El gato anaranjado se hallaba disfrutando de algunos de los rayos del sol que se colaban a través de las hojas de los árboles. Sentado en el campamento, pensaba en sus labores desde que se había convertido en guerrero. Las memorias de su período de aprendizaje le enternecían: las hazañas que había realizado como también los días más mundanos por los que había pasado. Todo aquello lo había convertido en el que era hoy. ¡Qué alegría cuando finalmente pudo conseguir su nombre! Aunque dentro de todo era un guerrero joven, llamarse Blima de Fuego era un gran orgullo para él, le alegraba ser un modelo para los demás jóvenes también..

Hablando de eso, hacía poco le habían asignado un aprendiz muy joven y temeroso..Zarpa de Lagartija. Cierto, el hijo de Arbusto Gélido. ¡Menuda guerrera! Eh, pero¿Dónde estaba Zarpa de Lagartija? Ay..se preguntó si salir a buscarlo, o..

Levantándose un poco más alerta, le dió por salir del campamento con determinación, iniciando su búsqueda.

El pequeño aprendiz no estaba muy lejos del campamento, había salido a estirar las patas un poco impaciente por sus lecciones de cacería, era lo único que tenía en claro que podría disfrutar potencialmente si practicaba bastante en ello, sus razones eran suficientemente simples: quería ser de ayuda a su Clan, ¿Y qué mejor ayuda que ser un buen cazador? Los ideales en su cabeza flotaban como posibilidades infinitas, tanto que podía jurar ser capaz de evadir guerras intercambiando esa violenta “lealtad” por algo más sencillo pero igual de importante.
Caminaba por el territorio agazapado, a pasitos lentos tratando de detectar lo mejor que podía algún ratón o lagartija, aún no tenía en claro las mejores tácticas –de hecho, no sabía ninguna de ellas– pero eso no era un obstáculo para la única vez que no sentía el corazón pulsarle en las fauces, estaba raramente decidido a cazar algo fuesen los intentos que le tomara, no se rendiría tan fácil y menos desde que finalmente le dieron permiso de salir del campamento, le habían enseñado un par de veces el territorio así que conocía más o menos bien los límites a los que podría llegar. Sus orejas gachas y su terrible hábito de alzar la cola en una posición de caza entorpecida dificultaban su “agilidad” todavía por descubrir, pero eso no lo detenía, había visto a patrullas de caza volver con el hocico lleno de presas, ¿Qué tan difícil podría ser?.

El gato anaranjado siguió su olfato hasta poder detectar el particular aroma de Zarpa de Lagartija. Parecía estar adentrado en el bosque, pero, ¿Qué estaba haciendo? Si apenas iban a comenzar a entrenar..

Ahora con una curiosidad incluso mayor, trotó sin hacer mucho ruido, procurando mantener el sigilo por el cual destacaba su Clan y utilizándolo a su ventaja para acercarse espantando la menor cantidad de presas posibles. Y hablando de presas, los ojos de Blima de Fuego se iluminaron al divisar el pelaje amarronado de su aprendiz, quien parece que trataba de cazar.

Se acercó lento, para no asustarlo.

—Zarpa de Lagartija — Llamó algo enternecido por lo que estaba presenciando. —Veo que estás tratando de cazar. ¡Qué genial que lo intentes! Pero, ¿No te gustaría algo de compañía? — sonrió. Sabía que el más joven tenía tendencias a ser muy asustadizo, y no quería hacerlo sentir señalado ya que tenía en cuenta lo difícil que podía ser para alguien como él. No era cuestión de aplastar su potencial, después de todo.

—Además, ¿Qué clase de mentor sería si no te enseño lo que sé, o no?

