Unas patas veloces interrumpieron la tranquilidad de la guarida de Enebro. Estrella Helada no aguardó para maullar apenas sintió la sombra cobijar su manto.

—¿Enebro?

La voz tranquila de Estrella Helada hacía difícil adivinar qué tan relajada estaba realmente, sobre todo con el pendiente que venía a compartir. En cuanto reconoció el pelaje rojizo del curandero, se aproximó con pasos medidos pero decididos. Estaba empezando a molestarle el peso que se acumulaba sobre su lomo cuando comenzó a notar que las patrullas de caza regresaban sin éxito y las angustias de sus guerreros se hacían cada vez más persistentes. Había pasado casi medio día desde que la última patrulla se había marchado y se preguntaba si Lágrima Ambarina volvería pronto. Cada segundo de espera se sentía como una eternidad y la preocupación comenzaba a apoderarse de sus pensamientos.

No pudo evitar impacientarse al quedarse ella sola con sus preocupaciones, sintiendo el frío del viento que anunciaba la llegada del crepúsculo. El poco espacio en su guarida se sentía asfixiante, como si compartiera su inquietud. La tensión en el campamento era palpable y necesitaba encontrar una solución antes de que el desánimo se apoderara de su clan, por ello estaba ahí.

El macho rojizo se hallaba aparentemente tranquilo, o al menos tratando de mantener un perfil calmo, mientras contaba las raciones de hierbas disponibles para toda esta estación que se aproximaba..debía admitir que era preocupante, tanto que estaba totalmente sumido en sus pensamientos, el sonido del silencio inundaba su guarida. Si tan poco quedaba, necesitaría ir a recolectar más. El Clan del Viento ya había sido robado de su fuerza algunas estaciones atrás por..diferentes sucesos. La idea lo inquietaba tanto que su cara reflejaba nerviosismo, al menos hasta que oyó una voz llamándolo, y al alzar su cabeza en la dirección del llamado se percató de quién se trataba. Algo alarmado en su interior, pero con una expresión invitante, maulló, parándose en señal de solemnidad:

—Hola, Estrella Helada. Me complace verte, qué te trae por aquí?

Era una pregunta algo obvia, quizá. Las cosas no marchaban del todo bien..y Enebro lo detectaba de cierta forma. De cualquier manera, el curandero le dio espacio para responder escuchando atentamente a lo que sea que ella quisiera decir.

Escasez de presas, en un inicio de hoja nueva.
Una situación tan extraña y desafortunado comienzo de temporada para su clan. ¿Cómo era que en una estación que acostumbraba a ser tan abundante de presas, pudiera existir tan poco alimento para tantos gatos?

O el clan estelar estaba demasiado ocupado abasteciendo de abundancia al resto de clanes, o es que se había olvidado de ellos.

No se sabía la respuesta, y era seguro que nadie más lo sabía, el clan estelar muchas veces era un misterio indecifrable.
Lo único que tenía en claro y firmemente fijado en su cabeza, haría lo posible por mínimo conseguir las suficientes presas para abastecer y satisfacer el hambre de las reinas, los veteranos y los cachorros.

Formó las patrullas correspondientes como era debido, tal cual y como la líder había indicado.

Si bien el deber era el de participar en una patrulla al día, había preferido intentar acompañar al resto de guerreros y conseguir la mejor cantidad de presas que le fuera posible.

Lamentablemente al regresar, la cacería fue un total fiasco, terminaron regresando al campamento con las patas vacías y solamente con una carga de decepción.

Al entrar el peso de la preocupación provocaba el movimiento ansioso en sus bigotes. Lo primero que hizo fue ceder el permiso de deshacer el grupo de cacería, seguido fue en búsqueda de Estrella Helada.

Pudo distinguir el pelaje atigrado de la líder ingresar a la curandería, por lo que con un paso lento pero inquieto se dirigió al mismo sitio.
Con cierta timidez asomó su cabeza, sintiendo una pizca de incomodidad al mirar que había llegado en medio de una conversación.

— Enebro. — Maulló a forma de saludo hacia el Curandero, para después devolver su mirada hacia la gata.— Lamento interrumpir. Estrella Helada, las patrullas han regresado de la cacería. Otra vez no hemos tenido suerte en la caza, por alguna razón no pudimos encontrar presas, incluso si es Hoja Nueva.

Comentó, su voz era calmada, sin embargo su mirada dejaba a mostrar la clara inquietud y angustia ante lo que sucedía en el territorio.

