Después del fracaso total que fue la situación en el campamento sobre los problemas causados por cierta ex-guerrera, Estrella de Serpiente todavía necesitaba decidir quién sería lo suficientemente capaz para continuar con la mentoría de Zarpa de Ortiga, echó un vistazo a los gatos que todavía se encontraban congregados, rehusandose a moverse y seguir con las tareas habituales hasta que hubiese una especie de órden directa que les dijera que podían continuar con sus labores, no estaban tan equivocados: aún si hubieran retomado sus intereses los tenía que volver a llamar a una reunión del Clan –más oficial y acorde– para el nombramiento del guerrero o guerrera tan afortunado para mentorear a su hija.
Regresando a paso lento hacia las Rocas Altas, nuevamente inició el arduo trabajo de llegar a la cima de éstas, saltó torpemente para agarrarse con sus fuertes zarpas delanteras que lo asistían en la mayoría de sus movimientos para impulsarse hasta arriba, era algo rutinario que estaba acostumbrado a hacer a este punto pero no le quitaba ninguna dificultad cada vez que lo hacía. Recorrió su mirada al claro de un lado a otro, repasando las cualidades de cada guerrero en su mente, todos leales y dispuestos a la encomienda. Después de un largo rato, posó su mirada azul en Rabo de Salmón, a pesar de que era una guerrera experimentada sabía que necesitaba a alguien con la sabiduría y confianza que irradiaba aquella gata que se rehusaba ferozmente a retirarse como veterana, sus lunas de servicio al Clan –mayores a las lunas que el mismo Estrella de Serpiente tenía de edad– reflejaban un perfil de nobleza y voluntad, alguien que le enseñaría a las generaciones futuras a respetar el Código Guerrero que tanto se esforzaban día a día en hacer valer. Su rostro se iluminó con una cálida sonrisa, deseando estar haciendo una buena decisión esta vez para el futuro de Zarpa de Ortiga.
–¡Gatos del Clan del Río! .– Comenzó, dando inicio a una ceremonia que le daba vergüenza tener que rehacer pero ocultándolo en su voz firme y orgullosa. –Ante esta… Situación, Zarpa de Ortiga queda en necesidad de mentoría bajo el ala de alguien que pueda enseñarle el Código por el que vivimos. Veo en ustedes grandes candidatos, y es de mi agrado anunciar que su nueva mentora será ¡Rabo de Salmón!– Anunció con elegancia, lo suficientemente alto para que cualquier gato en el campamento pudiera escucharlo.

A Zarpa de Ortiga le ardía el pelaje de incomodidad. No sólo porque era el centro de atención, si no que la razón era aún un motivo de vergüenza para ella. Sin embargo, la presencia de su líder le apaciguaba un tanto, aunque sabía que él probablemente también estuviera avergonzado, sólo esperaba que no fuera culpa suya. Tratando de tener un poco más de aparente confianza, alzó su cabeza mientras Estrella de Serpiente tomaba una decisión respecto a su nuevo mentor o mentora. El corazón se le aceleraba deseando que no fuera tan problemática como la primera, y cuando oyó de quién se trataba, analizó a Rabo de Salmón con la mirada un momento. Ay..pues sí que era una guerrera experimentada. Quizá demasiado. Tragó saliva, consciente de que los gatos de su edad muchas veces mostraban rechazo a otros que no habían nacido en el Clan, como ella.

Para su sorpresa, cuando la mayor dirigió su mirada a ella, lo hizo con una brillantez transparente. Más aliviada, notó como se acercaba para tocar narices, algo habitual en esta clase de ceremonias, según había observado siendo más joven. Debía admitir que siempre le había fascinado aquella etiqueta a la que se apegaban culturalmente. Procuró hacer quedar bien a ambas, correspondiendo al saludo de la guerrera. Se preguntó qué había llevado a su líder a tomar una decisión tan drásticamente diferente, pero aún así confió en su juicio, esperando más indicaciones.

La guerrera experimentada parecía haberse ganado una sorpresa a juzgar por la expresión que tenía en su rostro, por un momento temía que la edad de Rabo de Salmón fuese un problema para mentorear a Zarpa de Ortiga, era mayor que él por lunas, podía sentir sus nervios acumularse en sus garras, agitando una de sus orejas un par de veces para calmar sus emociones para disimular su propio cuestionamiento ante la decisión que acababa de tomar. Aunque fuese una guerrera veterana, contaba que su experiencia y técnicas pasadas guiaran a la aprendiz por un mejor camino del que había hecho Zarpa Soleada, su respeto a la jerarquía y vida en el Clan podrían facilitarle a la joven de pelaje carey su comodidad y confianza en este.
Estrella de Serpiente admitió para sus adentro haber sentido un breve alivio ante el silencioso acuerdo que habían hecho en ese pequeño intercambio de miradas, Rabo de Salmón parecía llena de orgullo y determinación a tomar la encomienda dejada a sus zarpas, suspiró un momento para encontrar las palabras para proseguir con la otra mitad del nombramiento:
–¡Zarpa de Ortiga! De hoy en adelante hasta que te hayas ganado tu nombre de guerrera, Rabo de Salmón será asignada como tu nueva mentora.– Llamó con respeto y cariño, mirando a la aprendiz por unos momentos mientras chocaba narices con su nueva mentora, sintiendo una profunda empatía a su inusual situación. –Rabo de Salmón, espero que transmitas tu sabiduría, paciencia y coraje a tu nueva aprendiz. Tu experiencia y lunas de servicio al Clan del Río la guiarán a un gran futuro como guerrera. Espero verlas a ambas en las próximas patrullas y entrenamientos dando lo mejor de sí.–
Chocando narices con Zarpa de Ortiga después de recitar lo que tenía para decir, le dió una pequeña lamida en la cabeza en un gesto de cariño asegurándole que todo estaría bien, o al menos eso esperaba.