El aprendiz saltó en su sitió del susto, la voz de su mentor saliendo de entre los arbustos lo había puesto nervioso aunque no fuese intencional, todavía no sabía distinguir aromas a menos de que estuvieran lo suficientemente cerca y tenía la esperanza de volver al campamento antes de que algún gato fuese a buscarlo. Al parecer había perdido la noción del tiempo estando totalmente enfocado a cazar por su cuenta aún si era mejor esperar a que le enseñaran las bases, Blima de Fuego no parecía molesto ante su inusual imprudencia, de hecho su voz sonaba bastante calmada y hasta animada de encontrarlo entrenando por su cuenta, eso extrañó a Zarpa de Lagartija, no esperaba que su mentor fuese tan calmado, recordaba que hace poco algunos otros aprendices le estaban advirtiendo lo estrictos que podían ser los guerreros a veces pero con el gato anaranjado parecía ser todo lo contrario a lo que le habían dicho, ”Quizá es cuestión de tiempo”. Pensó para sus adentros ante su inevitable timidez.

Abandonando su postura de caza por una más acorde y natural, caminó cabizbajo hacia su mentor buscando las palabras correctas para explicar lo que trataba de hacer, aunque algo debía estar haciendo bien si el contrario fue capaz de asumir correctamente sus intenciones.
–Hola, Blima de Fuego.– Empezó, evidentemente apenado de haber sido descubierto. –Quería cazar un poco, aunque sé que es mejor que me enseñaras primero… ¡Lo hacen ver tan fácil, pero no puedo atrapar nada!– Maulló quejumbroso el pequeño marrón, había estado tratando de “cazar” por cuenta propia un largo rato y era más que obvia su falta de éxito, claramente sus nervios serían rápidamente acompañados por una pizca de frustración, quería hacer algo por su Clan pero ¿Qué podría hacer si no sabía hacer nada? No le quedó de otra que encontrarse con los ojos cálidos de su mentor en busca de respuestas.
Escuchando la propuesta de Blima de Fuego de tener un poco de compañía para empezar a conocer un poco más sobre la cacería se le alzaron las orejas con motivación, no esperaba que se ofreciera tan pronto a ayudarle pero no era una oferta que fuese a negar.
–Me gustaría aprender un poco más.– Asintió Zarpa de Lagartija, ahora volviendo su cuerpo para mirar mejor a su mentor.

Blima de Fuego escuchó con atención las palabras de su aprendiz. Parece que estaba en lo correcto, la gran nobleza del joven le resultaba honorable: a pesar de su poca experiencia, estaba tratando de ayudar como podía. “Vaya pues, qué cualidad de guerrero.” Se dijo a sí mismo a modo de observación esbozando una sonrisa. Al notar su frustración tras los diversos fallos, maulló de forma comprensiva

—Está bien, ten algo de paciencia. Es tu primera vez después de todo, tendrás muchas lunas para mejorar. — maulló parándose, en señal de que iba a iniciar una demostración.

Se agazapó con la cola erguida. —Primero, esta es tu forma. No está nada mal, pero — bajó su cola, a unos centímetros del suelo esta vez —esta garantizará que las presas no detecten tan fácilmente. Pero, ten cuidado. —

Caminó con la cola cada vez más cerca del suelo, tan cerca que ahora emitía un leve sonido contra el césped. —Hasta el ratón más pequeño detectaría un sonido como ese. Se trata de balance.

Observó las copas de los árboles que se erguían por encima, y al notar una hoja caer, rápidamente se le ocurrió una idea. —Mira— susurró.

Blima de Fuego fijó sus ojos en la hoja por unos momentos, era una idea infantil, sí, pero quizá así destensaría los ánimos, y también era divertido. Lento acechó con la cola baja, hasta que estuvo a una distancia prudencial y..