A pesar de la tormenta en sus pensamientos, mantuvo su postura, pues lo que quería evitar era contagiar la angustia a su curandero. Estaba a punto de sonreír, hasta que escuchó la voz de su lugarteniente. Estrella Helada giró la cabeza hacia Lágrima Ambarina, con una mirada intensa y pensativa. Durante unos momentos, el silencio fue pesado, cargado con la tensión de la situación. Entonces, su voz, firme pero con un tinte entusiasta, rompió el silencio.

—Lágrima Ambarina, gracias por tu informe. —Hizo una pausa, finalmente sonriendo al dar la bienvenida a su lugarteniente. —Necesitamos cambiar nuestra estrategia.

Los ojos de Estrella Helada circularon por los muros de la guarida, con la cola inquieta. Evaluando rápidamente sus opciones, su mente se movió tan rápido como sus patas en una cacería.

—Bien!— La pausa que se formó por su debate interno se interrumpió con un enérgico maullido —A partir de mañana, las patrullas serán más numerosas y explorarán áreas que no hemos visitado, ¿entiendes, Lágrima Ambarina? Si es necesario ir más allá de las fronteras, ir al granero... háganlo. Y Enebro—añadió, volviendo su atención al curandero, con una esperanza brillando en sus ojos azules, tenia expectativas que quería que Enebro pudiera satisfacer—¿cómo estamos de hierbas? Necesito buenas noticias...

Ver la aflicción de Lágrima Ambarina al llegar era justamente lo que le impediría dormir tranquila sus siguientes noches, por lo que mantuvo una actitud... algo intensa, pero era algo propio de ella.

Ver llegar a Lágrima Ambarina era algo que llenaba al curandero de preguntas e inquietudes, pero trató de no precipitarse demasiado. Aún había esperanza..eso era lo último que se perdía, se trató de reconfortar con esa noción mientras devolvía el saludo a su lugarteniente asintiendo con la cabeza. Podía notar la intensidad que irradiaba su líder. El ambiente era un tanto denso, casi que parecía posible cortarlo de un zarpazo. Inquieto, se llevó la cola entre sus patas como forma semi-consciente de resguardo. No podía culpar a Estrella Helada por su actitud, ni a Lágrima Ambarina: ¡era muy extraño que se presentara tal escasez a inicios de Hoja Nueva!

Meditó por un segundo si convenía pedir una señal al Manto Plateado, o qué hacer. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Estrella Helada nuevamente llamándolo, lo cual francamente hizo que se le esponjara un poco el pelaje de los nervios crecientes que trataba de controlar. Crecieron más aún cuando oyó la pregunta de su líder. Procuró ser lo más honesto posible, aunque le doliera, por ella y el resto de su Clan.

—Lamento decir que no vamos bien, tampoco. Esta situación es en verdad extraña...

Ir más allá de la frontera.
Eso era demasiado riesgo, no sabrían bien a que se enfrentarían, y llevar patrullas numerosas... Eso significaría dejar el campamento sin la protección necesaria de los suficientes guerreros para defender el campamento.

— Estrella Helada, lamento tener que ir contra tu palabra, pero.. ¿No crees que arriesgarse e ir más allá de las fronteras sería demasiado riesgoso? No muchos conocen más allá de nuestro territorio, no sabemos que clase de peligros puedan haber... Podría ser un tanto.. peligroso. Y llevar patrullas numerosas.. es buena idea, si lo que queremos es dejar desprotegido al campamento.

Respondió con serenidad, manteniendo una postura firme, sus ojos lima clavados en la gélida e intensa mirada de la gata.
Pronto su atención volvió a regresar al curandero y hacer una mueca de preocupación al escuchar sus palabras.

El abastecimiento de hierbas no iba mejor en absoluto... Eso era simplemente una situación aún más difícil. Sin presas, serían más fáciles a obtener enfermedades y hambruna.. y sin hierbas, era más que claro que la muerte no tardaría en visitarlos.

Dejó soltar un suspiro pesado mientras su cola instintivamente se movía nerviosamente de un lado a otro.

— Esto es simplemente raro.. Tenemos que encontrar una solución, no podemos dejarlo pasar, por qué si seguimos de esta forma, pronto todo el clan del viento se reunirá con el Clan Estelar.

—Esas no son buenas noticias… son terribles noticias, de hecho.