Mirando al campamento aclamar en unísono el nombre de ambas gatas, le animó saber que aún si la situación no era la más aceptada sus gatos seguían apegándose a las buenas costumbres de una ceremonia fuese cual fuese el caso en que estas se dieran. Sus buenos pensamientos que apenas regresaban a su mente se vieron interrumpidos por otra problemática, una incógnita que le quedaría en blanco: necesitaba otro guerrero para mentorear a Zarpa Soleada. Si bien ya había tenido su nombre guerrero, completando su entrenamiento hecha y derecha de forma justa, ahora el rango que poseía requería mentoría sin importar si contaba con experiencia o no. Prefería que fuese alguien cercano a él para tenerla en la mira, repasando con la mirada el claro una vez más, tenía demasiado en mente que no quería a la ex-guerrera cerca de Zarpa de Ortiga ¡Sólo el Clan Estelar sabe cuántas atrocidades impulsivas le pudo haber enseñado!.
Después de concluir la ceremonia le hizo una señal con la cola a Rabo de Salmón para poder hablar a solas sin alejarse significativamente de donde se encontraban.
–Quizá sea mucho pedir para una guerrera tan noble como lo eres tú.– Maulló el líder con voz baja, claramente pidiendo que lo aconsejara. –Pero cuento con tu experiencia para esto: ¿Sabes de algún guerrero igual de capaz para mentorear a Zarpa Soleada?.– Preguntó con curiosidad, sabía que la mayor tenía una mejor vista del desempeño de cada felino y las capacidades de estos, y sus lunas de servicio eran más probables a distinguir a un buen mentor para tal rebeldía con la que lidiaban.

Sus orejas ardían en una mezcla de disgusto y frustración ante la propuesta de Rabo de Salmón, ¿Mentorear a Zarpa Soleada? ¡De nuevo! Era una propuesta que repudiaba desde todos los ángulos, no quería estar cerca de ella y claramente su primer mentoría no salió como lo esperado si había culminado en esto, tenía que elegir a alguien más si no quería lidiar con corregir lo incorregible de aquella ex-guerrera.
Se sentó en silencio un buen rato, con la mirada fija en los ojos de la guerrera experimentada, no buscaba desafiar su buen juicio y de hecho tenía razón en sus palabras, le sabía mal tener que tomar una decisión en contra de lo que le aconsejaba pero prefería eso a tomar la ruta larga de esperar a que se calmasen las aguas entre el líder y la ahora aprendiz.
Repasó en su mente candidatos que podrían con la tarea, quizá la podría disfrazar de “prueba” como una excusa para que cedieran con la petición, después de todo la mayoría seguían siendo guerreros jóvenes como había señalado Rabo de Salmón. Le pasaron nombres a su cabeza como ráfagas de ideas: Hoja Leopardina, Fronda, Nube de Granizo, incluso guerreros más experimentados como Corazón de Aulaga. Bajó las orejas en un pequeño enojo pensando en Pantanoso, ese sí que no sería una buena opción, además de su clara oposición a mentorear. Finalmente, su mente se posó en una gata específica para la tarea:
–¿Qué tal Lluvia Escarchada?.– Comentó el líder rompiendo su largo silencio. –Será joven como el resto pero apostaría todos los peces del río en sus habilidades.– Mientras mencionaba esto, bajó la cabeza en señal de respeto y aprecio hacia los consejos de la mayor, no quería parecer como si estuviera oponiéndose –aunque eso era exactamente lo que estaba haciendo– tratando de parecer un poco más amigable ante su propuesta trató de añadir:
–Rabo de Salmón, sabes que ya he mentoreado a Zarpa Soleada y si esto fue en lo que terminó siendo entonces no me creo capaz de ser una buena opción. Aprecio que te ofrezcas por las dos pero preferiría que otro guerrero tuviese la oportunidad, al menos como una prueba de sus capacidades de mentoría antes de tener nuevos aprendices.– Su comentario había tomado un tono resignado, como si estuviera apenado de admitir estar en contra de reeducar a Zarpa Soleada, lo estaba pero desearía tener una mejor forma para decirlo.