hombro unos momentos. Lo cierto era que había llegado hasta allí casi sin pensar, se había olvidado de la razón por unos momentos, por lo menos hasta que el contrario lo mencionó. Se preguntó con un poco de pavor si su mentora se disgustaría con ella por lo que estaba haciendo justo ahora..y luego recordó que ya no era su mentora, si no su compañera de guarida. “Eugh” pensó con frustración. Quizá debía ser más comprensiva, puesto que ella misma también sentía el peso de sus compañeros respecto a diversas cosas, pero en fin.

—Sólo vine hasta aquí por accidente, creo.— “Ni siquiera lo pensé demasiado.” Por supuesto no iba a revelar el motivo, aunque fuera poco importante. Sí tenía un poco de orgullo, después de todo

El marrón de su pelaje se calmaba poco a poco a medida que el tiempo pasaba, pensando que si la aprendiz tenía alguna intención de atacar ya lo hubiera hecho hasta ese punto, aún se cuestionaba sus orígenes siendo que no soltaba mucha información, quizá era algo que él tampoco debería hacer.
–Qué accidente más largo.– Respondió cortante pero extrañado de la forma en la que la gata le había explicado su motivo de estar ahí, era un camino demasiado extenso incluso para un guerrero bien formado. Moviendo su cola con curiosidad, movió su hocico hacia enfrente tratando de olerla mejor, ahora el viento había cambiado y podía notar el aroma a río que traía, definitivamente no estaba mintiendo pero que no dijera mucho de sus razones para estar ahí le seguían incomodando. –No sabía que los gatos del Río fuesen tan buenos en tierra…– Añadió, su gesto genuino indicaba que no trataba de insultar a la contraria con estereotipos, sino que simplemente no se le podía ocurrir al joven Zarpa de Lagartija que aquellos gatos hicieran otra cosa que estar fuera del agua.
Sus ojos azules la analizaron mejor de arriba a abajo, no parecía haberse metido en alguna pelea y mientras más preguntaba se destacaban en las muecas de la aprendiz que apenas estaba pensando a profundidad qué hacía ahí, aunque al pequeño marrón no le podía importar bastante pues estaba más enfocado en que ella todavía no le preguntaba qué estaba haciendo sólo, y si había asumido que había una patrulla cerca entonces estaba demasiado calmada a su situación. Miró en dirección a su lado del territorio, buscando entre la maleza señales de algún guerrero próximo, pero no podía detectar nada, ni siquiera el movimiento de alguna presa escurridiza, sólo había dos aprendices y ninguno de ellos se suponía que debería estar rondando por su cuenta bajo las buenas costumbres del Código Guerrero, pero ahí estaban y sólo uno de ellos había cuestionado a la contraria.

–¿Vas a esperar a que mi patrulla llegue o...?.– Preguntó mirando de un lado a otro entre la maleza y la aprendiz, no parecía tener intenciones de irse y no quería hacer esta situación más callada e incómoda de lo que debería, aunque estaría mintiendo si dijera que él mismo no estaba esperando que algún grupo de guerreros familiares acudieran a la escena.

Algo fastidiada aún, suspiró —Sólo estaba aburrida y bueno, te olfateé por aquí, y como estabas solo pues me llamó la atención. No es que esté esperando tu patrulla, ni nada— frunció el ceño —es que si tan rara te parezco, pues tú tampoco te salvas. ¿Qué haces aquí si no pareces ni saber sobre sigilo? Digo, ya que crees que todos en el Clan del Río dormimos bajo el agua, o algo. Tú no eres muy “sombrío”.— Le contestó, filosa aunque esbozando una sonrisa. Lo cierto es que todas esas preguntas eran demasiado personales para ella, o quizá ella era demasiado acomplejada. Si bien sabía que por el bien de la paz no debía revelar demasiados detalles de cómo era la vida en su Clan, también de cierta manera tenía en cuenta que él sólo era un joven como ella, que no parecía tener malas intenciones, o..¿quizás sí?

Sacudió su cabeza. “Demasiado pensar.” Esperó una respuesta, mientras notaba que se estaba haciendo tarde tras mirar al cielo. Estrella de Serpiente se preguntaría qué le tomaba tanto, más le valía pescar algunas presas antes de volver, aunque no justificaran del todo su ausencia. “Supongo que los gatos del Clan de la Sombra no son todos iguales, tampoco.” pensó, aunque le sorprendía siquiera cuestionárselo,de cierta forma

Ante la pregunta que había hecho la gata, no pudo evitar soltar una expresión de evidente vergüenza, no es que le apenara no saber algo, más bien era que estaba haciendo una “prueba” de valentía de la que tanto parecían preocuparse los mayores en vez de estar haciendo sus primeras lecciones, le fastidiaba hasta cierto grado pensar que se estaba perdiendo de algo importante aunque prefería no meterse en ningún problema.
–¡Hey! Apenas me nombraron aprendiz ayer, ¡No puedes esperar a que sepa todo! .– Chilló ante la insinuación que estaba haciendo la contraria, no es como que de un día a otro pudiera aprender cosas tan fundamentales que habían caracterizado a su Clan por generaciones, le tomaría bastante tiempo siquiera ajustarse a la idea de aprender alguna que otra técnica en general. –Aunque mi mentor sea bastante bueno, no podría aprender a ser tan misterioso y oscuro en un día para satisfacer a la graaaaan guerrera… Eeh… Cuál sea que sea tu nombre, entiendes mi punto.– Intentó fanfarronear, claramente fallando pues no era su estilo.
Al ver el cielo en los colores tan característicos del atardecer, se le erizó el pelo nuevamente ¿En serio había pasado tanto tiempo? ¡Su madre estará preocupada! ¿Y si llega a fallar su “prueba” por tardar demasiado? No tenía ni la más mínima idea de cómo justificaría tal demora, quizá inventaría que se perdió por un buen rato siendo que hacía poco le habían enseñado el territorio podría resultar aunque sea un poco convincente.

Zarpa de Ortiga sonrió con los dientes ante la broma del contrario, de una forma algo competitiva. —No soy guerrera aún, aunque me alegra que pienses eso de mí— maulló dramáticamente —Me llamo Zarpa de Ortiga. —

Ahora que lo pensaba, sí que le hacía falta amigos de su misma edad en su Clan, antes que tener que estar hurgando en otros. Por ende, resolvió en levantarse y rápidamente tomó carrera hacia el Clan del Río otra vez, no sin antes maullar —Hasta nunca— no de forma burlesca, si no porque tenía en claro que las chances de volverlo a ver eran muy pocas, aunque reconoció que quizá se había pasado con el dramatismo. Pero eso ya no importaba, ahora su foco estaba en traer alguna que otra presa y esperar que no le hicieran demasiadas preguntas, había sido un error frustrante de su parte quedarse tanto tiempo fuera. ¡Sospecharían de ella, aún más por su origen! O eso pensaba..

Se preguntó, a raíz de las observaciones del joven, si en verdad era tan obvio que no había nacido en el Clan del Río, o si no lo decía por eso. De cualquier forma, le agotaba estar siempre tan tambaleante entre aquellos dos mundos en los que se encontraba, técnicamente.