Llamado Glacial se encontraba caminando con firmeza por el bosque. Formaba parte de una patrulla fronteriza junto a otro guerrero de su Clan, Chaparrón, quien tampoco disfrutaba demasiado de la socialización, con lo cual no se dirigían ni una palabra. Para ella esto no suponía ningún problema, su objetivo no era compartir un buen momento como tal después de todo. Esas cordialidades abstractas nunca se le dieron demasiado bien, en su lugar esperaba marcar territorio e irse, como era debido.

“No estaría mal encontrarme a algún gato del Clan de la Sombra cuando lleguemos. Las cosas se ponen aburridas de vez en cuando si no.” Pensó. Su silueta de gran tamaño hacía difícil que fuera discreta caminando entre la maleza haciendo crujir ramas y hojas a su paso, se podía decir que no eran totalmente indetectables en consecuencia. El terreno parecía empantanarse conforme más se acercaban al área limítrofe con el Clan rival, generándole molestia.

“Puaj. ¿Cómo es que viven rodeados de esta cosa húmeda?” frunció el ceño. El aroma a humedad en el perímetro era evidente, aunque supuso que según la práctica habitual deberían inspeccionarlo ni bien llegaran, o algo así.

El macho estaba patrullando la frontera a la par de Llamado Glacial, no era el mejor fanático de estar en compañía de la gata, de hecho hubiese preferido que la patrulla fuese más numerosa no sólo por motivos de seguridad que a su parecer eran esenciales pero también para evadir el silencioso aire que se formaba a medida que avanzaban. Acercándose cada vez más a la frontera con el Clan de la Sombra lo invadió un sentimiento pesado en su pecho, detestaba mirar al otro lado del Sendero Atronador aún atormentado por sus anteriores cometidos, no era de ayuda que la corpulenta guerrera fuese haciendo un escándalo rompiendo pequeñas ramitas en el camino, si los avistaba una patrulla de aquellos gatos misteriosos esperaba sonar lo suficientemente cortante para ahuyentar a los carroñeros que seguían inquietando sus inseguridades.
El terreno pantanoso de su lado de la frontera les indicaba que habían llegado hasta ese punto, estaban cara a cara ante la frontera con el Clan que Chaparrón consideraba ser el más irrespetuoso de los cuatro y por el lenguaje corporal de Llamado Glacial, podía deducir que la gata tampoco disfrutaba de ese lado en específico de la patrulla, las patas del guerrero se resbalaban levemente bajo su cuerpo ante los pequeños trozos de fango que lograba pisar con suficiente fuerza a la vez que miraba de reojo la maleza del otro lado de la piedra grisácea que los separaba; el aire sugería que un Monstruo había pasado hace no mucho, alzó sus orejas para agudizar su oído en caso de que algún otro pudiera aproximarse, era mejor estar alerta a cualquier posible amenaza aún si sólo iban en su pasada usual para remarcar lo que les pertenecía.

—Apresúrate, no tengo ganas de lidiar con algún gato de la Sombra.— Afirmó con seguridad cortante, si bien las patrullas solían encontrarse en múltiples ocasiones algo en él esperaba que ese día fuese la excepción.

Llamado Glacial alzó la vista para ver si divisaba algún gato más allá en la frontera, irritada de tener que completar labores tan tediosos, y justamente junto a Chaparrón. Qué afición desarrollada tenía para mandonearla, pensó mientras lo oía expresar su deseo de marcharse rápido. No es que a ella le gustara tener fango entre las garras, pero ella sabía exactamente lo que tenía que hacer y cómo.

Se estiró, dejando marca con sus garras en el tronco de un árbol que se hallaba justo del lado del Clan del Trueno, una clara señal de que no debían siquiera atreverse a pasar. Procedió a ponerse en cuatro patas nuevamente, sin ningún tipo de delicadeza, para luego dejar su olor en la corteza, para más seguridad.

Regresó a su sitio, olfateando para asegurarse que nadie hubiera traspasado, y cuando no detectó aroma al Clan de la Sombra, parecía estar extrañamente decepcionada, aunque satisfecha de que pronto supieran que ella había estado allí. —Revisa el perímetro otra vez.— soltó.

