Enebro se hallaba en su guarida como era habitual, contando las hierbas en el suministro. Toda esta idea de una alianza significaba que los gatos del Clan del Viento debían adaptarse a otro ritmo, ritmo que quizá resultaba en algún percance que a su vez requeriría atención médica. Como curandero, tenía muy claro que su trabajo era garantizar la salud de sus compañeros y eso estaba dispuesto a hacer, puesto que le dolía que se hubiera corrido la voz sobre el estado de los mismos en la asamblea. Sumido en sus pensamientos, únicamente se oía el silencio, acostumbraba a quedarse muy callado bajo presión o estrés.

Seguía pensando en sus compañeros, en Zarpa de Trucha, en Amapola Azul y en su sobrino, Ala de Halcón. Esperaba la visita pronta de este último, puesto que era necesario para monitorear su estado general que se veía comúnmente afectado por resfríos. Suspiró, estirándose. Necesitaba despejar la mente con lo cual buscó sacar por unos momentos la cabeza afuera para disfrutar del sol.

“Gracias Clan Estelar, por este precioso día.” Pensó, y añadió, mirando el cielo desde la curandería “Ampáranos, por favor”

El guerrero se dirigía a la guarida del curandero a un paso lento, tenía que guardar energía para otras tareas importantes y sin muchas presas para comer cada paso que daba contaba las fuerzas que le quedaban en el día, aunque iba con Enebro para un chequeo como era de costumbre por sus frecuentes resfriados estos iban empeorando a medida que carecían de más y más presas, debía admitir que aún con los problemas crecientes del Clan todavía tenían un buen clima para asolearse y disfrutar un poco de las pequeñas cosas no tan estresantes: el Sol irradiaba cálido aún faltando para su punto más alto y el aire seguía soplando una brisa fresca por el territorio. En su mente todavía había dudas sobre la decisión de su líder pero esperaba que el plan de Estrella Helada funcionara y el Clan del Río estuviese dispuesto a dejarlos cazar en su territorio para facilitar la situación, si bien no estaba muy seguro de qué podrían ofrecerles a cambio de su ayuda que igualara tal magnitud, no dudaba en las palabras de su líder y lo decidida que parecía a hacer dicha alianza funcionar, confiando en que ella probablemente ya tenía todo resuelto trató de agarrar un ritmo más confiado siguiendo su camino por el claro.
Cuando había llegado a su destino a no más de un par de saltos de conejo de distancia, el curandero estaba fuera contemplando el cielo e inusualmente en silencio, quizá compartiendo la preocupación e intriga que se sentían en el aire del campamento, Ala de Halcón no podía evitar sentir empatía por el gato, su trabajo no se había vuelto nada fácil con el hambre y enfermedad que llegaban amenazando mortalmente a cada gato del Viento.

–Buenos días, Enebro.– Saludó cordialmente al contrario, poniendo una sonrisa en su rostro como siempre lo hacía para tratar de animarlo.
–Estoy seguro de que mis estornudos desaparecen tal y como llegaron, ¡Eres un gran curandero!.– Alentó deteniendo su paso justo a su lado, esperando a que lo guiara al interior de la guarida para comenzar con su chequeo mientras un par de estornudos irrumpían en cuanto acabó de hablar.

Al oír unos pasos acercarse a su guarida y ver desde lejos la silueta esbelta de su compañero supo que se trataba de Ala de Halcón, quien parecía notar su estrés por lo que incitaba a levantarle los ánimos.

—Hola, Ala de Halcón.— ronroneó cordialmente, estando al tanto de sus intenciones desinteresadas y sus cumplidos. Al notar que comenzaba a estornudar, Enebro no pudo evitar dejar en evidencia una mueca de tristeza y preocupación.

Cedió el paso para que el guerrero ingresara a la curandería, y le permitió acostarse o sentarse donde quisiese mientras ojeaba los suministros una vez más, con un suspiro. —Estoy muy preocupado. — maulló finalmente, rompiendo el silencio que caracterizaba sus tristezas.

—Sé que, en teoría, mi puesto como curandero requiere que de cierta manera deje mis sentimientos de lado. Es algo que usualmente no me pesa demasiado — continuó mientras chequeaba con un oído cerca del pecho del contrario —Pero no puedo ignorar el hambre.

Detuvo su labor por un momento, volviendo a pensar en lo que tenía en su mente hacía algunas horas. Quizás una idea poco convencional, pero tiempos de desesperación requerían medidas desesperadas, y Enebro lo sabía.

—Dime, Ala de Halcón. ¿Será posible que un curandero intente cazar?

Una vez dentro de la guarida del curandero, se sentó en uno de los lechos que se encontraban dentro dejando que Enebro hiciera su trabajo de inspección, era algo tan casual y rutinario para ambos gatos pero algo en el ambiente se sentía distinto, el guerrero estaba preocupado por su compañero al igual que todo el Clan lo estaba, pero sabía que algunas veces el silencio era la mejor opción.
Mientras su chequeo tomaba lugar, el curandero rojizo rompió el silencio dando a conocer su tristeza por la situación en la que se encontraban.
–Estás haciendo lo mejor que puedes, Enebro, ninguno de nosotros te culparía.– Ronroneó tratando de darle una pizca de confort en los tiempos difíciles por los que pasaban a la par que añadía:–Son las cacerías las que no han sido tan exitosas.–

Cuando su chequeo finalizó, dedujo que Enebro no había encontrado nada grave sucediendo en el interior del guerrero por lo que se permitió tranquilizarse un poco más, el curandero seguía pensativo, como si algo estuviera molestando en su mente, al cabo de unos segundos, Ala de Halcón no podía creer la pregunta que le acababa de hacer. “¿Un curandero cazando? Vaya que estamos en problemas.” Pensó para sus adentros, bajando sus orejas de la pena propia que le daba ver al Clan del Viento considerando tales medidas drásticas, seguro nadie en el Clan le impediría aprender y de hecho si lograba tener éxito todos se lo agradecerían bastante.