Su sonrisa se borró lentamente, con las palabras de Enebro haciendo un molesto eco en su cabeza. Estrella Helada escuchó con atención al curandero, notando la preocupación en su voz y la timidez delatando el terrible estado del clan; sin embargo, su determinación no flaqueó. Mantuvo una postura firme y su voz se elevó, clara.

—¡No podemos permitirnos el lujo de quedarnos sin hierbas con esta escasez! Enebro, reúne a algunos guerreros y aprendices que no estén en las patrullas de caza, que te ayuden a recolectar… si es necesario, conversa con los demás curanderos para ver si pueden prestarnos de sus suministros.

Luego, giró su mirada hacia Lágrima Ambarina, reconociendo sus inquietudes y lo drástico de su estrategia.

—Lágrima Ambarina,no hables con tanto pesimismo ante esta mala racha. Yo entiendo tu preocupación; pero debemos adaptarnos si queremos superar esta crisis. No digo que vayamos más allá de las fronteras sin precaución, selecciona a los guerreros más experimentados y divide las patrullas de manera que siempre quede suficiente protección en el campamento… pero si queremos cubrir más terreno, necesitamos más gatos afuera, ¿Necesitas ver de nuevo la roca de presas?

Estrella Helada hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran hondo, y luego suspiró.

—Nuestro clan ha superado dificultades antes y cada una de esas veces ha salido de la tempestad, esta no es la excepción.

Su cola se sacudió, probablemente como una manera de liberar la tensión ante el panorama desfavorable.

Enebro podía notar la molestia de Estrella Helada desde hasta miles de colas de distancia, sabía muy bien que tenía razón, y necesitaban hacer algo rápido. Una angustia lo acechaba manifestándose como un nudo en su pecho, sin embargo su líder también tenía razón en destacar la resiliencia del Clan del Viento. En situaciones como estas, hacía bien conservar la fé, él sabía que el Clan Estelar no los abandonaría. Tratando de respirar hondo, se dispuso a obedecer con un suspiro, marchándose a buscar guerreros o aprendices. Pero antes, les dirigió una mirada de complicidad que esperaba evocase un poco de esperanza a sus compañeras. Era una señal de que daría lo mejor de sí.

En su mente maquinaba la necesidad de consultar con las estrellas por respuestas…señales, lo que fuera, tampoco es que supiera qué más hacer más que lo que ya estaba tratando de cumplir. Esperaba que hubieran suficientes voluntarios, al menos eso le permitiría enseñar aunque sea un poco de qué hierbas recolectar a los que lo acompañaran.

No podía creer ni mucho menos comprender del todo el razonamiento y planteamiento de su líder, ni mucho menos conseguir encontrar una lógica a sus palabras.

La incertidumbre le carracomia las garras, claramente no estaba totalmente convencida ante la situación ni ante las indicaciones de la mayor.

Pese a esto, se limitó a asentir, bajando la cabeza en respeto mientras sus orejas se hacían ligeramente hacia atrás.

— De acuerdo. Volveré a organizar más patrullas para que pronto se salga en búsqueda de más presas lo antes posible.

Replicó, sin reponer ni responder ante el mandato de su líder.

Alzó su cabeza con lentitud, mirando como el pelaje rojizo del curandero salía del sitio, posiblemente en búsqueda de voluntarios para acompañarle. Tal vez si tenía tiempo, se ofrecería a acompañar al felino. Seguido de que la mancha rojiza se esfumara de su vista, dirigió su mirada lima a la líder.

—Enseguida mandaré a las patrullas. — Dijo, y dicho y hecho, con un asentimiento cortes de despedida, se marchó de la curandería con trote apresurado, buscando a guerreros aún con la suficiente energía para la cacería.

—Suerte, Enebro.

Correspondió la despedida del curandero, para volver su atención a Lágrima Ambarina, notaba perfectamente su incomodidad con respecto a las medidas. Asintió aprobatoria ante su respuesta, pero cuando vio que ya se estaba retirando, Estrella Helada pensó un poco sobre sus otras opciones. Antes de quedarse sola en la guarida entre intensos y raros aromas que tanto disfrutaban de marearla volvió a maullar alto.

—Espera, vuelve aquí.