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Poniendo atención extra a la corrección que la había hecho Blima de Fuego respecto a su pose, trató de imitarla bajando su cola y despegando su barriga del suelo. Escuchando de cerca su siguiente instrucción, observó cómo el guerrero intentaba “cazar” una hoja entre sus zarpas, tenía la mirada fija en su objetivo y parecía estar concentrado ¿Así es como lo hacían los guerreros? Detuvo su respiración cuando éste despegó del suelo en un salto por alcanzar la hoja y atraparla en sus zarpas, asombrado por la demostración… O lo estaba, hasta que el guerrero anaranjado terminó por caer al suelo sin nada bajo sus patas ¡Vaya que era difícil!
Cuestionó un momento su capacidad para intentar lo que quiso demostrar Blima de Fuego, era mucho más pequeño que él, no podía saltar tan alto y seguro que le tomaría más de un par de intentos corregir su postura, pero tenía que hacerlo, tenía que demostrar que tenía potencial. Tomó un respiro hondo, asumiendo la posición que le habían enseñado que por suerte no tenía cambios significativos a los que ya estaba acostumbrado, con la cola baja y las orejas pegadas al cráneo su vista se posó en otra hoja que continuaba cayendo, quizá había algo en los árboles pero era mejor practicar de a poco, los nervios lo inmovilizarian si intentaba cazar algo que podría escaparsele al mínimo error.
Finalmente, su objetivo estaba claro, hizo unos pequeños pasitos a los lados tratando de ajustarse al salto que tenía planeado, abalanzándose sobre el aire en dirección a la hoja…

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Blima de Fuego se desempolvó un poco tras caer, un tanto avergonzado, aunque trató de verle el lado positivo a todo el asunto. Observó entonces cómo Zarpa de Lagartija le daba una probada a cazar, tratando de corregir su postura. Sí que era divertido, y además le alegraba haber alentado al joven minino aunque las cosas no salieran como él esperaba.

Para su sorpresa, su aprendiz cayó de cara al suelo. Esbozando una mueca de dolor, se apresuró a revisar qué tal estaba, en caso de que se hubiera dado fuerte contra el suelo.

—¿Estás bien? — maulló el anaranjado —No te preocupes, ¡Hasta los guerreros fallamos a veces! — rió — Lo hiciste muy bien, vamos, intentaremos algunas colas más adelante — incentivó pensando en que quizá necesitaban otro ángulo.

“Espero sí funcione esta próxima vez..” se dijo. No es que dudara de sus propias capacidades, claro que no, pero le pondría contento traer algo para el Clan, ya que eso nunca venía mal.

—Te enseñaré sigilo, te servirá para no ahuyentar presas de verdad, y además es la marca de un buen guerrero del Clan de la Sombra.

Su dolorosa caída hacia el suelo lo hicieron perder el balance unos cuantos momentos, tratando de reincorporarse inclinándose de un lado al otro hasta que finalmente pudo tener la suficiente fuerza en sus patas para permanecer de pie sin moverse. Su fallo no le dió heridas graves, sólo un mareo en la cabeza, esto de ser aprendiz sería muchísimo más difícil de lo que había anticipado Zarpa de Lagartija, abriendo sus ojos lentamente para encontrarse con los de Blima de Fuego tratando de poner atención nuevamente a las indicaciones de su mentor.
Sus palabras de aliento le sirvieron para emitir una pequeña sonrisa en respuesta a la positividad del guerrero, era un enorme alivio para él saber que un fallo no lo hacía tan malo. Al escuchar que su próxima lección sería el sigilo, siguió al guerrero hasta donde fuese que tenía en mente guiarlo, ¿A qué se refería con presas de verdad? ¿En serio pensaba que cazaría algo después del fracaso que tuvo el aprendiz? No esperaba entender todo tan rápido, pero si así era como se avanzaba en el entrenamiento no lo iba a cuestionar. Por otro lado, le emocionaba pensar que por fin aprendería el don característico de su Clan, ¡Ser un gato silencioso que emerge de las sombras es algo que cualquier gato podría querer! O, al menos, era lo que más quería el pequeño felino.
–¡Sigilo! .– Repitió con entusiasmo, aunque pronto fue cubierto de dudas: –¿Estás seguro de que no ahuyentaré nada?.– Cuestionó con un poco de miedo, su primer entrenamiento debía ser exitoso, tenía que serlo.