Al escuchar la respuesta de Llamado Glacial, no podía creerlo, agitó sus orejas en disgusto ante su resoplido poco respetuoso al contrario, sólo le dió un pequeño recordatorio de que era mejor evitarse problemas si aceleraban el paso, ¿Era tanto pedir?. Bufó en indignación olfateando nuevamente la frontera en busca de alguna señal ya fuese de presas o de algún odioso gato del Clan de la Sombra… Había detectado el olor de éste último pero no parecía ser de una “patrulla” compuesta, era más tenue que los encuentros habituales y si agudizaba su oído tan sólo un poco podía distinguir unos pasitos apurados en su dirección, cualquiera podría confundir el sonido con una presa pero el olor del Clan vecino se aproximaba conforme los pasos eran más perceptibles.
—Algo se aproxima.— Advirtió sin más a su compañera, pegando las orejas al cráneo lentamente en señal de un evidente fastidio. ¿Era tan difícil pedir un poco de paz en una simple patrulla fronteriza? Al parecer así era y el guerrero no tuvo más opción que dar unos pases en la dirección que parecían provenir los pasos sin salirse de su lado de la frontera, quería interceptar lo que sea que fuese que estaba provocando el sonido para acabar pronto y reanudar el deber que les encomendaron a ambos gatos del Trueno.
“Qué fastidio.” Pensó apretando los dientes, dedicándole una mirada vacía a Llamado Glacial asegurándose de que sí estuviese poniendo atención a lo que él percibía.

La corpulenta gata echó sus orejas hacia atrás, tomando la expresión del macho como un desafío. Pero antes que pudiera decir algo, oyó pequeños pasos cercanos a la zona en la que se encontraban, agudizando su oído y su olfato determinó que se trataba de alguien muy joven, posiblemente en solitario.

“¿Qué se cree que hace ese cerebro de ratón?”

Pensó extrañada entrecerrando los ojos, notando la mirada de Chaparrón sobre ella, como para verificar si ambos oían lo mismo en aquel momento. Su cola se movía lentamente de un lado a otro, y el pelaje tupido de su cuello parecía hacerse más grande, erizándose con ansias.

—¡Tú, ratón de la Sombra! — vociferó —¿Con qué razón te ocultas? — exigió con un maullido que resultaba terrible si algún cazador esperaba tener suerte ese día.

No le interesaba amenazar en nombre del Clan del Trueno. Odiaba los intrusos, fuera del Clan que fuera, sólo tenía la suerte de ser parte del más puro y fuerte, no como esa maraña de ratas..

Una vez que pudo percibir de mejor manera la silueta a la que pertenecía el inusual ruido, cayó en cuenta que se trataba de un simple aprendiz por el tamaño pequeño y la postura poco disciplinada de este, iba a decir algo al respecto siendo que le parecía raro que no estuviera junto a su mentor ¿Será que ahora los mandan a patrullar sólos? ¡Qué horror! Y si era un simple impulso de cachorro a Chaparrón le disgustaría aún más su presencia, aunque sus pensamientos se vieron irrumpidos por el fuerte grito que había lanzado la guerrera a su lado, mirándola con desdén por su acto imprudente se limitó a corregirla.

—Es sólo un aprendiz, no vale la pena perder el tiempo con un gato tan escuálido como ese.— Decretó interponiéndose ante la agresividad de Llamado Glacial aún cuando el menor ni siquiera les había dirigido la palabra.
El aprendiz apenas se asomaba por la maleza, haciendo caso a dejarse ver por ambos guerreros como había demandado la felina, realmente era una bola de pelos bastante pequeña y por más que a Chaparrón le disgustaran los gatos de la Sombra, debía comportarse ante alguien tan joven.
—¿Y tú qué haces aquí? No huelo el resto de tu patrulla.— Cuestionó fríamente al pequeño de pelaje marrón mientras él aún miraba de reojo a su compañera esperando que no hiciera nada innecesario ante un encuentro que no requería violencia alguna.