Su inesperado y comandante pedido podría tener o no una razón impulsiva, pero en todo caso Estrella Helada no se encontraba satisfecha con la reunión aún. Ella no salió de la guarida, de modo que entre la sombra del lugar sólo brillaban sus ojos azules, impacientes por el regreso de la lugarteniente. Tampoco tenía certeza sobre la razón de tan desafortunada situación ¿Acaso era un castigo por parte del Clan Estelar? ¿O era acaso una jugarreta del Clan de la Sombra? Estrella Helada no se iba a permitir un inicio de Hoja Nueva tan desastroso, y por ello necesitaba que Lágrima Ambarina estuviera realmente convencida de hacer todo lo que estuviera en sus garras para evitarlo.

De repente el llamado de la líder le hizo detener su camino fuera del lugar.
Enseguida regreso su mirada desconcertada, en una búsqueda de confirmar el llamado o si había sido alguna ilusión de su mente por la inquietud que la carcomía.

Suspirante y con obediencia, se dio la vuelta y regreso en dirección de regreso a la atigrada oji-azul.

Ingreso de regreso en la curandería con un paso calmado y sin prisa, deteniéndose frente a la gélida mirada de impaciencia y desconcierto.

—¿Si? — respondió, cediendo la palabra a la gata y de esta forma, dar a comprender que tenía toda su atención. — ¿sucede algo Estrella Helada? —añadió.

Tenía una pequeña idea de donde iría aquella conversación, sin embargo, decidió esperar las palabras de la amarronada.
Y no la podía culpar, en aquellos momentos ella también estaba compartiendo la inquietud y preocupación, si la época seguía así, temía que no pudiera llegar a la época sin hojas.

Esperaba con gran impaciencia que ese mal momento solo fuera una mala jugada del clan estelar, y que, se pudieran llegar a una solución lo más antes posible.
No solo por ella, si no por todos.

—Eres bastante dedicada y obediente Lágrima Ambarina, aprecio eso— Dijo la líder, recibiéndola nuevamente dentro de la guarida —Pero en dado caso de que no tengamos suerte, he contemplado la opción de pedir ayuda a nuestros vecinos— Comentó con un tono de mala gana, perceptible entre su seguridad. No esperó respuesta cuando continuó —Para ese entonces nuestros guerreros estarán exhaustos; sabes que no me gusta pensar en estos horribles escenarios, pero tú y yo sabemos lo bien que se abastece el río en esta temporada.

Estrella Helada sonrió ligeramente ante su último comentario, dejando ver una pequeña parte de sus colmillos.

—Ten eso en cuenta, ¿sí? Quiero que tú estés ahí.

No era admiradora de la idea de ver su orgullo dejado de lado, pero parte de la diplomacia era también evitar hacerse de más enemigos y probablemente conseguir un empujón para volver a estabilizarse a cambio. Fue entonces que miró con atención a Lágrima Ambarina, queriendo saber su opinión.

La joven gata asintió ante el halago recibido por la contraria, sintiendo cierto sentimiento de aprecio y orgullo al escuchar aquellas palabras que tantas veces hubiera querido que su madre hubiera dicho.

Pese a ello, mantuvo la compostura al escuchar a la felina añadir otro comentario.

Una nueva idea

Una idea que si bien, no resultaba tan riesgoso como el primer plan, si que significaba que tendrían que dejar verse vulnerables frente al resto de sus vecinos y rivales.

Esto significaría un duro golpe a su orgullo como clan del viento, y estaba por seguro que el resto del clan no se tomaría la noticia con gracia o gusto.

Sus bigotes se agitaron inquietamente, con un movimiento incómodo de cola mientras sus ojos divagaron levemente a su alrededor en busca de encontrar las palabras correctas en respuesta.

—Pienso que sería la mejor solución e idea para no terminar en devastación.— Replicó.— Sin embargo... Creo que eso significaría sacrificar nuestro orgullo.. será un golpe duro la verdad.

Dijo, demostrando su clara incomodidad a mostrar su vulnerabilidad.

— Pero si las cosas siguen así, temo que tiene razón y habrá que pedir .. ayuda a nuestros vecinos.

Una mueca de incomodidad y tensión se mostró en su rostro, mientras su cola se agitaba inquieta. Solo pudo dislumbrarse la incomodidad también por parte de la contraria. Ambas sabían que esa sería su única y mejor opción, aunque no lo admitieran.

Cedió ante el silencio formado, mientras se daba la vuelta y nuevamente se ponía en marcha rumbo a la formación de patrullas.

Tenían que luchar por mantenerse lo mejor posible para su clan, y si eso significa entregar su orgullo lo harían...

Y si tenían que romper un poco las reglas para sobrevivir... Que así sea.