El joven ronroneó de alivio al ver que Zarpa de Lagartija estaba bien, feliz de poder continuar con el entrenamiento. Le enorgullecía además estar compartiendo una técnica tan propia de su Clan, aquello fomentaba el orgullo sano y el respeto por las tradiciones, dos cosas que quería inculcarle. Al ver la felicidad del gato marrón, sus ánimos se elevaron aún más. Al escuchar la pregunta de Zarpa de Lagartija, contestó tratando de enfocar la jornada:

—Bien. Para cazar exitosamente, es importante dominar muchas cosas diferentes. Hoy nos enfocamos en tres de forma básica,entonces. La primera es la pose correcta, que ya te la he enseñado. La segunda es poder combinar eso mismo con el sigilo, como dije.

Blima de Fuego se puso en la posición de caza correcta nuevamente, recordando elevar su cola a unos centímetros de la maleza. Pero eso no era lo único a tener en cuenta, con lo cual continuó hablando

—Para ser sigiloso, es importante minimizar los ruidos, pero también, ocultar tu olor. Debes prestar atención a la brisa: cualquier gato que esté bien entrenado te detectará si estás a la intemperie en la misma dirección del viento..siéntelo en tu pelaje. Mientras más te agazapes, menos estarás expuesto a sus correntadas.

Caminó lento, ocultándose detrás de unos arbustos procurando evitar la luz del sol estratégicamente.

—Oculto entre la maleza, nadie te detectará. Puede parecer simple, pero hace la diferencia. Trata de imitarme, y te mostraré el paso siguiente.

El menor abrió bien los ojos alzando sus orejas a la par para prestarle la máxima atención a su mentor, las cosas que enlistaba eran numerosas para Zarpa de Lagartija, y probablemente apenas rozaban todo lo demás que tenía que aprender.
Escuchó a Blima de Fuego instruirle en el sigilo, mientras asumía la posición que le había enseñado previamente se adentró en la maleza ¡Era casi indetectable! Casi, de no ser por su pelaje anaranjado, pero para cualquier gato despistado eso era bastante útil.
Se concretó en la brisa del viento, tratando de identificar de dónde provenía mientras imitaba la pose de su mentor, alzando la cola ligeramente sobre el suelo, moviéndose en redondo para finalmente saber de qué lado le pegaban las ráfagas de aire. Recordando cómo el guerrero evadía las zonas donde pegaba más el Sol, Zarpa de Lagartija se había escondido en las hierbas no muy lejos de él, cuidando no tocar las zonas cálidas que brindaba la Estación de la Hoja Verde a la par en la que se movilizaba en su escondite de forma escurridiza.
–¿Así está bien?.– Preguntó el aprendiz, con sus orejas ligeramente sobresaliendo de la maleza: una marrón claramente menos destacable que la otra de color crema, esperando con paciencia mientras olfateaba el aire. ¡No lo podía creer! Si podía concentrarse mejor juraba poder detectar el olor de Blima de Fuego aún si estaba a más de una cola de distancia.

El guerrero observaba con atención la imitación de Zarpa de Lagartija. Se notaba que había prestado mucha atención, evidenciado por su esfuerzo y entusiasmo. Esperaba que esas actitudes se mantuvieran conforme pasaban las lunas, pero sin detenerse demasiado a pensar en el futuro con ansias, maulló con alegría

—¡Muy bien! Pronto lo irás perfeccionando. Ahora, el último paso antes de ponerlo todo junto: habrás notado que puedes percibir mi olor, ¿verdad? Aunque quizá en un principio se te haga difícil mientras más lejos esté el objetivo, procura tener en cuenta el viento, cada bocanada de aire esconde lo que necesitas.