Llamado Glacial alzó su cabeza con decisión —Ahora es solo un aprendiz, pero cuando crezca se volverá otro problema con el que lidiar para nosotros. Tú siempre con tus mañas de defensor, apártate— gruñó la gata, primero fijando sus ojos amarillos opacos en el guerrero y luego en el gato más pequeño en las líneas de la frontera. Se acercó acechante, poniéndose al nivel del más joven.

Al oír la pregunta de su compañero, aunque odiaba darle la razón, reconoció que era un tanto extraño que un aprendiz rondara solo sin compañía. “Obviamente no es útil hacerle daño, y Chaparrón es un gran lame garras de Estrella Rota..Más me vale cambiar la estrategia.”

—Es imprudente de tu parte rondar así solo, así que lárgate. Habrá gatos como Chaparrón que perdonen las imprudencias, pero yo no, no la próxima vez.— maulló con cizaña una amenaza vacía regresando a su lado de la frontera mirando por detrás de su hombro unos momentos, para luego comenzar a caminar con propósito de marcharse. Ya no había ninguna diversión allí para ella y sus labores estaban hechos.

Apenas pudo procesar la seria amenaza que acababa de hacer Llamado Glacial, el pequeño aprendiz del Clan vecino había desaparecido entre la maleza huyendo evidentemente asustado, si bien no le gustaban los gatos del Clan de la Sombra el guerrero sabía y había experimentado lo que era ser un aprendiz impulsivo ante gatos de mayor rango que no dudaban en mostrar su carencia de compasión. Eso le había causado un piquete en el pelaje, como si un montón de pulgas se le hubieran subido encima y era imposible quitárselas, sabía que no podía controlar la mentalidad de otros guerreros pero podía evitar que dicha amenaza se convirtiera en algo real, con un movimiento rápido pasó frente a Llamado Glacial bloqueando su camino para evitar que continuara con la patrulla como si nada, había dejado pasar su violencia al inicio pero si en verdad planeaba en hacer algo era mejor saberlo ahora.

—¡¿Cuál es tu problema?!.— Bufó Chaparrón, mostrando sus colmillos. —Sólo es un aprendiz ¿Qué es lo peor que te podría hacer? ¿Romperte una garra?.—
Su voz resoplaba un aire molesto, la violencia entre guerreros y aprendices era algo que jamás aceptaría, mucho menos por su historia, y no dejaría que una compañera de su Clan fuese a herir un gato que parecía recién haberse salido de la maternidad fuese de donde sea que haya provenido.
—No me importa en qué crezca esa bola de pelos, ahora sólo una ardilla que no mide más que tu cola. ¡Debería darte vergüenza!.—

Con las orejas pegadas al cráneo y una postura formidable, esperó a la respuesta de la guerrera y esperaba que reconociera su error de mostrarse con tal fé sanguinaria ante una situación que no requería ningún sentido de brutalidad, si lo peor llegaba a pasar, quizá el pequeño aprendiz que habían visto corriera la palabra sobre un Clan regido en tiranía que sólo pensaba en pelear.

La gata grisácea, lejos de entrar en razón, le devolvió un siseo —Tú mismo detestas a estas alimañas y sin embargo las defiendes con garras y dientes. Jamás te entenderé, Chaparrón. ¿¡En dónde se ubican tus lealtades!?— vociferó nuevamente, aunque sabía que la lealtad no era un tópico que ella ejercitara en realidad. Simplemente esperaba más, de parte del otro guerrero. Sus orígenes puros eran demasiado útiles como para gastarlos en una posible “compasión” por el enemigo.

—Te olvidas quiénes son tus padres, y quiénes son los míos— gruñó, amenazante. Aunque realmente no quería tener nada que ver con su linaje, era consciente del estatus que le otorgaba. No le importaba que se tratara de su propio compañero si se interponía en su diversión. Inicialmente consideró abstenerse, pero no soportaba la compañía del contrario y su ineptitud. O quizás, le enojaba no lograr comprenderlo. De cualquier forma, no iba a doblegarse, y mucho menos ante Chaparrón, de todos los gatos.