Después de pensar la duda que había escuchado tomó un momento para pensarlo con claridad, y al cabo de unos minutos logró llegar a una respuesta:
–No hay nada en el Código Guerrero que te lo niegue… Y estos tiempos difíciles requieren toda la ayuda posible.– Filosofó un momento. –Puedo enseñarte a cazar, si en verdad quieres.– Ofreció con la cola en alto, sabía que Enebro era un gato que siempre quería ayudar en lo que fuera posible y él no sería quién para negarle su noble causa, ¿Qué podría salir mal?.

Apreció la cooperación del guerrero mientras lo seguía hacia la salida del campamento, dejando que lo guiara a la zona donde iniciaría la actividad. Estaba abierto a la posibilidad, y aunque sabía que las hierbas eran más lo suyo, esperaba traer aunque sea un pequeño ratón para alimentar a los demás.

No había notado hasta ese momento con tanta claridad lo diferente que era el mismo lugar para un guerrero como para alguien de su puesto: mientras él usualmente observaba la maleza con detenimiento y sabía reconocer lo que se encontraba en ella, para un cazador era indispensable guiarse por su oído y no tanto por la vista. Vaya que le resultaba didáctico, pensó con los ánimos un tanto más recuperados.

—Ala de Halcón, estoy dispuesto a recibir tus enseñanzas — maulló dedicándole una mirada atenta al siamés. Le causaba mucha alegría que aunque las circunstancias no eran favorables, de ellas había nacido este cambio de roles momentáneo, como si de una retribución se tratara, por su labor cuidando la salud del guerrero. Decidió verlo de ese modo, al menos.

El guerrero le dedicó una mirada de alegría y orgullo al curandero, hacía bastante por su clan incluso en estos tiempos de necesidad no se limitaría a ocuparse de las hierbas solamente, ¡Qué corazón más noble!. Una vez llegaron a un punto medio alto del territorio, se detuvo a escuchar el ambiente que los rodeaba y olfatear el aire lentamente.

–Trata de enfocar tu olfato a los alrededores, los conejos suelen ser los que más destacan.– Aconsejó Ala de Halcón casualmente, alzando sus orejas tratando de captar algo.
Una vez ubicó el aroma de un conejo, le hizo una señal con la cola a Enebro para que lo siguiera, de un momento a otro se agazapó, mirando su retaguardia para instruir al contrario.
–Trata de agacharte sin que tu barriga roce el suelo, así no ahuyentas a las presas.– Explicó calmo mientras continuaba acercándose a su destino. Una vez que estuvieron lo suficientemente cerca, continúo hablando.

–Ahora, es bastante simple, sólo te abalanzas sobre tu objetivo y le encajas fuerte los colmillos y garras.– Supuso que no había mucha lógica para explicar, siendo que él mismo seguía siendo un guerrero bastante joven y solía guiarse más por la experiencia de sus mejoras. Se quedó mirando al curandero expectante de que tomara la oportunidad contra el conejo que tenían no muy lejos de donde estaban.

El gato rojizo escuchó muy atento las indicaciones de Ala de Halcón, quien parecía muy feliz de enseñarle. Utilizando su olfato, pudo determinar que lo que decía era cierto: había un conejo en las cercanías que podría convertirse en presa muy pronto, si resultaba su cometido.

Se agazapó tal y como el guerrero le había indicado, o al menos trató. Siendo tan corpulento, le costaba un poco adaptarse a tal pose pero hizo lo mejor que pudo, acercándose al acecho. Su nariz le indicaba mientras se movía por el pasto alto que su objetivo aún no lo había detectado, aunque Enebro suponía que para un animal con tales orejas, no sería muy difícil si él daba un paso en falso. Los pastizales se abrían camino ante el curandero muy lentamente, y el gato tenía la vista fija, muy fija. Cada vez se hacía más evidente el pelaje de su presa color blanco, lo cual lo incitaba a saltar, aunque trató de esperar al momento justo. Cuando vio que podía existir una oportunidad, se abalanzó..

El miembro 'Enebro' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' :

Ala de Halcón observó cómo el curandero intentaba cazar al conejo, su postura era lo mejor a lo que podía llegar debido a su complexión, realmente era como ver un arbusto rojizo andante, y para cuando saltó hacia la presa el conejo fue más veloz, lo cuál no le sorprendía para nada al guerrero dado que era un animal difícil de atrapar para muchos en su primer intento, además, Enebro no conocía ninguna táctica por lo que su situación realmente era un tanto complicada.
Aún así, el guerrero marrón se acercó para darle confort de su no tan exitoso intento conservando una sonrisa en su cara.
–¡Fue un gran intento, Enebro! .– Alentó con la cola en alto. –Los conejos son difíciles al igual que las liebres, tratemos de cazar algo más simple.– Propuso mientras caminaba un par de pasos al frente olfateando el aire.
No muy lejos de ahí, se encontraba un pequeño ratón, no era mucho pero bastaba para una pequeña demostración.

–Ahora observa cómo lo hago, quizá esto te ayude más.– Sonrió para después volver su concentración a su nuevo objetivo.
Agazapado justo como lo había hecho anteriormente, se acercó lento y con cautela, una vez podía prácticamente saborear la presa entre sus fauces no dudó en saltar ágilmente hacia el pequeño roedor.

El miembro 'Ala de Halcón' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Acción' :