Tomó una respiración a consciencia, olisqueando y abriendo la boca para que los aromas entren hasta su paladar…

“Mmm..jugoso ratón.” Pensó

—Intenta detectar lo que yo, ¡esa será tu presa de hoy si tienes suerte!— maulló entusiasmado, esperando que lo que le había inculcado fuese efectivo. —No te sientas mal si no, siempre habrá una próxima vez, recuerda enfocarte.

Tomó un respiro lindo, abriendo sus fauces para olfatear el aire lo más que podía, después de unos segundos captó lo que quizás su mentor quería que captará: el aroma de un jugoso ratón no muy lejos de ahí.
Pegó las orejas al cráneo y mantuvo su equilibrio, tratando de hacer el menor sonido posible ante su primera caza potencialmente exitosa después de las lecciones rápidas que le había dado Blima de Fuego, esperaba estar haciendo todos los movimientos que le había enseñado correctamente mientras hacía pasos lentos y largos en dirección a su presa. Sus zarpas se llenaban de anticipación ante la idea de tener su primer presa atrapada, la emoción recorría cada pelo de su cuerpo y se llenaba en sus ojos brillando cada vez más y más ante su inminente felicidad.
Trató de proceder por la maleza tan ágil y silencioso como podía, concentrándose de que el viento no lo delatara ni un segundo, hasta que finalmente pudo divisar a la dichosa víctima de sus recientemente adquiridos conocimientos, el ratón se veía bastante apetecible, abrió su boca con anticipación a encajarle una mordida mortal, desenvainando sus garras y, cuando el momento fue el indicado, saltó con precisión al roedor.

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Blima de Fuego observó con orgullo como el gato había logrado identificar correctamente la presa que buscaban. Ahora sólo quedaba que lograra rastrearla. Se mantuvo cercano en caso de que el gato necesitara alguna corrección, esperando el momento de la verdad: ¿Obtendrían finalmente la presa que querían?

Observó como el gato marrón se lanzaba tras la presa, pero esta había sido más rápida esa vez. Suspiró, oyendo pequeños ruidos entre la maleza que significaban una huída exitosa para el ratón. Rápidamente se acercó trotando, listo para brindar apoyo moral si fuera necesario, remarcó —Está bien, Zarpa de Lagartija, el intento vale mucho. Mientras más lo intentes mejor te saldrá, ¿va?— añadió —Sé que debes estar cansado, quiero probar suerte una vez más, y luego podremos descansar por hoy. En cualquier caso, ¡Lo has hecho genial! Que no te desanime.

Dicho aquello y determinado a intentarlo una vez más – quizá por cabezota – Blima de Fuego se agazapó nuevamente, procurando detectar alguna presa. Cuando lo logró, se agazapó lentamente y..

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Las palabras de ánimo de su mentor no iban a surtir un efecto en mantener la energía ni emoción que había sentido durante toda la sesión de entrenamiento que habían tenido, ¡No había atrapado nada! Y, pero aún, Blima de Fuego tampoco logró poner algún ejemplo exitoso en todo el día. Sus zarpas ya se sentían cansadas mientras su mente repasaba lo que había aprendido tratando de encontrar algún error que lo haya hecho fracasar rotundamente, quería comprender qué había hecho mal si técnicamente había seguido las instrucciones al pie de la letra, moviendo sus bigotes un poco enojado y su cola esponjandose a la par que emprendían su camino de regreso al campamento.
–Si lo hice tan bien ¿Cómo es que ni siquiera tú has podido atrapar algo?.– Maulló desalentado, claramente frustrado consigo de su evidente falla. –Pensé que ya lo tenía...–
Claro, si bien nadie esperaba que recién siendo aprendiz tuviera todo claro o que inmediatamente fuese un prodigio en algo, le tomaría bastante tiempo a Zarpa de Lagartija adaptarse a las tácticas de caza antes de poder traer un ratón entre sus fauces sin que esté haya surgido de la pila de presas, le guste o no las cosas siempre tomarían tiempo pero esa será otra lección que tendrá que aprender por su cuenta.